/ domingo 25 de julio de 2021

Otro país, con los jóvenes

Una persona me platicó que quedó sorprendida porque fue a una tiendita de abarrotes del pueblo a comprar sus cosas, y estaban allí tres jóvenes con armas, prepotentes y sintiéndose reyes del lugar, causando temor en los presentes. Lo que más le sorprendió fue que quien los lidereaba era una jovencita, tatuada por todas partes, con un vocabulario y unas expresiones muy vulgares.

Un domingo, al salir de la Misa de medio día, pasando por la plaza del pueblo, frente a mí, a un metro de distancia, pasó una camioneta con unos diez jóvenes armados, miembros de un grupo que se dedica a extorsionar. Nos quedamos asombrados y preocupados, con esos jóvenes engarzados por líderes de grupos armados que imponen sus leyes por todas partes.

Unos sacerdotes de Mazatlán, al oeste del país, me platicaron que muchos niños y adolescentes dicen sin ningún rubor que, cuando sean mayores de edad, su ilusión es llegar a ser narcotraficantes, por los lujos y placeres que éstos presumen.

¿Qué hacemos por esa juventud? El presidente de nuestro país sostiene que hay que atacar esto desde raíz, ofreciendo a los jóvenes oportunidades de estudiar y trabajar. Tiene toda la razón y hay que apoyar eso; pero quienes ya están dentro de esos grupos no entienden de abrazos y buenos consejos de sus mamás, y hay que defender al pueblo pobre que sufre por esa delincuencia que no se detiene.

PENSAR

El Papa Francisco, en su visita, dijo a los jóvenes en Morelia, el 16 de febrero de 2016:

“Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro joven; son sus jóvenes. Sí, son ustedes la riqueza de esta tierra; hay que transformarla en esperanza. La principal amenaza a la esperanza es hacerte creer que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas, marcas, del último grito de la moda, o cuando te vuelves importante por tener dinero; pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor. La principal amenaza es cuando uno siente que tiene que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La principal amenaza es creer que, por tener un gran carro, eres feliz.

Jesús, el que nos da la esperanza, nunca nos invitaría a ser sicarios, sino que nos llama discípulos. Nos llama amigos. Jesús nunca nos mandaría a la muerte, sino que todo en Él es invitación a la vida”.

ACTUAR

El episcopado mexicano, en nuestro Proyecto global de pastoral 2031+2033, hicimos la opción de ser “una Iglesia que comparte con los adolescentes y jóvenes la tarea de hacer un país lleno de esperanza, alegría y vida plena”. Y para ello nos comprometimos a acompañarlos “con cercanía, confianza y diálogo mutuo, para reconocerlos como protagonistas de una transformación social y sujetos de una nueva etapa en la evangelización en nuestras comunidades juveniles, desde un proyecto de vida, orientado hacia su propia santidad” (PGP 188).

Hicimos el compromiso de “promover iniciativas de educación y desarrollo humano integral de los adolescentes y jóvenes, acercarnos a ellos en sus diversas realidades y ambientes, acompañar y promover encuentros con Jesucristo Vivo, favorecer iniciativas de evangelización y trabajo misionero de los jóvenes hacia los mismos jóvenes, realizar proyectos pastorales encaminados a acompañar y ayudar a los jóvenes en riesgo de violencia, narcotráfico, prostitución, trata de personas, etc., con ambientes más sanos que les ayude a desarrollar su espíritu juvenil” (Ibid).

Padres de familia, maestros y párrocos, escuchen y acompañen más a sus jóvenes.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas


Una persona me platicó que quedó sorprendida porque fue a una tiendita de abarrotes del pueblo a comprar sus cosas, y estaban allí tres jóvenes con armas, prepotentes y sintiéndose reyes del lugar, causando temor en los presentes. Lo que más le sorprendió fue que quien los lidereaba era una jovencita, tatuada por todas partes, con un vocabulario y unas expresiones muy vulgares.

Un domingo, al salir de la Misa de medio día, pasando por la plaza del pueblo, frente a mí, a un metro de distancia, pasó una camioneta con unos diez jóvenes armados, miembros de un grupo que se dedica a extorsionar. Nos quedamos asombrados y preocupados, con esos jóvenes engarzados por líderes de grupos armados que imponen sus leyes por todas partes.

Unos sacerdotes de Mazatlán, al oeste del país, me platicaron que muchos niños y adolescentes dicen sin ningún rubor que, cuando sean mayores de edad, su ilusión es llegar a ser narcotraficantes, por los lujos y placeres que éstos presumen.

¿Qué hacemos por esa juventud? El presidente de nuestro país sostiene que hay que atacar esto desde raíz, ofreciendo a los jóvenes oportunidades de estudiar y trabajar. Tiene toda la razón y hay que apoyar eso; pero quienes ya están dentro de esos grupos no entienden de abrazos y buenos consejos de sus mamás, y hay que defender al pueblo pobre que sufre por esa delincuencia que no se detiene.

PENSAR

El Papa Francisco, en su visita, dijo a los jóvenes en Morelia, el 16 de febrero de 2016:

“Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro joven; son sus jóvenes. Sí, son ustedes la riqueza de esta tierra; hay que transformarla en esperanza. La principal amenaza a la esperanza es hacerte creer que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas, marcas, del último grito de la moda, o cuando te vuelves importante por tener dinero; pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor. La principal amenaza es cuando uno siente que tiene que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La principal amenaza es creer que, por tener un gran carro, eres feliz.

Jesús, el que nos da la esperanza, nunca nos invitaría a ser sicarios, sino que nos llama discípulos. Nos llama amigos. Jesús nunca nos mandaría a la muerte, sino que todo en Él es invitación a la vida”.

ACTUAR

El episcopado mexicano, en nuestro Proyecto global de pastoral 2031+2033, hicimos la opción de ser “una Iglesia que comparte con los adolescentes y jóvenes la tarea de hacer un país lleno de esperanza, alegría y vida plena”. Y para ello nos comprometimos a acompañarlos “con cercanía, confianza y diálogo mutuo, para reconocerlos como protagonistas de una transformación social y sujetos de una nueva etapa en la evangelización en nuestras comunidades juveniles, desde un proyecto de vida, orientado hacia su propia santidad” (PGP 188).

Hicimos el compromiso de “promover iniciativas de educación y desarrollo humano integral de los adolescentes y jóvenes, acercarnos a ellos en sus diversas realidades y ambientes, acompañar y promover encuentros con Jesucristo Vivo, favorecer iniciativas de evangelización y trabajo misionero de los jóvenes hacia los mismos jóvenes, realizar proyectos pastorales encaminados a acompañar y ayudar a los jóvenes en riesgo de violencia, narcotráfico, prostitución, trata de personas, etc., con ambientes más sanos que les ayude a desarrollar su espíritu juvenil” (Ibid).

Padres de familia, maestros y párrocos, escuchen y acompañen más a sus jóvenes.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas