/ domingo 27 de marzo de 2022

Persiste un grave equívoco: no hay Guerra Fría

Numerosos son los libros que abordan el tema. Destaca, entre otros, el de Williamson Murray y Allan R. Millett, La guerra que había que ganar (ed. Crítica), en donde se documenta que más que diferencias ideológicas, los aliados contra la Alemania nazi, disputaban escenarios y espacios para mejor posicionar sus intereses. Desde aquélla época, Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, se confrontaron sin llegar a la escalada de un conflicto bélico directo. Como ahora, la opción de la destrucción recíproca, es lo que de forma paradójica, limita una verdadera guerra mundial.

En el enorme desconocimiento de la historia, de las dinámicas sociales y por supuesto de los recambios de los intereses mundiales, la Cámara de Diputados, a través de la representación del Partido de los Trabajadores (es un decir) puso en marcha la asociación legislativa y grupo de amistad con la Duma –que por cierto no es mencionada con ese carácter, entre México y Rusia. La cuestión, es desde luego, la oportunidad de la decisión. Más aún en el curso de una invasión, en donde miles de personas han muerto y de acuerdo con las Naciones Unidas, más de cinco millones de seres humanos han debido abandonar sus casas, trabajos y escuelas.

No hay una nueva guerra fría (con minúsculas) debido a que no hay diferendos ideológicos. Tanto la Casa Blanca como el Kremlin, ejemplifican los protagonismos de sus intereses; México por su ubicación Geopolítica, está llamado a gestionar un papel preponderante en una situación, que ojalá que no evolucione, pues podría llevar a la última guerra de la humanidad. Los misiles hipersónicos, probados y utilizados en este conflicto, dan una idea muy precisa de lo cerca que estamos de la autodestrucción. Así ha sucedido en guerras recientes y remotas: son escenarios para probar las capacidades destructivas de armamento de última generación.

El equivoco y maniqueísmo de un amplio sector de la opinión pública y de los medios digitales en nuestro país, respecto de que estar en contra de los Estados Unidos es ubicarse en el lugar correcto, no tiene un alfiler de soporte. No hay predilecciones ideológicas. Como sabemos, la posesión de territorios, mares y espacio aéreo, han propiciado desde siempre los conflictos bélicos. Es notable, conforme a la proyección de un conflicto que debía concluir pronto, se sigue alargando y en consecuencia, sus implicaciones, también.

No hay guerra fría, debido a que no existe una contrastación de modelos de sociedad, economía e incluso de ejercer la democracia. Somos testigos, de una confrontación por la posesión de territorios, de salidas al mar y de concesiones aplicadas a cada una de las opciones que representa la diversidad de acceso recursos naturales no renovables

De manera desafortunada, la propensión a los apegos ideológicos, son parte de un anacronismo sin sentido. Bien ha hecho el gobierno de la República, en mantenerse en una postura conciliadora, no en cambio, esas desafortunadas inclinaciones de grupos legislativos que en nada aportan a la disposición para acercar negociaciones.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

Numerosos son los libros que abordan el tema. Destaca, entre otros, el de Williamson Murray y Allan R. Millett, La guerra que había que ganar (ed. Crítica), en donde se documenta que más que diferencias ideológicas, los aliados contra la Alemania nazi, disputaban escenarios y espacios para mejor posicionar sus intereses. Desde aquélla época, Estados Unidos y la entonces Unión Soviética, se confrontaron sin llegar a la escalada de un conflicto bélico directo. Como ahora, la opción de la destrucción recíproca, es lo que de forma paradójica, limita una verdadera guerra mundial.

En el enorme desconocimiento de la historia, de las dinámicas sociales y por supuesto de los recambios de los intereses mundiales, la Cámara de Diputados, a través de la representación del Partido de los Trabajadores (es un decir) puso en marcha la asociación legislativa y grupo de amistad con la Duma –que por cierto no es mencionada con ese carácter, entre México y Rusia. La cuestión, es desde luego, la oportunidad de la decisión. Más aún en el curso de una invasión, en donde miles de personas han muerto y de acuerdo con las Naciones Unidas, más de cinco millones de seres humanos han debido abandonar sus casas, trabajos y escuelas.

No hay una nueva guerra fría (con minúsculas) debido a que no hay diferendos ideológicos. Tanto la Casa Blanca como el Kremlin, ejemplifican los protagonismos de sus intereses; México por su ubicación Geopolítica, está llamado a gestionar un papel preponderante en una situación, que ojalá que no evolucione, pues podría llevar a la última guerra de la humanidad. Los misiles hipersónicos, probados y utilizados en este conflicto, dan una idea muy precisa de lo cerca que estamos de la autodestrucción. Así ha sucedido en guerras recientes y remotas: son escenarios para probar las capacidades destructivas de armamento de última generación.

El equivoco y maniqueísmo de un amplio sector de la opinión pública y de los medios digitales en nuestro país, respecto de que estar en contra de los Estados Unidos es ubicarse en el lugar correcto, no tiene un alfiler de soporte. No hay predilecciones ideológicas. Como sabemos, la posesión de territorios, mares y espacio aéreo, han propiciado desde siempre los conflictos bélicos. Es notable, conforme a la proyección de un conflicto que debía concluir pronto, se sigue alargando y en consecuencia, sus implicaciones, también.

No hay guerra fría, debido a que no existe una contrastación de modelos de sociedad, economía e incluso de ejercer la democracia. Somos testigos, de una confrontación por la posesión de territorios, de salidas al mar y de concesiones aplicadas a cada una de las opciones que representa la diversidad de acceso recursos naturales no renovables

De manera desafortunada, la propensión a los apegos ideológicos, son parte de un anacronismo sin sentido. Bien ha hecho el gobierno de la República, en mantenerse en una postura conciliadora, no en cambio, esas desafortunadas inclinaciones de grupos legislativos que en nada aportan a la disposición para acercar negociaciones.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso