/ jueves 21 de febrero de 2019

Órganos autónomos, club de cuates

¿Realizan un papel importante los órganos constitucionales autónomos? En el mundo abstracto de la teoría constitucional, sin duda que tienen mucha relevancia, tal vez, en principio, habría que revisar si todos los que se han creado son efectivamente necesarios.

¿En la realidad política mexicana, los órganos constitucionales autónomos realizan un papel importante? Eso habría que revisarlo con mucho cuidado, porque podemos concluir que su diseño constitucional y legal podría haberse pervertido en su ejercicio porque, en realidad, son un club de cuates.

El diseño de esos órganos les permite una autonomía (esencia de su existencia) en dos vertientes fundamentales: interna o administrativa y externa o en el ejercicio de sus funciones.

Respecto de la primera, tenemos que ellos proponen y administran su presupuesto, lo que va aparejado justamente con la concepción de autonomía, pero ¿pueden hacer lo que quieran? Así lo han hecho, ellos determinan sus sueldos estratosféricos, sus bonos, sus asesores, sus prestaciones, adquieren vehículos, gastan en viáticos de lujo, etcétera. ¿Por qué no? Si son autónomos, pueden hacer lo que quieran, ¡faltaba más!

El segundo, es el ejercicio de su función, que va desde telecomunicaciones, transparencia, competencia económica, derechos humanos, regulación monetaria, electoral, entre otras, y en este aspecto siempre ha existido una mezcla entre los integrantes de los órganos, quienes los designaron y los entes que regulan. Esas tres partes siempre han estado mezcladas. Así se conforma el club de cuates.

Hay muchos casos de políticos de carrera que han integrado los órganos autónomos; hay otros casos de integrantes de órganos que han transitado a la política como diputados, senadores o funcionarios de gobiernos; otros más se han ido a empresas cuya labor era objeto de su función; y claro, tampoco pueden faltar los casos de ejecutivos de empresas que han formado parte de las filas de esos órganos autónomos.

¿Quiénes defienden el “respeto” a la autonomía de esos órganos? Otro bloque de ese mismo club de cuates: políticos (o expolíticos) que participaron en algún momento en ese reparto de posiciones en los órganos autónomos, los propios integrantes de los órganos (claro, tienen que defender su trabajo, sin autocrítica) y, curiosamente, los organismos empresariales, o sea, los mismos.

Para ellos es importante defender ese reducto de poder por dos razones: la primera y más importante, pues porque, claro, son los cuates y hay que defenderlos; la segunda, porque a partir de allí irradia poder y dinero, tanto en el ejercicio de la función, como en la administración discrecional de los presupuestos públicos que manejan.

En todo este debate, los cuates (de afuera) que defiende a los cuates (de adentro) han pasado por alto un elemento muy importante: la pluralidad.

El diseño constitucional de estos órganos prevé que se integren colegiadamente, porque esto permite la pluralidad de la conformación de su dirección, evitando que sea una sola persona quien tome las decisiones, y eso es lo que justamente no se ha cumplido en el plano fáctico, porque en lo formal podrán argumentar que quienes integran los órganos tienen diferentes formaciones, experiencia y origen, pero lo que todos tienen en común es que pertenecen a ese club de cuates, y que para eso están, para desde adentro cuidar a los cuates, porque desde afuera, a su vez, sus cuates los cuidarán.

Diputado federal por Morena,

@Sergeluna_S

¿Realizan un papel importante los órganos constitucionales autónomos? En el mundo abstracto de la teoría constitucional, sin duda que tienen mucha relevancia, tal vez, en principio, habría que revisar si todos los que se han creado son efectivamente necesarios.

¿En la realidad política mexicana, los órganos constitucionales autónomos realizan un papel importante? Eso habría que revisarlo con mucho cuidado, porque podemos concluir que su diseño constitucional y legal podría haberse pervertido en su ejercicio porque, en realidad, son un club de cuates.

El diseño de esos órganos les permite una autonomía (esencia de su existencia) en dos vertientes fundamentales: interna o administrativa y externa o en el ejercicio de sus funciones.

Respecto de la primera, tenemos que ellos proponen y administran su presupuesto, lo que va aparejado justamente con la concepción de autonomía, pero ¿pueden hacer lo que quieran? Así lo han hecho, ellos determinan sus sueldos estratosféricos, sus bonos, sus asesores, sus prestaciones, adquieren vehículos, gastan en viáticos de lujo, etcétera. ¿Por qué no? Si son autónomos, pueden hacer lo que quieran, ¡faltaba más!

El segundo, es el ejercicio de su función, que va desde telecomunicaciones, transparencia, competencia económica, derechos humanos, regulación monetaria, electoral, entre otras, y en este aspecto siempre ha existido una mezcla entre los integrantes de los órganos, quienes los designaron y los entes que regulan. Esas tres partes siempre han estado mezcladas. Así se conforma el club de cuates.

Hay muchos casos de políticos de carrera que han integrado los órganos autónomos; hay otros casos de integrantes de órganos que han transitado a la política como diputados, senadores o funcionarios de gobiernos; otros más se han ido a empresas cuya labor era objeto de su función; y claro, tampoco pueden faltar los casos de ejecutivos de empresas que han formado parte de las filas de esos órganos autónomos.

¿Quiénes defienden el “respeto” a la autonomía de esos órganos? Otro bloque de ese mismo club de cuates: políticos (o expolíticos) que participaron en algún momento en ese reparto de posiciones en los órganos autónomos, los propios integrantes de los órganos (claro, tienen que defender su trabajo, sin autocrítica) y, curiosamente, los organismos empresariales, o sea, los mismos.

Para ellos es importante defender ese reducto de poder por dos razones: la primera y más importante, pues porque, claro, son los cuates y hay que defenderlos; la segunda, porque a partir de allí irradia poder y dinero, tanto en el ejercicio de la función, como en la administración discrecional de los presupuestos públicos que manejan.

En todo este debate, los cuates (de afuera) que defiende a los cuates (de adentro) han pasado por alto un elemento muy importante: la pluralidad.

El diseño constitucional de estos órganos prevé que se integren colegiadamente, porque esto permite la pluralidad de la conformación de su dirección, evitando que sea una sola persona quien tome las decisiones, y eso es lo que justamente no se ha cumplido en el plano fáctico, porque en lo formal podrán argumentar que quienes integran los órganos tienen diferentes formaciones, experiencia y origen, pero lo que todos tienen en común es que pertenecen a ese club de cuates, y que para eso están, para desde adentro cuidar a los cuates, porque desde afuera, a su vez, sus cuates los cuidarán.

Diputado federal por Morena,

@Sergeluna_S