/ viernes 28 de enero de 2022

¿Por qué las personas que padecen obesidad son más vulnerables al covid-19?

Por Laurence Mercier y Ornella Malagrino


La obesidad es una enfermedad responsable de más de 200 mil defunciones anualmente en México y es considerada un factor de riesgo en el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2, problemas cardiovasculares, hipertensión arterial, dislipidemias y varios tipos de cáncer. Con la aparición del SARS-CoV-2 (el virus que causa el covid-19), varios estudios han señalado que las personas con obesidad tienen un mayor riesgo de contagiarse, desarrollar complicaciones y fallecer.

El propósito de este artículo es dar a conocer algunos posibles mecanismos propuestos para explicar la mayor vulnerabilidad de las personas que padecen obesidad frente al SARS-CoV-2. Asimismo, esta nota tiene como objetivo recordar que las personas con obesidad necesitan particularmente cuidarse para evitar un contagio, deben tener una vigilancia estrecha en caso de infectarse y ser consideradas como un grupo prioritario en las campañas de vacunación. Al respecto, la vacuna desarrollada por Pfizer-BioNTech mostró tener una eficacia del 95% en personas con obesidad a partir del séptimo día después de la segunda dosis.

Desde hace aproximadamente dos años, el SARS-CoV-2 y sus variantes dominan las preocupaciones de todo el mundo y esta situación probablemente seguirá por unos meses o años más. La mayoría de las personas que se enferman de covid-19 presentan síntomas de intensidad leve o moderada (principalmente, fiebre, tos seca, dolor muscular y fatiga) y se recuperan sin necesidad de tratamiento hospitalario.

No obstante, una minoría desarrolla complicaciones graves con dificultades para respirar, las cuales requieren hospitalización y que, en ocasiones, pueden provocar la muerte. Cabe destacar que aproximadamente 12% de los casos confirmados de covid-19 en México fueron de personas que padecen obesidad. Esta enfermedad crónica fue identificada en 2009 y 2013 como un factor que aumenta el riesgo de gravedad y la mortalidad en enfermos de gripe H1N1 y del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), respectivamente.

Un análisis a nivel internacional, que incorporó 75 estudios sobre obesidad y covid-19, demostró que las personas que padecen obesidad tienen 46% más de probabilidad de contagiarse por esta enfermedad que aquellas con peso saludable. Adicionalmente, estas personas duplican el riesgo de ser hospitalizadas y su probabilidad de ingresar a una unidad de cuidados intensivos es 74% mayor, en particular, cuando su índice de masa corporal (IMC) es superior o igual a 35 kg/m2. Los individuos con obesidad han mostrado también tener una tasa de mortalidad 48% mayor.

Varios posibles mecanismos fueron mencionados para explicar la mayor vulnerabilidad al covid-19 de las personas con obesidad.

En principio, es importante indicar que el SARS-CoV-2 utiliza como receptor a la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2) para introducirse a las células humanas y multiplicarse. El pulmón es el primer órgano afectado debido a que la infección ocurre principalmente por la nariz o la boca. La ACE2 es una proteína que se encuentra también en la membrana celular de otros órganos, tales como el corazón, hígado, páncreas, cerebro, estómago, riñón, así como en el tejido adiposo. Por lo anterior, las grasas intratorácica (pulmón), perirrenal (riñón), pericárdica (corazón) y del mesenterio (intestino) presentes en pacientes con obesidad pueden servir para alojar y diseminar el SARS-CoV-2. Una mayor carga viral ha sido señalada en individuos que tienen obesidad.

Por otra parte, la capacidad de respuesta del sistema inmune de estas personas es generalmente alterada, lo que afecta el proceso de eliminación del virus. Cuando existe un desajuste y déficit inmune, la presencia del SARS-CoV-2 en las células provoca una producción excesiva de sustancias proinflamatorias (llamadas citoquinas proinflamatorias), las cuales se suman a las citoquinas sintetizadas por la condición de obesidad. La sobrecarga de citoquinas proinflamatorias en la sangre (también denominada “cascada de citoquinas”) puede dañar seriamente el pulmón y los demás órganos, y conducir a diferentes complicaciones potencialmente mortales. En varios casos, se han reportado la formación de coágulos en la sangre, los cuales pueden obstruir vasos sanguíneos (“trombosis”).

La ACE2, además de tener un efecto anti-inflamatorio, participa también en funciones cardiacas y pulmonares. Fue señalado que la unión entre el SARS-CoV-2 y la ACE2 impide que esta enzima ejerza algunas de sus actividades, lo que tiene consecuencias en el funcionamiento de los sistemas inmune, cardiaco y pulmonar. Asimismo, estudios han indicado que la expresión de ACE2 puede ser regulada por una amplia gama de citoquinas proinflamatorias.

