/ jueves 20 de mayo de 2021

Perdón improcedente

A poco más de dos semanas del accidente de la Línea 12 del Metro, que dejó 26 muertos y más de 80 heridos, el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió perdón a las víctimas y a sus familiares. “Yo les pido perdón y todos los días lamento estas desgracias, no como autoridad, sino como persona. Yo deseo que nadie sufra, deseo que nadie pierda la vida…Merecen respeto y sus familiares, pues, merecen todo el afecto, todo el cariño, todo nuestro humanismo”, aseguró.

Como elector y ciudadano que soy no entiendo las palabras del Presidente. ¿Perdón, por qué? ¿Acaso fue el culpable o tuvo alguna responsabilidad en los trágicos hechos? Porque pide perdón quien es responsable. Pero ahondando en lo extraño y peculiar de la declaración presidencial me encuentro con lo siguiente. Enrico Ferri, el eminente jurista y criminólogo de la Escuela Positiva del Derecho Penal, sostuvo la tesis de que el Estado es siempre responsable, de una manera u otra, de cualquier accidente que ocurra.

Esto en razón de que al margen de la responsabilidad individual o personal el Estado asume siempre, per se, una especie de responsabilidad innata en todo accidente que ocurra en el territorio bajo su jurisdicción. O sea, que esa responsabilidad debe ser asumida, sociológicamente hablando, con base en el pacto social, en el contrato social entre los ciudadanos y la autoridad estatal. Tesis que para muchos es audaz y para otros perfectamente válida en un entorno auténticamente democrático.

Ahora bien, el Estado crea en rigor una serie de derechos y obligaciones, derivados de un compromiso social entre los ciudadanos y el propio Estado, para poder vivir en paz y en armonía. En tal virtud el Estado tiene una responsabilidad, digamos, colateral, subsidiaria en el caso. Lo evidente, pues, es que al final de cuentas, o en última instancia, es el Estado la entidad que responde del pacto social y garantiza su existencia tanto como su subsistencia. Y es sin duda una especie de protector de los ciudadanos y de su convivencia mediante una serie de reglas, normas o principios. Lo contario, dice Rousseau, es la barbarie. El hecho es que guste o no, satisfaga o no, la tesis de ferri es la única que puede explicar lo del perdón que pide el Presidente de la República. No se si él ha leído a Ferri o consultado a Ferri, pero las meras palabras presidenciales siembran confusión y duda. ¿El perdón de que habla es gratuito? ¿Caritativo, compasivo, únicamente solidario?

A las palabras presidenciales les falta un auténtico sustento razonable. Y si el Presidente cree en ellas, si es coherente con ellas, debe o debería indemnizar a las víctimas del accidente. En suma, responder por un daño moral. Sin embargo lo delicado del asunto es que así, tratándose de cualquier accidente, de la clase y naturaleza que sea, el Estado tiene que reparar el daño o indemnizar. Menudo problema político, al margen de la tesis de Ferri. Pero a esto lleva el perdón que ha pedido el Presidente, puesto que no hay duda de que habló como jefe de Estado, gobernante y titular del Poder Ejecutivo.

En suma, una confusión más, en medio de tantas, que causa la improvisación verbal del Presidente de la República. No es asunto de poca importancia ya que no habla Andrés Manuel López Obrador sino el Presidente de la República, y la confusión creada por sus palabras influye sin duda en la responsabilidad democrática de todos, gobernantes y gobernados que son la manifestación jurídica y política del Estado.


PROFESOR EMERITO DE LA UNAM

Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca

A poco más de dos semanas del accidente de la Línea 12 del Metro, que dejó 26 muertos y más de 80 heridos, el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió perdón a las víctimas y a sus familiares. “Yo les pido perdón y todos los días lamento estas desgracias, no como autoridad, sino como persona. Yo deseo que nadie sufra, deseo que nadie pierda la vida…Merecen respeto y sus familiares, pues, merecen todo el afecto, todo el cariño, todo nuestro humanismo”, aseguró.

Como elector y ciudadano que soy no entiendo las palabras del Presidente. ¿Perdón, por qué? ¿Acaso fue el culpable o tuvo alguna responsabilidad en los trágicos hechos? Porque pide perdón quien es responsable. Pero ahondando en lo extraño y peculiar de la declaración presidencial me encuentro con lo siguiente. Enrico Ferri, el eminente jurista y criminólogo de la Escuela Positiva del Derecho Penal, sostuvo la tesis de que el Estado es siempre responsable, de una manera u otra, de cualquier accidente que ocurra.

Esto en razón de que al margen de la responsabilidad individual o personal el Estado asume siempre, per se, una especie de responsabilidad innata en todo accidente que ocurra en el territorio bajo su jurisdicción. O sea, que esa responsabilidad debe ser asumida, sociológicamente hablando, con base en el pacto social, en el contrato social entre los ciudadanos y la autoridad estatal. Tesis que para muchos es audaz y para otros perfectamente válida en un entorno auténticamente democrático.

Ahora bien, el Estado crea en rigor una serie de derechos y obligaciones, derivados de un compromiso social entre los ciudadanos y el propio Estado, para poder vivir en paz y en armonía. En tal virtud el Estado tiene una responsabilidad, digamos, colateral, subsidiaria en el caso. Lo evidente, pues, es que al final de cuentas, o en última instancia, es el Estado la entidad que responde del pacto social y garantiza su existencia tanto como su subsistencia. Y es sin duda una especie de protector de los ciudadanos y de su convivencia mediante una serie de reglas, normas o principios. Lo contario, dice Rousseau, es la barbarie. El hecho es que guste o no, satisfaga o no, la tesis de ferri es la única que puede explicar lo del perdón que pide el Presidente de la República. No se si él ha leído a Ferri o consultado a Ferri, pero las meras palabras presidenciales siembran confusión y duda. ¿El perdón de que habla es gratuito? ¿Caritativo, compasivo, únicamente solidario?

A las palabras presidenciales les falta un auténtico sustento razonable. Y si el Presidente cree en ellas, si es coherente con ellas, debe o debería indemnizar a las víctimas del accidente. En suma, responder por un daño moral. Sin embargo lo delicado del asunto es que así, tratándose de cualquier accidente, de la clase y naturaleza que sea, el Estado tiene que reparar el daño o indemnizar. Menudo problema político, al margen de la tesis de Ferri. Pero a esto lleva el perdón que ha pedido el Presidente, puesto que no hay duda de que habló como jefe de Estado, gobernante y titular del Poder Ejecutivo.

En suma, una confusión más, en medio de tantas, que causa la improvisación verbal del Presidente de la República. No es asunto de poca importancia ya que no habla Andrés Manuel López Obrador sino el Presidente de la República, y la confusión creada por sus palabras influye sin duda en la responsabilidad democrática de todos, gobernantes y gobernados que son la manifestación jurídica y política del Estado.


PROFESOR EMERITO DE LA UNAM

Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho.raulcarranca