/ lunes 2 de septiembre de 2024

Poder Nacional / La élite militar en la democracia de los EU

Apuntaba en la anterior entrega, en un muy sintetizado repaso, algunos pasajes ilustrativos respecto de algunas de las claves históricas en las relaciones civiles militares a lo largo de la historia de los Estados Unidos. En esta nueva entrega, la pretensión es poner el foco de atención en el proceso electoral, sobre todo el presidencial, que se resolverá en las urnas el próximo martes 5 de noviembre.

Como todos los comicios en las democracias liberales contemporáneas, se tratan de procesos determinantes para la formulación de programas y políticas, pero que en el caso de ese país, sus efectos son amplios e influyen en la dinámica mundial.

Así, luego de una larga y brillante carrera militar, el General Mark Milley (Army o Ejército de tierra), concluyó sus tareas como Jefe del Estado Mayor Conjunto, en septiembre de 2023. Fue sustituido por el General de la Fuerza Aérea, Charles Brown, que por cierto, es el segundo militar de la más alta responsabilidad en planeación estratégica y operativa perteneciente a la comunidad afroamericana, el primero fue el ampliamente reconocido General Collin Powel (1989-1993), que a su vez, fue Jefe del Departamento de Estado (2021-2005), designado por el Presidente Georges Bush, luego de la Guerra del Golfo, que terminó con la tiranía de Sadam Hussein.

De esa manera, la regla no escrita en el sistema político de los Estados Unidos, respecto del desempeño de militares al concluir un episodio bélico importante, sigue siendo una tendencia que habremos de observar en la siguiente presidencia, sea quien fuera que gane los comicios para ocupar la Casa Blanca. En el contexto tenemos varios y muy complicados/peligrosos escenarios.

El primero, por las implicaciones directas de una potencia nuclear mundial, Rusia, y la proximidad geográfica de los países europeos. Me refiero a la invasión a Ucrania. El segundo, es la creciente expansión del conflicto entre las Fuerzas Armadas de Israel y Hamas, y con ello, la destrucción de infraestructura, pero sobre las constante pérdida de cientos de vidas de personas inocentes, en Gaza.

El tercero, son las tensiones militares entre la República Popular de China y Taiwán. Esto lo apunté en la anterior entrega. Pero es necesario ponderarlo en cuanto a las elecciones mismas en Estados Unidos y los escenarios de las relaciones militares en ese país.

Cabe destacar en ese sentido, que en la actualidad el General Lloyd Austin (Army), también de la comunidad afroamericana, hubo de recibir al igual que el General James Mattis (Marines o Infantería de Marina) durante el período 2017-2019, la dispensa del Congreso para desempeñar el cargo de Jefe del Departamento de Defensa, en virtud de que no habían transcurrido los seis años en situación de retiro, como la marca la ley correspondiente. Lo que debe destacarse en ambos casos, es que al ocupar el principal cargo dentro de la estructura civil en materia de Defensa y Política Militar, la influencia política de la élite militar –sin que medien elecciones en los dos casos, indica con nitidez la influencia lograda como resultado de las guerras simultáneas de Iraq y Afganistán.

Desde luego es impreciso hacer vaticinios respecto de cómo se darán en cuanto a posiciones del próximo gabinete presidencial para élite militar, sea con Kamala Harris o con Donald Trump. Lo cierto es que se darán. A lo largo de la historia, ha habido cierta propensión a identificar a la estructura jerárquica superior de las Fuerzas Armadas, con el Partido Republicano. Pero es eso, un tendencia. Recordemos como Collin Powel, apoyó abiertamente a Hillary Clinton en la primera campaña de Donald Trump. Allí están también, las valientes y ejemplares posturas hasta su muerte, de John McCain como senador republicano, a las políticas del entonces Presidente Donald Trump. Es decir, no hay una identidad corporativa ni mucho menos.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

Apuntaba en la anterior entrega, en un muy sintetizado repaso, algunos pasajes ilustrativos respecto de algunas de las claves históricas en las relaciones civiles militares a lo largo de la historia de los Estados Unidos. En esta nueva entrega, la pretensión es poner el foco de atención en el proceso electoral, sobre todo el presidencial, que se resolverá en las urnas el próximo martes 5 de noviembre.

Como todos los comicios en las democracias liberales contemporáneas, se tratan de procesos determinantes para la formulación de programas y políticas, pero que en el caso de ese país, sus efectos son amplios e influyen en la dinámica mundial.

Así, luego de una larga y brillante carrera militar, el General Mark Milley (Army o Ejército de tierra), concluyó sus tareas como Jefe del Estado Mayor Conjunto, en septiembre de 2023. Fue sustituido por el General de la Fuerza Aérea, Charles Brown, que por cierto, es el segundo militar de la más alta responsabilidad en planeación estratégica y operativa perteneciente a la comunidad afroamericana, el primero fue el ampliamente reconocido General Collin Powel (1989-1993), que a su vez, fue Jefe del Departamento de Estado (2021-2005), designado por el Presidente Georges Bush, luego de la Guerra del Golfo, que terminó con la tiranía de Sadam Hussein.

De esa manera, la regla no escrita en el sistema político de los Estados Unidos, respecto del desempeño de militares al concluir un episodio bélico importante, sigue siendo una tendencia que habremos de observar en la siguiente presidencia, sea quien fuera que gane los comicios para ocupar la Casa Blanca. En el contexto tenemos varios y muy complicados/peligrosos escenarios.

El primero, por las implicaciones directas de una potencia nuclear mundial, Rusia, y la proximidad geográfica de los países europeos. Me refiero a la invasión a Ucrania. El segundo, es la creciente expansión del conflicto entre las Fuerzas Armadas de Israel y Hamas, y con ello, la destrucción de infraestructura, pero sobre las constante pérdida de cientos de vidas de personas inocentes, en Gaza.

El tercero, son las tensiones militares entre la República Popular de China y Taiwán. Esto lo apunté en la anterior entrega. Pero es necesario ponderarlo en cuanto a las elecciones mismas en Estados Unidos y los escenarios de las relaciones militares en ese país.

Cabe destacar en ese sentido, que en la actualidad el General Lloyd Austin (Army), también de la comunidad afroamericana, hubo de recibir al igual que el General James Mattis (Marines o Infantería de Marina) durante el período 2017-2019, la dispensa del Congreso para desempeñar el cargo de Jefe del Departamento de Defensa, en virtud de que no habían transcurrido los seis años en situación de retiro, como la marca la ley correspondiente. Lo que debe destacarse en ambos casos, es que al ocupar el principal cargo dentro de la estructura civil en materia de Defensa y Política Militar, la influencia política de la élite militar –sin que medien elecciones en los dos casos, indica con nitidez la influencia lograda como resultado de las guerras simultáneas de Iraq y Afganistán.

Desde luego es impreciso hacer vaticinios respecto de cómo se darán en cuanto a posiciones del próximo gabinete presidencial para élite militar, sea con Kamala Harris o con Donald Trump. Lo cierto es que se darán. A lo largo de la historia, ha habido cierta propensión a identificar a la estructura jerárquica superior de las Fuerzas Armadas, con el Partido Republicano. Pero es eso, un tendencia. Recordemos como Collin Powel, apoyó abiertamente a Hillary Clinton en la primera campaña de Donald Trump. Allí están también, las valientes y ejemplares posturas hasta su muerte, de John McCain como senador republicano, a las políticas del entonces Presidente Donald Trump. Es decir, no hay una identidad corporativa ni mucho menos.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso