/ jueves 20 de diciembre de 2018

Por un mayor liderazgo femenino

VER.- Cada día, afortunadamente, más mujeres ocupan cargos de liderazgo, tanto en sectores legislativos y ejecutivos, como universitarios, empresariales y artísticos. En el hogar, a pesar de muchos residuos del ancestral machismo, se les va reconociendo más y más como pilares no sólo de la educación de los hijos, sino también de su sostenimiento. En nuestra Iglesia, aunque no se les reconozca como aspirantes al sacerdocio ministerial, siempre han sido las que le dan vida a las diversas pastorales, como la profética, la litúrgica y la social.

En comunidades indígenas también se nota este nuevo protagonismo. Antes, los padres del pretendiente formalizaban el arreglo para un casamiento, sin que la muchacha conociera al joven y sin que le preguntaran su opinión. Eso ya no pasa, salvo alguna rara excepción. Hoy, las mujeres también van a la escuela, no sólo primaria, sino media y superior; son muchas las que cursan carreras universitarias. Son catequistas y ministras de la Comunión, cuando antes todo esto era exclusivo de los varones. Conforme a las normas canónicas, en mi anterior diócesis autoricé que algunas bautizaran y presidieran matrimonios, mujeres que eran bien aceptadas por sus comunidades, con una formación adecuada.

Me platican que la actual Secretaria de Gobernación, el cargo más importante, después del Presidente de la República, ocupado primera vez por una dama, ha dicho que, ahora sí, el país va a estar bajo la mirada de una mujer.

Bueno, es un decir, porque siempre hemos estado bajo la mirada de nuestras mamás. Si no fuera por ellas, ¡qué sería de nosotros! Y desde hace casi quinientos años, estamos indudablemente bajo la mirada de la mujer de mujeres, de nuestra Madre de Guadalupe.

No hemos sido huérfanos, gracias a ella. Que lo confirmen las incontables multitudes que la celebramos en su reciente fiesta. ¡Qué gran mujer, qué gran madre! Aunque algunos no la reconozcan, ella no los desatiende.

Es cierto, sin embargo, que aún nos falta mucho por avanzar en este aspecto.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

VER.- Cada día, afortunadamente, más mujeres ocupan cargos de liderazgo, tanto en sectores legislativos y ejecutivos, como universitarios, empresariales y artísticos. En el hogar, a pesar de muchos residuos del ancestral machismo, se les va reconociendo más y más como pilares no sólo de la educación de los hijos, sino también de su sostenimiento. En nuestra Iglesia, aunque no se les reconozca como aspirantes al sacerdocio ministerial, siempre han sido las que le dan vida a las diversas pastorales, como la profética, la litúrgica y la social.

En comunidades indígenas también se nota este nuevo protagonismo. Antes, los padres del pretendiente formalizaban el arreglo para un casamiento, sin que la muchacha conociera al joven y sin que le preguntaran su opinión. Eso ya no pasa, salvo alguna rara excepción. Hoy, las mujeres también van a la escuela, no sólo primaria, sino media y superior; son muchas las que cursan carreras universitarias. Son catequistas y ministras de la Comunión, cuando antes todo esto era exclusivo de los varones. Conforme a las normas canónicas, en mi anterior diócesis autoricé que algunas bautizaran y presidieran matrimonios, mujeres que eran bien aceptadas por sus comunidades, con una formación adecuada.

Me platican que la actual Secretaria de Gobernación, el cargo más importante, después del Presidente de la República, ocupado primera vez por una dama, ha dicho que, ahora sí, el país va a estar bajo la mirada de una mujer.

Bueno, es un decir, porque siempre hemos estado bajo la mirada de nuestras mamás. Si no fuera por ellas, ¡qué sería de nosotros! Y desde hace casi quinientos años, estamos indudablemente bajo la mirada de la mujer de mujeres, de nuestra Madre de Guadalupe.

No hemos sido huérfanos, gracias a ella. Que lo confirmen las incontables multitudes que la celebramos en su reciente fiesta. ¡Qué gran mujer, qué gran madre! Aunque algunos no la reconozcan, ella no los desatiende.

Es cierto, sin embargo, que aún nos falta mucho por avanzar en este aspecto.

Obispo Emérito de San Cristobal de las Casas

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