La pandemia de covid-19 ha ocasionado cambios importantes en nuestro estilo de vida y las medidas implementadas para reducir la transmisión viral (como el confinamiento, trabajo en casa, la educación a distancia, entre otras) han contribuido a un aumento del sedentarismo, así como un mayor consumo de alimentos ultraprocesados. Ambos factores son preocupantes ya que acentúan el problema de sobrepeso y obesidad ya existente. Ante otra posible y futura emergencia sanitaria por enfermedad respiratoria, es deseable que haya una menor proporción de personas con obesidad en México.

Innumerables estudios demuestran que la alimentación saludable es una herramienta necesaria para mejorar el estado de salud y fortalecer el sistema inmune. Mejorar nuestra nutrición es también fundamental para prevenir y para combatir la obesidad. Para lograrlo, se debe llevar una alimentación balanceada que incluya omega 3, vitaminas A, C, E, D y del complejo B, así como minerales como zinc, selenio, hierro, entre otros nutrimentos. Para ello, se aconseja lo siguiente:

a) Combina todos los grupos de alimentos y selecciona los más saludables de cada grupo; incluye leguminosas (frijol, lenteja, garbanzo), cereales integrales (avena, maíz, arroz integral), alimentos de origen animal bajos en grasa (pollo, pescado, carne magra), grasas vegetales (aguacate, nuez, cacahuate), así como una gran variedad de frutas y verduras. Para lograrlo, puedes guiarte con el Plato del Bien Comer.

b) Incrementa el consumo de frutas y verduras, al menos, cinco raciones al día; selecciona las de temporada y recuerda incluir todos los colores del arcoíris para asegurar la variedad de antioxidantes, fitoquímicos y fibra.

c) Disminuye el consumo de grasas, azúcares y sal; los encuentras principalmente en los productos ultraprocesados y las comidas rápidas. Estos alimentos son uno de los factores importantes que causan la obesidad. Revisa las etiquetas de los alimentos que consumes para detectar estos ingredientes.

d) Incluye prebióticos y probióticos de forma regular, ya que contribuyen al buen funcionamiento de tus defensas.

e) Consume suficientes líquidos, de preferencia agua natural; evita bebidas endulzadas y el exceso de bebidas alcohólicas.

Aunque el covid-19 no se transmite por los alimentos, es necesario llevar una buena higiene: lavar y desinfectar frutas y verduras; lavarse las manos y superficies donde se elabora la comida, así como mantener los alimentos en temperatura adecuada.

Un estilo de vida saludable se complementa con acciones importantes como realizar actividad física con regularidad (que incluya ejercicio cardiovascular y de fuerza), dejar de fumar, dormir bien y disminuir el estrés. En conjunto, esto ayudará a prevenir la obesidad, fortalecer el sistema inmune y disminuir la inflamación que pueda ocasionar esta enfermedad.

Bibliografía consultada

COVID-19 México. Sitio web visitado el 4 de enero 2022: https://datos.covid-19.conacyt.mx/

Demeulemeester, F., de Punder, K., van Heijningen, M., van Doesburg, F. (2021). Obesity as a risk factor for severe COVID-19 and complications: A review. Cells 10, 933.

Kánter Coronel, I. (2021). Magnitud del sobrepeso y obesidad en México: Un cambio de estrategia para su erradicación. Mirada Legislativa 197, Instituto Belisario Domínguez, Senado de la República, Ciudad de México, 18p.

Montaño, L. M., Flores-Soto, E. (2020). COVID-19 y su asociación con los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los antagonistas de los receptores para angiotensina II. Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM 63(4), 30-34.

Rubio Herrera, M. A., Bretón Lesmes, I. (2021). Obesidad en tiempos de COVID-19. Un desafío de salud global. Endocrinología, Diabetes y Nutrición 68, 123-129.

Townsend, M. J., Kyle, T. K., Stanford, F. C. (2021). COVID-19 vaccination and obesity: optimism and challenges. Obesity (Silver Spring) 29(4), 634-635.

Yu, W., Rohli, K. E., Yang, S., Jia, P. (2021). Impact of obesity on COVID-19 patients. Journal of Diabetes and its Complications 35, 107817.

Autoras

La doctora Laurence Mercier es investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y la licenciada Ornella Malagrino Maza es nutrióloga de Médica Fidepaz. Correos de contacto: lmercier04@cibnor.mx e infonutriologa@gmail.com, respectivamente.

