/ jueves 18 de abril de 2019

Pasión de Cristo en su Iglesia

VER.- ¡Cuánto sufrimiento hay en todo el mundo, en creyentes y no creyentes! Y en todos ellos se actualiza la pasión de Jesús. Sufren padres de familia, que no pueden dar la atención integral que sus hijos requieren.

Esposas y madres de familia sufren sin consuelo y esperanza, porque ya no pueden con la cruz que significa un esposo alcohólico, violento, distante, infiel. Muchos enfermos y ancianos padecen en soledad sus achaques, su impotencia, el desprecio y la incomprensión de los suyos. Muchos jóvenes se sienten desconcertados ante la falta de estudio y trabajo, sin amigos verdaderos, sin éxito en el noviazgo y, sobre todo, sin una familia armónica, sin unos padres que les signifiquen seguridad, esperanza cierta de un futuro prometedor; se sienten solos y se dejan engañar por el alcohol, las drogas, los grupos delictivos.

En nuestra Iglesia, ¡cuánto dolor y sufrimiento, por todo tipo de fallas, tanto de los ministros jerárquicos, como del resto del Pueblo de Dios! No sólo por el delito execrable de la pederastia clerical, que crucifica sin misericordia a tantos niños, sino por otros pecados que llevamos en nuestra historia. Muchas veces los pastores hacemos sufrir injustamente a los fieles, por actitudes prepotentes y por un clericalismo repulsivo. ¡Pero cuánto sufren también un sacerdote calumniado, solo, enfermo, anciano, así como un obispo incomprendido, quizá distante del Pueblo y de su Presbiterio, criticado por las justas decisiones que debe tomar en bien de la comunidad!

Me duele mucho lo que están haciendo sufrir al Papa Francisco, sobre todo gente que se dice católica. Es increíble cómo malinterpretan todo lo que dice o hace. No comprenden su opción por los pobres y por la defensa de la casa común, como si esto fuera ajeno al Evangelio. No aceptan su insistencia en la misericordia, como si prescindiera de la moral católica. Se viralizan en las redes ataques, calumnias y descalificaciones.

Es cierto que siempre ha habido rechazos a algunos Papas, a veces con razón, como cuando, en el pasado, se comprobaron deficiencias en el proceder de alguno, pero los enemigos actuales no tienen una concepción de fe ante el Sucesor de Pedro, sino que todo lo juzgan según sus limitados y enfermizos criterios. ¡Que el Espíritu Santo lo fortalezca!

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

VER.- ¡Cuánto sufrimiento hay en todo el mundo, en creyentes y no creyentes! Y en todos ellos se actualiza la pasión de Jesús. Sufren padres de familia, que no pueden dar la atención integral que sus hijos requieren.

Esposas y madres de familia sufren sin consuelo y esperanza, porque ya no pueden con la cruz que significa un esposo alcohólico, violento, distante, infiel. Muchos enfermos y ancianos padecen en soledad sus achaques, su impotencia, el desprecio y la incomprensión de los suyos. Muchos jóvenes se sienten desconcertados ante la falta de estudio y trabajo, sin amigos verdaderos, sin éxito en el noviazgo y, sobre todo, sin una familia armónica, sin unos padres que les signifiquen seguridad, esperanza cierta de un futuro prometedor; se sienten solos y se dejan engañar por el alcohol, las drogas, los grupos delictivos.

En nuestra Iglesia, ¡cuánto dolor y sufrimiento, por todo tipo de fallas, tanto de los ministros jerárquicos, como del resto del Pueblo de Dios! No sólo por el delito execrable de la pederastia clerical, que crucifica sin misericordia a tantos niños, sino por otros pecados que llevamos en nuestra historia. Muchas veces los pastores hacemos sufrir injustamente a los fieles, por actitudes prepotentes y por un clericalismo repulsivo. ¡Pero cuánto sufren también un sacerdote calumniado, solo, enfermo, anciano, así como un obispo incomprendido, quizá distante del Pueblo y de su Presbiterio, criticado por las justas decisiones que debe tomar en bien de la comunidad!

Me duele mucho lo que están haciendo sufrir al Papa Francisco, sobre todo gente que se dice católica. Es increíble cómo malinterpretan todo lo que dice o hace. No comprenden su opción por los pobres y por la defensa de la casa común, como si esto fuera ajeno al Evangelio. No aceptan su insistencia en la misericordia, como si prescindiera de la moral católica. Se viralizan en las redes ataques, calumnias y descalificaciones.

Es cierto que siempre ha habido rechazos a algunos Papas, a veces con razón, como cuando, en el pasado, se comprobaron deficiencias en el proceder de alguno, pero los enemigos actuales no tienen una concepción de fe ante el Sucesor de Pedro, sino que todo lo juzgan según sus limitados y enfermizos criterios. ¡Que el Espíritu Santo lo fortalezca!

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas