/ lunes 4 de octubre de 2021

Pobre, el liderazgo femenino en la academia

La realidad de la desigualdad de género en el liderazgo de la academia y en las instituciones de educación superior no tiene discusión a la luz de las estadísticas. La academia es más machista que la política y los medios de comunicación.

Los datos para esta afirmación se consultaron en el sitio web oficial de las 66 universidades mexicanas que son consideradas en la edición 2021 del QS Latin America University Ranking, el cual evalúa a las principales instituciones de educación superior de Latinoamérica y el mundo.

Según cifras obtenidas por Enkoll, sólo el 11% de las mejores universidades de nuestro país tienen una participación femenina como rectoras o directoras generales en turno, lo que representa una brecha de género en comparación con el 89% de las instituciones de educación superior que son lideradas por hombres.

Al tomar como referencia las 20 universidades donde se concentra la oferta educativa de excelencia a nivel nacional, sólo la vicerrectoría de la Universidad Iberoamericana campus Ciudad de México, la rectoría interna de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), la presidencia del Colegio de México AC, la rectoría general de la Universidad Panamericana (UP) y la rectoría de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) son ocupadas actualmente por mujeres.

Por el contrario, en las 15 universidades restantes, son los hombres quienes desempeñan los puestos directivos. El listado está integrado por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN), Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Universidad de Guadalajara (UDG), Universidad Autónoma de Nuevo León, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), Universidad Anáhuac México, entre otras.

Llama la atención que la participación femenina en los espacios directivos de las universidades se encuentra únicamente en la Ciudad de México, Puebla, Querétaro, Quintana Roo y Sinaloa. Además, de acuerdo al análisis, según el tipo de financiamiento, de un total de 44 universidades públicas a nivel nacional, sólo cuatro instituciones cuentan con mujeres en puestos de alto nivel: El Colegio de México AC, Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Universidad del Caribe en Quintana Roo y Universidad de Occidente en Sinaloa.

Con el objetivo de incrementar la participación femenina en los liderazgos directivos, debemos comenzar por analizar los márgenes de acceso a las universidades. Según cifras del Sistema de Estadísticas Continuas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en México existen 4.03 millones de estudiantes de educación superior, de los cuales el 48% son hombres y 52% son mujeres.

La paradoja es que, además de que hay más mujeres estudiando en las instituciones de educación superior, las alumnas constituyen una parte ligeramente mayor de los graduados en la población escolar. Según datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), del total de alumnos titulados en el ciclo 2020-2021, el 57% son mujeres, en tanto que el 43% son hombres.

Es claro que los mecanismos implementados durante las últimas décadas para promover el acceso paritario a la educación superior han acortado la brecha de género en la conformación de la matrícula de las universidades, sin embargo, en el ámbito docente ocurre un escenario menos alentador.

Se observa que a pesar de que la proporción de mujeres docentes en la educación superior es del 47%, según los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), su presencia en puestos directivos a nivel rectoría y dirección general, se estima significativamente menor y alcanza únicamente un 11% entre las instituciones consultadas.

Si hacemos un recorrido en su historial, encontramos que la principal universidad del país y la de mayor matrícula en América Latina, la UNAM, ha sido dirigida sólo por hombres, en el mismo caso se encuentra la UAM, que desde su fundación en el año 1974, ha tenido 14 rectores. Por su parte, el IPN, de 28 directores que ha tenido desde su creación en 1936, solo una mujer ocupó el cargo en el periodo del 2009 al 2014, la ingeniera bioquímica Yoloxóchitl Bustamante Díez.

Las cifras no varían en las universidades privadas: el Tecnológico de Monterrey ha tenido siete rectores desde su creación y ninguno de ellos de sexo femenino. El ITAM ha tenido cuatro directores generales y cuatro rectores. Todos ellos hombres.

El hecho de que haya menos mujeres liderando las universidades del país, es un reflejo más de los desequilibrios de género en todas las esferas de la vida social y económica, donde los cargos de responsabilidad siguen estando mayoritariamente en manos de hombres.

Ante este escenario, es momento de reflexionar sobre cuáles son las causas de esta situación. Sin duda, la discriminación y la falta de reconocimiento es lo que hace que las mujeres no puedan acceder a posiciones de mando. Por ello es urgente que la academia en México esté a la altura de lo que nuestro país necesita, se deben crear programas de acción, establecer y cumplir cuotas de paridad en la formación continua, así como fortalecer la transparencia en la promoción de puestos directivos que privilegien la experiencia, el liderazgo y la excelencia en la educación.