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Por Laurence Mercier y Ornella Malagrino


La obesidad es una enfermedad responsable de más de 200 mil defunciones anualmente en México y es considerada un factor de riesgo en el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2, problemas cardiovasculares, hipertensión arterial, dislipidemias y varios tipos de cáncer. Con la aparición del SARS-CoV-2 (el virus que causa el covid-19), varios estudios han señalado que las personas con obesidad tienen un mayor riesgo de contagiarse, desarrollar complicaciones y fallecer.

El propósito de este artículo es dar a conocer algunos posibles mecanismos propuestos para explicar la mayor vulnerabilidad de las personas que padecen obesidad frente al SARS-CoV-2. Asimismo, esta nota tiene como objetivo recordar que las personas con obesidad necesitan particularmente cuidarse para evitar un contagio, deben tener una vigilancia estrecha en caso de infectarse y ser consideradas como un grupo prioritario en las campañas de vacunación. Al respecto, la vacuna desarrollada por Pfizer-BioNTech mostró tener una eficacia del 95% en personas con obesidad a partir del séptimo día después de la segunda dosis.

Desde hace aproximadamente dos años, el SARS-CoV-2 y sus variantes dominan las preocupaciones de todo el mundo y esta situación probablemente seguirá por unos meses o años más. La mayoría de las personas que se enferman de covid-19 presentan síntomas de intensidad leve o moderada (principalmente, fiebre, tos seca, dolor muscular y fatiga) y se recuperan sin necesidad de tratamiento hospitalario.

No obstante, una minoría desarrolla complicaciones graves con dificultades para respirar, las cuales requieren hospitalización y que, en ocasiones, pueden provocar la muerte. Cabe destacar que aproximadamente 12% de los casos confirmados de covid-19 en México fueron de personas que padecen obesidad. Esta enfermedad crónica fue identificada en 2009 y 2013 como un factor que aumenta el riesgo de gravedad y la mortalidad en enfermos de gripe H1N1 y del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), respectivamente.

Un análisis a nivel internacional, que incorporó 75 estudios sobre obesidad y covid-19, demostró que las personas que padecen obesidad tienen 46% más de probabilidad de contagiarse por esta enfermedad que aquellas con peso saludable. Adicionalmente, estas personas duplican el riesgo de ser hospitalizadas y su probabilidad de ingresar a una unidad de cuidados intensivos es 74% mayor, en particular, cuando su índice de masa corporal (IMC) es superior o igual a 35 kg/m2. Los individuos con obesidad han mostrado también tener una tasa de mortalidad 48% mayor.

Varios posibles mecanismos fueron mencionados para explicar la mayor vulnerabilidad al covid-19 de las personas con obesidad.

En principio, es importante indicar que el SARS-CoV-2 utiliza como receptor a la enzima convertidora de angiotensina II (ACE2) para introducirse a las células humanas y multiplicarse. El pulmón es el primer órgano afectado debido a que la infección ocurre principalmente por la nariz o la boca. La ACE2 es una proteína que se encuentra también en la membrana celular de otros órganos, tales como el corazón, hígado, páncreas, cerebro, estómago, riñón, así como en el tejido adiposo. Por lo anterior, las grasas intratorácica (pulmón), perirrenal (riñón), pericárdica (corazón) y del mesenterio (intestino) presentes en pacientes con obesidad pueden servir para alojar y diseminar el SARS-CoV-2. Una mayor carga viral ha sido señalada en individuos que tienen obesidad.

Por otra parte, la capacidad de respuesta del sistema inmune de estas personas es generalmente alterada, lo que afecta el proceso de eliminación del virus. Cuando existe un desajuste y déficit inmune, la presencia del SARS-CoV-2 en las células provoca una producción excesiva de sustancias proinflamatorias (llamadas citoquinas proinflamatorias), las cuales se suman a las citoquinas sintetizadas por la condición de obesidad. La sobrecarga de citoquinas proinflamatorias en la sangre (también denominada “cascada de citoquinas”) puede dañar seriamente el pulmón y los demás órganos, y conducir a diferentes complicaciones potencialmente mortales. En varios casos, se han reportado la formación de coágulos en la sangre, los cuales pueden obstruir vasos sanguíneos (“trombosis”).

La ACE2, además de tener un efecto anti-inflamatorio, participa también en funciones cardiacas y pulmonares. Fue señalado que la unión entre el SARS-CoV-2 y la ACE2 impide que esta enzima ejerza algunas de sus actividades, lo que tiene consecuencias en el funcionamiento de los sistemas inmune, cardiaco y pulmonar. Asimismo, estudios han indicado que la expresión de ACE2 puede ser regulada por una amplia gama de citoquinas proinflamatorias.

