/ martes 1 de diciembre de 2020

Palabra de Antígona | Dos años de gobierno de la 4T

El presidente Andrés Manuel López Obrador cumple 2 años de gobierno. Le ha tocado un tiempo muy crítico. Tres décadas de democracia permitieron su triunfo; no de mayoría, pero evidentemente grande. Su administración ha sido, punto por punto, la ejecución congruente del plan gubernamental: mejorar la situación de un país devastado por la violencia, la corrupción y la desigualdad. Todo heredado.

Cumple. Gobierna para desaparecer el marco jurídico, emanado de una Revolución detenida y contraria a los sueños mexicanos. Signado en contrato social de 1917, buscaba la reivindicación de las masas campesinas levantadas en 1910. La que, de paso, excluyó derechos políticos a más de la mitad de la población.

La 4T, enfrentó la realidad: violencia estructural, añejos problemas de educación, salud y bienestar. El presidente no contó con la aparición de la pandemia, la resistencia de las clases medias y la creciente protesta feminista. Tiene mala suerte.

Su mirada antigua, respecto de las relaciones sociales, cuya base es la desigualdad entre mujeres y hombres, sumó la falta de visión para profundizar y establecer políticas públicas para la consecución de la igualdad de género. Algo fuera de su radar.

Apenas llegó, explotó la protesta feminista de nuevo cuño, nuevo ciclo, como concluyen Julia Cámara y Laila Jefet en Dos siglos de Feminismos, cuya autoría es de Cinzia Arruzza y Lidia Cirillo (Barcelona, Crítica Alternativa, 2018). Nuevo ciclo de los feminismos que interpelan al sistema, en todo el orbe, con furia ocasional. En marzo de 2018 hubo manifestaciones masivas en 50 países y en más de 20 ciudades de México. No ha parado.

A ello, la administración de López Obrador respondió con el cliché inamovible desde su campaña: las feministas “están movidas por el conservadurismo” y “la corrupción”, desestimando la crisis anunciada. Hasta ahora, esta administración es incapaz de cumplir con la Constitución y compromisos firmados en el plano internacional, en materia de género.

Saldos:

Aumentaron los asesinatos de mujeres en razón de género: mil 500 durante de la pandemia; en 3 millones 400 mil hogares, según INEGI, ocurrieron al alza abuso sexual (42.6%) y violación (37.8 por ciento).

La mortalidad materna que había disminuido durante 15 años creció con AMLO. La semana epidemiológica 47 reporta un crecimiento de 33 por ciento, superior a 2019; mantenemos el primer lugar en embarazo en adolescentes y se prevén 21 mil nacimientos entre ellas, por violación. Diariamente diez mujeres mueren por cáncer de mama, situación agudizada por la política de salud.

La desaparición de niñas y mujeres aumentó dos por ciento y hay poca efectividad del protocolo Alba. La enfermedad covid-19 produjo pérdida de empleos: el 60 por ciento afectó a mujeres; el doble que a hombres.

A esta realidad, la respuesta gubernamental es la indiferencia y una débil y confusa política. El mensaje directo y simbólico reiterado es producto de la “pérdida de valores”. En 502 conferencias mañaneras, AMLO nunca pronunció violencia de género. Se acompaña de mujeres integrantes del gabinete sólo en 22 por ciento. Cuando presentó el Plan Nacional de Desarrollo pidió; “No se hagan bolas”, primero los pobres. Veremos.

*Periodista, directora del portal informativo SemMéxico.mx

El presidente Andrés Manuel López Obrador cumple 2 años de gobierno. Le ha tocado un tiempo muy crítico. Tres décadas de democracia permitieron su triunfo; no de mayoría, pero evidentemente grande. Su administración ha sido, punto por punto, la ejecución congruente del plan gubernamental: mejorar la situación de un país devastado por la violencia, la corrupción y la desigualdad. Todo heredado.

Cumple. Gobierna para desaparecer el marco jurídico, emanado de una Revolución detenida y contraria a los sueños mexicanos. Signado en contrato social de 1917, buscaba la reivindicación de las masas campesinas levantadas en 1910. La que, de paso, excluyó derechos políticos a más de la mitad de la población.

La 4T, enfrentó la realidad: violencia estructural, añejos problemas de educación, salud y bienestar. El presidente no contó con la aparición de la pandemia, la resistencia de las clases medias y la creciente protesta feminista. Tiene mala suerte.

Su mirada antigua, respecto de las relaciones sociales, cuya base es la desigualdad entre mujeres y hombres, sumó la falta de visión para profundizar y establecer políticas públicas para la consecución de la igualdad de género. Algo fuera de su radar.

Apenas llegó, explotó la protesta feminista de nuevo cuño, nuevo ciclo, como concluyen Julia Cámara y Laila Jefet en Dos siglos de Feminismos, cuya autoría es de Cinzia Arruzza y Lidia Cirillo (Barcelona, Crítica Alternativa, 2018). Nuevo ciclo de los feminismos que interpelan al sistema, en todo el orbe, con furia ocasional. En marzo de 2018 hubo manifestaciones masivas en 50 países y en más de 20 ciudades de México. No ha parado.

A ello, la administración de López Obrador respondió con el cliché inamovible desde su campaña: las feministas “están movidas por el conservadurismo” y “la corrupción”, desestimando la crisis anunciada. Hasta ahora, esta administración es incapaz de cumplir con la Constitución y compromisos firmados en el plano internacional, en materia de género.

Saldos:

Aumentaron los asesinatos de mujeres en razón de género: mil 500 durante de la pandemia; en 3 millones 400 mil hogares, según INEGI, ocurrieron al alza abuso sexual (42.6%) y violación (37.8 por ciento).

La mortalidad materna que había disminuido durante 15 años creció con AMLO. La semana epidemiológica 47 reporta un crecimiento de 33 por ciento, superior a 2019; mantenemos el primer lugar en embarazo en adolescentes y se prevén 21 mil nacimientos entre ellas, por violación. Diariamente diez mujeres mueren por cáncer de mama, situación agudizada por la política de salud.

La desaparición de niñas y mujeres aumentó dos por ciento y hay poca efectividad del protocolo Alba. La enfermedad covid-19 produjo pérdida de empleos: el 60 por ciento afectó a mujeres; el doble que a hombres.

A esta realidad, la respuesta gubernamental es la indiferencia y una débil y confusa política. El mensaje directo y simbólico reiterado es producto de la “pérdida de valores”. En 502 conferencias mañaneras, AMLO nunca pronunció violencia de género. Se acompaña de mujeres integrantes del gabinete sólo en 22 por ciento. Cuando presentó el Plan Nacional de Desarrollo pidió; “No se hagan bolas”, primero los pobres. Veremos.

*Periodista, directora del portal informativo SemMéxico.mx