La realidad de la desigualdad de género en el liderazgo de la academia y en las instituciones de educación superior no tiene discusión a la luz de las estadísticas. La academia es más machista que la política y los medios de comunicación.

Los datos para esta afirmación se consultaron en el sitio web oficial de las 66 universidades mexicanas que son consideradas en la edición 2021 del QS Latin America University Ranking, el cual evalúa a las principales instituciones de educación superior de Latinoamérica y el mundo.

Según cifras obtenidas por Enkoll, sólo el 11% de las mejores universidades de nuestro país tienen una participación femenina como rectoras o directoras generales en turno, lo que representa una brecha de género en comparación con el 89% de las instituciones de educación superior que son lideradas por hombres.

Al tomar como referencia las 20 universidades donde se concentra la oferta educativa de excelencia a nivel nacional, sólo la vicerrectoría de la Universidad Iberoamericana campus Ciudad de México, la rectoría interna de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), la presidencia del Colegio de México AC, la rectoría general de la Universidad Panamericana (UP) y la rectoría de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) son ocupadas actualmente por mujeres.

Por el contrario, en las 15 universidades restantes, son los hombres quienes desempeñan los puestos directivos. El listado está integrado por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN), Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), Universidad de Guadalajara (UDG), Universidad Autónoma de Nuevo León, Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), Universidad Anáhuac México, entre otras.

Llama la atención que la participación femenina en los espacios directivos de las universidades se encuentra únicamente en la Ciudad de México, Puebla, Querétaro, Quintana Roo y Sinaloa. Además, de acuerdo al análisis, según el tipo de financiamiento, de un total de 44 universidades públicas a nivel nacional, sólo cuatro instituciones cuentan con mujeres en puestos de alto nivel: El Colegio de México AC, Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), Universidad del Caribe en Quintana Roo y Universidad de Occidente en Sinaloa.

Con el objetivo de incrementar la participación femenina en los liderazgos directivos, debemos comenzar por analizar los márgenes de acceso a las universidades. Según cifras del Sistema de Estadísticas Continuas de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en México existen 4.03 millones de estudiantes de educación superior, de los cuales el 48% son hombres y 52% son mujeres.

La paradoja es que, además de que hay más mujeres estudiando en las instituciones de educación superior, las alumnas constituyen una parte ligeramente mayor de los graduados en la población escolar. Según datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), del total de alumnos titulados en el ciclo 2020-2021, el 57% son mujeres, en tanto que el 43% son hombres.

Es claro que los mecanismos implementados durante las últimas décadas para promover el acceso paritario a la educación superior han acortado la brecha de género en la conformación de la matrícula de las universidades, sin embargo, en el ámbito docente ocurre un escenario menos alentador.

Se observa que a pesar de que la proporción de mujeres docentes en la educación superior es del 47%, según los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), su presencia en puestos directivos a nivel rectoría y dirección general, se estima significativamente menor y alcanza únicamente un 11% entre las instituciones consultadas.

Si hacemos un recorrido en su historial, encontramos que la principal universidad del país y la de mayor matrícula en América Latina, la UNAM, ha sido dirigida sólo por hombres, en el mismo caso se encuentra la UAM, que desde su fundación en el año 1974, ha tenido 14 rectores. Por su parte, el IPN, de 28 directores que ha tenido desde su creación en 1936, solo una mujer ocupó el cargo en el periodo del 2009 al 2014, la ingeniera bioquímica Yoloxóchitl Bustamante Díez.

Las cifras no varían en las universidades privadas: el Tecnológico de Monterrey ha tenido siete rectores desde su creación y ninguno de ellos de sexo femenino. El ITAM ha tenido cuatro directores generales y cuatro rectores. Todos ellos hombres.

El hecho de que haya menos mujeres liderando las universidades del país, es un reflejo más de los desequilibrios de género en todas las esferas de la vida social y económica, donde los cargos de responsabilidad siguen estando mayoritariamente en manos de hombres.

Ante este escenario, es momento de reflexionar sobre cuáles son las causas de esta situación. Sin duda, la discriminación y la falta de reconocimiento es lo que hace que las mujeres no puedan acceder a posiciones de mando. Por ello es urgente que la academia en México esté a la altura de lo que nuestro país necesita, se deben crear programas de acción, establecer y cumplir cuotas de paridad en la formación continua, así como fortalecer la transparencia en la promoción de puestos directivos que privilegien la experiencia, el liderazgo y la excelencia en la educación.