La pandemia de covid-19 ha ocasionado cambios importantes en nuestro estilo de vida y las medidas implementadas para reducir la transmisión viral (como el confinamiento, trabajo en casa, la educación a distancia, entre otras) han contribuido a un aumento del sedentarismo, así como un mayor consumo de alimentos ultraprocesados. Ambos factores son preocupantes ya que acentúan el problema de sobrepeso y obesidad ya existente. Ante otra posible y futura emergencia sanitaria por enfermedad respiratoria, es deseable que haya una menor proporción de personas con obesidad en México.

Innumerables estudios demuestran que la alimentación saludable es una herramienta necesaria para mejorar el estado de salud y fortalecer el sistema inmune. Mejorar nuestra nutrición es también fundamental para prevenir y para combatir la obesidad. Para lograrlo, se debe llevar una alimentación balanceada que incluya omega 3, vitaminas A, C, E, D y del complejo B, así como minerales como zinc, selenio, hierro, entre otros nutrimentos. Para ello, se aconseja lo siguiente:

a) Combina todos los grupos de alimentos y selecciona los más saludables de cada grupo; incluye leguminosas (frijol, lenteja, garbanzo), cereales integrales (avena, maíz, arroz integral), alimentos de origen animal bajos en grasa (pollo, pescado, carne magra), grasas vegetales (aguacate, nuez, cacahuate), así como una gran variedad de frutas y verduras. Para lograrlo, puedes guiarte con el Plato del Bien Comer.

b) Incrementa el consumo de frutas y verduras, al menos, cinco raciones al día; selecciona las de temporada y recuerda incluir todos los colores del arcoíris para asegurar la variedad de antioxidantes, fitoquímicos y fibra.

c) Disminuye el consumo de grasas, azúcares y sal; los encuentras principalmente en los productos ultraprocesados y las comidas rápidas. Estos alimentos son uno de los factores importantes que causan la obesidad. Revisa las etiquetas de los alimentos que consumes para detectar estos ingredientes.

d) Incluye prebióticos y probióticos de forma regular, ya que contribuyen al buen funcionamiento de tus defensas.

e) Consume suficientes líquidos, de preferencia agua natural; evita bebidas endulzadas y el exceso de bebidas alcohólicas.

Aunque el covid-19 no se transmite por los alimentos, es necesario llevar una buena higiene: lavar y desinfectar frutas y verduras; lavarse las manos y superficies donde se elabora la comida, así como mantener los alimentos en temperatura adecuada.

Un estilo de vida saludable se complementa con acciones importantes como realizar actividad física con regularidad (que incluya ejercicio cardiovascular y de fuerza), dejar de fumar, dormir bien y disminuir el estrés. En conjunto, esto ayudará a prevenir la obesidad, fortalecer el sistema inmune y disminuir la inflamación que pueda ocasionar esta enfermedad.

Bibliografía consultada

COVID-19 México. Sitio web visitado el 4 de enero 2022: https://datos.covid-19.conacyt.mx/

Demeulemeester, F., de Punder, K., van Heijningen, M., van Doesburg, F. (2021). Obesity as a risk factor for severe COVID-19 and complications: A review. Cells 10, 933.

Kánter Coronel, I. (2021). Magnitud del sobrepeso y obesidad en México: Un cambio de estrategia para su erradicación. Mirada Legislativa 197, Instituto Belisario Domínguez, Senado de la República, Ciudad de México, 18p.

Montaño, L. M., Flores-Soto, E. (2020). COVID-19 y su asociación con los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y los antagonistas de los receptores para angiotensina II. Revista de la Facultad de Medicina de la UNAM 63(4), 30-34.

Rubio Herrera, M. A., Bretón Lesmes, I. (2021). Obesidad en tiempos de COVID-19. Un desafío de salud global. Endocrinología, Diabetes y Nutrición 68, 123-129.

Townsend, M. J., Kyle, T. K., Stanford, F. C. (2021). COVID-19 vaccination and obesity: optimism and challenges. Obesity (Silver Spring) 29(4), 634-635.

Yu, W., Rohli, K. E., Yang, S., Jia, P. (2021). Impact of obesity on COVID-19 patients. Journal of Diabetes and its Complications 35, 107817.

Autoras

La doctora Laurence Mercier es investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y la licenciada Ornella Malagrino Maza es nutrióloga de Médica Fidepaz. Correos de contacto: lmercier04@cibnor.mx e infonutriologa@gmail.com, respectivamente.

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