/ viernes 2 de agosto de 2019

Plan de Refinación y las economías regionales

En diciembre del año pasado, el Presidente de la República lanzó el Plan Nacional de Refinación, cuyos ejes centrales son la rehabilitación de las 6 refinerías existentes (Minatitlán, Salamanca, Tula, Cadereyta, Madero y Salina Cruz) y la construcción de una nueva en Dos Bocas, Tabasco.

Estas acciones tienen dos propósitos: el primero tiene que ver con ampliar y eficientar la capacidad de refinación para importar menos gasolinas; y el segundo -que es al que me quiero referir en esta opinión- se relaciona con el fomento de las economías regionales alrededor de las refinerías.

Como oriundo de Minatitlán -y lo mismo sucede en los otros municipios donde se encuentran las refinerías restantes- la economía de la región gira en torno a ellas, por eso se celebró el anuncio que se traducirá en inversiones aproximadas de 2,500 millones de pesos en cada una en este año.

La expectativa es grande, porque además se pretende modificar el esquema de negocios. En el pasado, Pemex realizaba contrataciones con unas pocas empresas grandes, quienes a su vez subcontrataban muchas empresas pequeñas; ahora, se pretende generar un número mayor de contratos, para que todas las empresas puedan participar directamente.

Se espera que en el segundo semestre de este año se logre aterrizar ese nuevo esquema de inversión pública, lo que generará una consecuente derrama económica en las regiones petroleras que han estado deprimidas por muchos años por falta de inversión.

Pero en el horizonte existe también una situación que deberá atenderse debidamente: los adeudos de Pemex con empresas por las reparaciones de 2017 y 2018 en las refinerías. Esos adeudos -bajo el esquema de negocios que privaba en aquel momento- generó que las empresas acreedoras de Pemex dejaran de pagar a las empresas subcontratistas y a proveedores locales, con el consecuente cierre de muchos negocios, desempleo de trabajadores y escaso movimiento económico, lo que agravó aún más las carencias de la región. Esas pequeñas empresas subcontratistas se han manifestado ante el Director General de Pemex e incluso han tomado las instalaciones de la refinería de Minatitlán solicitando el pago.

Pemex inició y concluyó una auditoría sobre esos contratos de los años 2017 y 2018, por lo que, el paso siguiente debe ser: 1) Pemex debe transparentar esos resultados; 2) Pemex debe actuar jurídicamente si encontró alguna situación ilícita; y 3) Comprobarse la realización de las obras de los años 2017 y 2018, y si estas no tienen ninguna irregularidad, Pemex deberá implementar las rutas legales atinentes con las empresas acreedoras, para garantizar que, al pagarles, éstas a su vez liquiden sus adeudos con los subcontratistas, y que no suceda, como en el pasado, cuando empresas extranjeras, subcontrataron a empresas mexicanas y nunca les pagaron regresándose a sus países de origen.

Pemex es un símbolo, y debe servir para tener autosuficiencia energética y para ser parte del desarrollo económico y bienestar de los mexicanos.

TWITTER: @Sergeluna_S

En diciembre del año pasado, el Presidente de la República lanzó el Plan Nacional de Refinación, cuyos ejes centrales son la rehabilitación de las 6 refinerías existentes (Minatitlán, Salamanca, Tula, Cadereyta, Madero y Salina Cruz) y la construcción de una nueva en Dos Bocas, Tabasco.

Estas acciones tienen dos propósitos: el primero tiene que ver con ampliar y eficientar la capacidad de refinación para importar menos gasolinas; y el segundo -que es al que me quiero referir en esta opinión- se relaciona con el fomento de las economías regionales alrededor de las refinerías.

Como oriundo de Minatitlán -y lo mismo sucede en los otros municipios donde se encuentran las refinerías restantes- la economía de la región gira en torno a ellas, por eso se celebró el anuncio que se traducirá en inversiones aproximadas de 2,500 millones de pesos en cada una en este año.

La expectativa es grande, porque además se pretende modificar el esquema de negocios. En el pasado, Pemex realizaba contrataciones con unas pocas empresas grandes, quienes a su vez subcontrataban muchas empresas pequeñas; ahora, se pretende generar un número mayor de contratos, para que todas las empresas puedan participar directamente.

Se espera que en el segundo semestre de este año se logre aterrizar ese nuevo esquema de inversión pública, lo que generará una consecuente derrama económica en las regiones petroleras que han estado deprimidas por muchos años por falta de inversión.

Pero en el horizonte existe también una situación que deberá atenderse debidamente: los adeudos de Pemex con empresas por las reparaciones de 2017 y 2018 en las refinerías. Esos adeudos -bajo el esquema de negocios que privaba en aquel momento- generó que las empresas acreedoras de Pemex dejaran de pagar a las empresas subcontratistas y a proveedores locales, con el consecuente cierre de muchos negocios, desempleo de trabajadores y escaso movimiento económico, lo que agravó aún más las carencias de la región. Esas pequeñas empresas subcontratistas se han manifestado ante el Director General de Pemex e incluso han tomado las instalaciones de la refinería de Minatitlán solicitando el pago.

Pemex inició y concluyó una auditoría sobre esos contratos de los años 2017 y 2018, por lo que, el paso siguiente debe ser: 1) Pemex debe transparentar esos resultados; 2) Pemex debe actuar jurídicamente si encontró alguna situación ilícita; y 3) Comprobarse la realización de las obras de los años 2017 y 2018, y si estas no tienen ninguna irregularidad, Pemex deberá implementar las rutas legales atinentes con las empresas acreedoras, para garantizar que, al pagarles, éstas a su vez liquiden sus adeudos con los subcontratistas, y que no suceda, como en el pasado, cuando empresas extranjeras, subcontrataron a empresas mexicanas y nunca les pagaron regresándose a sus países de origen.

Pemex es un símbolo, y debe servir para tener autosuficiencia energética y para ser parte del desarrollo económico y bienestar de los mexicanos.

TWITTER: @Sergeluna_S