/ domingo 5 de abril de 2020

Pandemia: legitimidad bajo presión

Hay una gran cantidad de señalamientos en los medios nacionales e internacionales a propósito de la forma en que los gobiernos en el mundo se prepararon y gestionan los efectos de lo que ya es una catástrofe sanitaria, económica y en el peor escenario, política. La Inteligencia, como actividad central de la Seguridad Nacional, tiene entre sus principales funciones el de recuperar información para prevenir escenarios que pudieran afectar la estabilidad e incluso, la viabilidad del gobierno primero y del Estado y la sociedad, después.

Los sistemas sanitarios, son un área muy sensible a la vista del sistema social. Así como lo son la Seguridad Pública y la Educación. La crisis que estamos viviendo nos recuerda en efecto, que esas tres sustanciales responsabilidades son una potestad exclusiva (incluso, excluyente) del Estado, sin importar el perfil ideológico del gobierno en turno. La ausencia de programas y políticas, debilidad presupuestal, baja productividad, la falta de liderazgo político así como un disminuido peso en el ambiente internacional, colocan a cualquier Estado en una situación de precariedad sea cual fuere el antagonismo a enfrentar.

Los gobiernos de España, Estados Unidos, Italia, Brasil, Ecuador, por mencionar los más visibles, han sido objeto de abiertas críticas internas y externas por la manera en que se prepararon y gestionan la pandemia. En todos los casos, la recurrencia a las Fuerzas Armadas, como es en el caso de México, es una última ratio, para tratar de contener además de las tragedias que viven miles y miles de personas, el creciente deterioro de las capacidades institucionales para procesar la profundidad de la crisis en los sistemas sanitarios.

En nuestro país, vamos a entrar a la fase crítica de la pandemia a partir –se estima, del lunes 6. Las respuestas de la sociedad mexicana a las indicaciones de las autoridad de la Secretaría de Salud y de la Presidencia de la República, han sido heterogéneas. Y no podía ser de otra forma, pues como señala el encabezado del periódico francés Le Monde, en su edición del día jueves 2: el confinamiento ha revelado las enormes desigualdades. La concentración de la riqueza, la economía informal, la precariedad salarial, el hacinamiento, son entre otros, factores que pueden dar paso a expresiones de tensión e incluso violencia doméstica, callejera (saqueos, compras de pánico).

Además de la campaña de concientización para quedarnos en nuestras casas, las autoridades de la Secretaría de Salud, como directas responsables para coordinar los esfuerzos interinstitucionales para contener y procesar la pandemia, deben considerar medidas que procuren destensar el ambiente social. Tal y como lo hacen vecindarios y/o corporaciones de seguridad en otros países en las grandes concentraciones urbanas. Las medidas orientadas en ese sentido, pueden incidir para que los niveles de reconocimiento al gobierno una vez pasada la crisis, aumenten o por lo menos, se mantengan.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso


Hay una gran cantidad de señalamientos en los medios nacionales e internacionales a propósito de la forma en que los gobiernos en el mundo se prepararon y gestionan los efectos de lo que ya es una catástrofe sanitaria, económica y en el peor escenario, política. La Inteligencia, como actividad central de la Seguridad Nacional, tiene entre sus principales funciones el de recuperar información para prevenir escenarios que pudieran afectar la estabilidad e incluso, la viabilidad del gobierno primero y del Estado y la sociedad, después.

Los sistemas sanitarios, son un área muy sensible a la vista del sistema social. Así como lo son la Seguridad Pública y la Educación. La crisis que estamos viviendo nos recuerda en efecto, que esas tres sustanciales responsabilidades son una potestad exclusiva (incluso, excluyente) del Estado, sin importar el perfil ideológico del gobierno en turno. La ausencia de programas y políticas, debilidad presupuestal, baja productividad, la falta de liderazgo político así como un disminuido peso en el ambiente internacional, colocan a cualquier Estado en una situación de precariedad sea cual fuere el antagonismo a enfrentar.

Los gobiernos de España, Estados Unidos, Italia, Brasil, Ecuador, por mencionar los más visibles, han sido objeto de abiertas críticas internas y externas por la manera en que se prepararon y gestionan la pandemia. En todos los casos, la recurrencia a las Fuerzas Armadas, como es en el caso de México, es una última ratio, para tratar de contener además de las tragedias que viven miles y miles de personas, el creciente deterioro de las capacidades institucionales para procesar la profundidad de la crisis en los sistemas sanitarios.

En nuestro país, vamos a entrar a la fase crítica de la pandemia a partir –se estima, del lunes 6. Las respuestas de la sociedad mexicana a las indicaciones de las autoridad de la Secretaría de Salud y de la Presidencia de la República, han sido heterogéneas. Y no podía ser de otra forma, pues como señala el encabezado del periódico francés Le Monde, en su edición del día jueves 2: el confinamiento ha revelado las enormes desigualdades. La concentración de la riqueza, la economía informal, la precariedad salarial, el hacinamiento, son entre otros, factores que pueden dar paso a expresiones de tensión e incluso violencia doméstica, callejera (saqueos, compras de pánico).

Además de la campaña de concientización para quedarnos en nuestras casas, las autoridades de la Secretaría de Salud, como directas responsables para coordinar los esfuerzos interinstitucionales para contener y procesar la pandemia, deben considerar medidas que procuren destensar el ambiente social. Tal y como lo hacen vecindarios y/o corporaciones de seguridad en otros países en las grandes concentraciones urbanas. Las medidas orientadas en ese sentido, pueden incidir para que los niveles de reconocimiento al gobierno una vez pasada la crisis, aumenten o por lo menos, se mantengan.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso