"No se aprecia el valor del agua hasta que se seca el pozo." Proverbio inglés.
El agua es el líquido vital que garantiza la existencia de la vida en el planeta y, sin embargo, es un recurso limitado, insustituible y sólo funciona como recurso renovable, si está bien gestionado.
En días recientes analizamos las leyes “Korenfeld y Pichardo”, si bien es cierto fueron rechazadas, la intención de los que les interesa la aprobación, está más viva que nunca.
Revisemos el nuevo intento de modificar el acceso al líquido: El pasado 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, Peña Nieto firmó 10 decretos de reserva de agua, mismos que fueron publicados un día después en el Diario Oficial de la Federación, estos eliminan las vedas de casi 300 cuencas hidrológicas, equivalentes al 55% de lagos y ríos del país.
Ahora, en lugar de la prohibición total de su aprovechamiento, se establecen “zonas de reserva de aguas para usos doméstico, público urbano, ambiental y conservación ecológica en las cuencas hidrológicas”, lo que significa que esa agua puede aprovecharse.
Cada decreto determina el porcentaje de agua que puede ser aprovechado, inclusive mediante título de concesión. El artículo 6 de la Ley de Aguas Nacionales, faculta al presidente para tomar decisiones como la eliminación de la veda de las cuencas hidrológicas por decreto. La decisión de Peña no es ilegal, pero sí arbitraria.
Lo preocupante es que, con el decreto presidencial, transitaron de un régimen jurídico de veda a otro de reserva, habilitando al gobierno para dar concesiones; es la antesala de lo que desean hacer para poder entregar los recursos a intereses particulares, a menos que utilicen el poder de institucional en favor de los mexicanos, pero eso no es algo por lo que se caractericen estos personajes.
Retiraron candados jurídicos para que la administración de nuestros recursos hídricos queden a consideración del poder ejecutivo, poniendo en riesgo el acceso público al agua.
Lo que estamos planteando, es que el derecho humano al agua se puede ver limitado, cuando estos personajes quieran, puesto que los facultan para priorizar el suministro a compañías privadas por encima del acceso a los ciudadanos.
El agua puede suponer un serio desafío para el desarrollo sostenible pero, gestionada de manera eficiente y equitativa, juega un papel facilitador clave en el fortalecimiento de la resiliencia de los sistemas sociales, económicos y ambientales.
Este derecho es una oportunidad para avanzar hacia una sociedad incluyente, equitativa y justa. Para hacerlo realidad, es importante reconocer que la disponibilidad de agua depende de la salud de los ecosistemas y de factores como el aumento poblacional, la contaminación de los cuerpos de agua y la sobreexplotación de las aguas subterráneas, pero sobre todo debemos luchar para que se gestione de manera eficiente de forma que se garantice el acceso al líquido a todos los mexicanos y se proteja del asedio de los intereses particulares.