/ domingo 5 de diciembre de 2021

Otro país, con las mujeres

Ha terminado la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, con sede presencial en la Ciudad de México (70 personas), participando en forma virtual más de 650 asambleístas, distribuidos en 50 grupos de discernimiento, más miles que siguieron las transmisiones en redes sociales, aportando desde su perspectiva. Entre todos, descubrimos 41 grandes desafíos que presenta la realidad a nuestra Iglesia, y de ellos escogimos 12 prioritarios. Uno de éstos dice: Impulsar la participación activa de las mujeres en los ministerios, las instancias de gobierno, de discernimiento y decisión eclesial. Entre las orientaciones pastorales para enfrentar este desafío a nivel continental, propusimos: Crear una comisión latinoamericana, conformada por mujeres, que reflexione y profundice sobre su participación en las instancias de decisión de la Iglesia y en la formación de los presbíteros; contribuir al discernimiento sobre el diaconado femenino y nuevos ministerios; generar itinerarios formativos en las iglesias locales que fomenten el desarrollo integral de la mujer y su contribución en la vida y misión de la Iglesia.

Señalamos otro desafío que va en la misma línea: Reconocer y valorar el rol y el aporte de la mujer en la historia, en la sociedad y en la Iglesia. Para ello, propusimos: Crear la pastoral de las mujeres en la Iglesia local, nacional y continental, que garantice su promoción integral y participación efectiva en la vida de la Iglesia y de la sociedad; crear espacios para que mujeres de pueblos originarios, afrodescendientes y campesinas, compartan sus conocimientos, experiencias y prácticas en diversos ámbitos eclesiales.

Me llamó la atención que nadie pidió el sacerdocio ministerial femenino. Eso sí, le tundieron fuerte al clericalismo; tanto, que en mi grupo dije: Parece que el principal problema somos los clérigos… Ante esto, una laica brasileña, teóloga y psicóloga, dijo: Los clérigos son importantes y los necesitamos, pero sin abusos de poder; es más, dijo, el problema es también el caso de algunas mujeres muy clericalistas, a quienes importa mucho tener poder en la Iglesia… Lo mismo que pasaba en el grupo de los doce apóstoles: peleaban por el poder a la derecha e izquierda del Maestro. Son las tentaciones de siempre, a las que todos estamos expuestos.

PENSAR

El Papa Francisco, en su exhortación Evangelii gaudium, dice: “Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia... en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales” (103).

ACTUAR

¿Qué podemos hacer para que la mujer ocupe su lugar en la sociedad y en la Iglesia? Desde el hogar, educarnos para evitar el persistente machismo, el acoso y todo tipo de abusos. También, como insistía la Hna. Gloria Liliana, presidenta de la CLAR, que las mujeres accedan a una más calificada formación en distintas ciencias, también en teología, y así estén capacitadas para desempeñar cargos importantes en las instancias diocesanas y en la formación de sacerdotes y seminaristas. Y nosotros, los clérigos, que promovamos más su participación en los espacios de decisión pastoral, para seguir superando el clericalismo.


Ha terminado la Primera Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, con sede presencial en la Ciudad de México (70 personas), participando en forma virtual más de 650 asambleístas, distribuidos en 50 grupos de discernimiento, más miles que siguieron las transmisiones en redes sociales, aportando desde su perspectiva. Entre todos, descubrimos 41 grandes desafíos que presenta la realidad a nuestra Iglesia, y de ellos escogimos 12 prioritarios. Uno de éstos dice: Impulsar la participación activa de las mujeres en los ministerios, las instancias de gobierno, de discernimiento y decisión eclesial. Entre las orientaciones pastorales para enfrentar este desafío a nivel continental, propusimos: Crear una comisión latinoamericana, conformada por mujeres, que reflexione y profundice sobre su participación en las instancias de decisión de la Iglesia y en la formación de los presbíteros; contribuir al discernimiento sobre el diaconado femenino y nuevos ministerios; generar itinerarios formativos en las iglesias locales que fomenten el desarrollo integral de la mujer y su contribución en la vida y misión de la Iglesia.

Señalamos otro desafío que va en la misma línea: Reconocer y valorar el rol y el aporte de la mujer en la historia, en la sociedad y en la Iglesia. Para ello, propusimos: Crear la pastoral de las mujeres en la Iglesia local, nacional y continental, que garantice su promoción integral y participación efectiva en la vida de la Iglesia y de la sociedad; crear espacios para que mujeres de pueblos originarios, afrodescendientes y campesinas, compartan sus conocimientos, experiencias y prácticas en diversos ámbitos eclesiales.

Me llamó la atención que nadie pidió el sacerdocio ministerial femenino. Eso sí, le tundieron fuerte al clericalismo; tanto, que en mi grupo dije: Parece que el principal problema somos los clérigos… Ante esto, una laica brasileña, teóloga y psicóloga, dijo: Los clérigos son importantes y los necesitamos, pero sin abusos de poder; es más, dijo, el problema es también el caso de algunas mujeres muy clericalistas, a quienes importa mucho tener poder en la Iglesia… Lo mismo que pasaba en el grupo de los doce apóstoles: peleaban por el poder a la derecha e izquierda del Maestro. Son las tentaciones de siempre, a las que todos estamos expuestos.

PENSAR

El Papa Francisco, en su exhortación Evangelii gaudium, dice: “Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia... en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales” (103).

ACTUAR

¿Qué podemos hacer para que la mujer ocupe su lugar en la sociedad y en la Iglesia? Desde el hogar, educarnos para evitar el persistente machismo, el acoso y todo tipo de abusos. También, como insistía la Hna. Gloria Liliana, presidenta de la CLAR, que las mujeres accedan a una más calificada formación en distintas ciencias, también en teología, y así estén capacitadas para desempeñar cargos importantes en las instancias diocesanas y en la formación de sacerdotes y seminaristas. Y nosotros, los clérigos, que promovamos más su participación en los espacios de decisión pastoral, para seguir superando el clericalismo.