/ miércoles 11 de agosto de 2021

Pobreza y falta de acceso a servicios de salud en México.

Sigo desconcertada por los datos presentados por el CONEVAL hace unos días: Dimensionar todo lo que conlleva que el 52.8% de los seres humanos de esta país se encuentran por debajo de la línea de pobreza por ingresos.

La pandemia tiene todo que ver, y agudiza esta situación la falta de políticas públicas encaminadas a apoyar a micro, pequeñas y medianas empresas que han enfrentado una cara dura de la realidad mientras ven sus ingresos reducidos y miles de personas quedan sin seguridad social cuando hace 2 años representaban más del 80% del empleo en el país. Las mujeres, además, enfrentan las mayores tasas de desempleo y pobreza.

Por otra parte, en México, 2.1 millones entraron en pobreza extrema y se perciben impactos diferenciados en grupos de afectados como jóvenes y niñas y niños, en los que aumentó este fenómeno en 2%, duplicando la incidencia en menores de 5 años, lo que también se refleja en la carencia de acceso a servicios de salud que pasó del 14 al 27% producto de la pérdida de empleo y del acceso a seguridad social de las personas a cargo de su cuidado. Aunado a los datos de jóvenes de 15 a 29 años que de acuerdo con la ENOE 2021 tienen la tasa más alta de desempleo (7%) entre la población económicamente activa.

Afortunadamente las entidades más necesitadas como Guerrero, Oaxaca y Chiapas han disminuido los porcentajes de incidencia de pobreza y pobreza extrema, en contraste con los incrementos significativos en 7 estados en términos de pobreza y 11 en pobreza extrema, principalmente en el centro norte del país.

Todo esto es sintomático de millones de familias que perdieron sus fuentes de ingresos y que se han desplazado de trabajos formales a informales, perdiendo seguridad social. Entre las 6 carencias sociales que mide CONEVAL, la carencia en acceso a servicios de salud se incrementó brutalmente, de 16.2 a 28.2%. Justo en un momento de emergencia sanitaria, agudizando la vulnerabilidad. Asimismo, debe atenderse de manera inminente el incremento de población menor de 18 años con ingresos inferiores a la línea de pobreza extrema que pasó del 18 al 22%.

Las proyecciones de la CEPAL no son alentadoras. Para 2022 se proyecta para América Latina y el Caribe crecimiento del 2,9%, que representa una desaceleración del ritmo de recuperación estimado para el cierre de este año en 5.2%, frente a la caída de -6.8% en 2020, que afectó –y afectará– gravemente a la población con menores ingresos.

Ante este panorama, importa la manera en que se distribuye el presupuesto público en el acceso oportuno a servicios de salud y en medidas económicas para devolver el empleo formal, sobre todo a las mujeres y jóvenes jefas y jefes de familia que proveen seguridad social a sus familias y que han enfrentado una crisis económica y sanitaria por demás asfixiante.


#Pobreza

#CONEVAL



@ClauCorichi



Sigo desconcertada por los datos presentados por el CONEVAL hace unos días: Dimensionar todo lo que conlleva que el 52.8% de los seres humanos de esta país se encuentran por debajo de la línea de pobreza por ingresos.

La pandemia tiene todo que ver, y agudiza esta situación la falta de políticas públicas encaminadas a apoyar a micro, pequeñas y medianas empresas que han enfrentado una cara dura de la realidad mientras ven sus ingresos reducidos y miles de personas quedan sin seguridad social cuando hace 2 años representaban más del 80% del empleo en el país. Las mujeres, además, enfrentan las mayores tasas de desempleo y pobreza.

Por otra parte, en México, 2.1 millones entraron en pobreza extrema y se perciben impactos diferenciados en grupos de afectados como jóvenes y niñas y niños, en los que aumentó este fenómeno en 2%, duplicando la incidencia en menores de 5 años, lo que también se refleja en la carencia de acceso a servicios de salud que pasó del 14 al 27% producto de la pérdida de empleo y del acceso a seguridad social de las personas a cargo de su cuidado. Aunado a los datos de jóvenes de 15 a 29 años que de acuerdo con la ENOE 2021 tienen la tasa más alta de desempleo (7%) entre la población económicamente activa.

Afortunadamente las entidades más necesitadas como Guerrero, Oaxaca y Chiapas han disminuido los porcentajes de incidencia de pobreza y pobreza extrema, en contraste con los incrementos significativos en 7 estados en términos de pobreza y 11 en pobreza extrema, principalmente en el centro norte del país.

Todo esto es sintomático de millones de familias que perdieron sus fuentes de ingresos y que se han desplazado de trabajos formales a informales, perdiendo seguridad social. Entre las 6 carencias sociales que mide CONEVAL, la carencia en acceso a servicios de salud se incrementó brutalmente, de 16.2 a 28.2%. Justo en un momento de emergencia sanitaria, agudizando la vulnerabilidad. Asimismo, debe atenderse de manera inminente el incremento de población menor de 18 años con ingresos inferiores a la línea de pobreza extrema que pasó del 18 al 22%.

Las proyecciones de la CEPAL no son alentadoras. Para 2022 se proyecta para América Latina y el Caribe crecimiento del 2,9%, que representa una desaceleración del ritmo de recuperación estimado para el cierre de este año en 5.2%, frente a la caída de -6.8% en 2020, que afectó –y afectará– gravemente a la población con menores ingresos.

Ante este panorama, importa la manera en que se distribuye el presupuesto público en el acceso oportuno a servicios de salud y en medidas económicas para devolver el empleo formal, sobre todo a las mujeres y jóvenes jefas y jefes de familia que proveen seguridad social a sus familias y que han enfrentado una crisis económica y sanitaria por demás asfixiante.


#Pobreza

#CONEVAL



@ClauCorichi