/ miércoles 28 de abril de 2021

Porfirio: un ocaso triunfal

Con las cicatrices de las batallas libradas en todos los frentes en más de 60 años, Porfirio Muñoz Ledo –el político por excelencia—llega a lo que parecería una derrota en la etapa final de su carrera. Pero no es así. Excluido del catálogo de diputados del partido Morena que contenderán para la reelección el próximo 6 de junio, negada como le fue la posibilidad de continuar en la presidencia de la Cámara, la figura de Muñoz Ledo seguirá vigente como crítico de la autollamada cuarta transformación. Desde el comienzo de los años sesenta del siglo pasado, Muñoz Ledo ha transitado por los partidos Revolucionario Institucional, de la Revolución Democrática y de Reconstrucción Nacional, estos dos últimos a los que contribuyó a su fundación. Secretario de Estado en varias ocasiones, legislador, diplomático, el político guanajuatense por derecho de sangre se ha mantenido desde su juventud como un teórico contestatario, incluso frente al poder en momentos en que ha sido parte de él. Las aportaciones de Muñoz Ledo a la política del país no se reducen a su actuación como funcionario público, legislador o dirigente partidario, sino que parten de un concepto de evolución del Estado con propuestas tendientes a la modernidad y al fortalecimiento de la democracia.

Las marginaciones de las que Muñoz Ledo ha sido objeto –de la presidencia de Morena y de la reelección como diputado—pueden ser consideradas como el fenómeno de la tendencia hacia la república autoritaria, como él mismo calificó, las características de la actual administración como la centralización del poder en un sólo hombre. Las exclusiones de Muñoz Ledo no provienen de las dirigencias del grupo parlamentario o del partido a cuya militancia estaría orillado a renunciar, según su propia expresión. El tratamiento que en Morena y en la Cámara de Diputados se ha dado a Muñoz Ledo no es sino orden expresa, terminante del presidente de la República, según puede concluirse de la intransigencia que el jefe del Ejecutivo ha mostrado ante cualquier manifestación de crítica a su administración. El concepto de lealtad de López Obrador cierra la puerta a todo análisis crítico, aun proveniente de su grupo política e ideológicamente cercano y por más que esta crítica esté orientada al señalamiento de cuestiones que deberían y podrían ser corregidas, basadas en la buena fe y en el espíritu de equipo. Porfirio Muñoz Ledo termina su gestión como diputado federal y en apariencia concluye así su carrera política. No obstante que después del primero de septiembre no ocupará cargo político alguno ni encomienda partidaria, su contribución a la política y con ello a la transformación de la sociedad continuará presente como la conciencia de las posibilidades de perfeccionar la democracia y las instituciones del país.

Conocí a Porfirio Muñoz Ledo en la etapa inicial del viaje del presidente Adolfo López Mateos por Europa. Ninguno de los reporteros que cubríamos la gira conocía al joven osco, solitario en una parte del avión que nos conducía a Francia con la escala de una noche en Isla Bermuda. En París nos enteramos que formaba parte del grupo de jóvenes seleccionados por Humberto Romero, secretario particular del presidente, cuyas intervenciones en el trayecto por seis países europeos consistían en emitir opiniones y puntos de vista sobre política internacional. Terminada la gira, Porfirio volvió a París, casado ya con su primera esposa francesa, consejero de asuntos políticos en la embajada de México durante la misión diplomática del doctor Ignacio Morones Prieto. Muñoz Ledo volvió pronto al país para ocupar un cargo como asesor en el Instituto Mexicano del Seguro Social y comenzar así una carrera en la que fue cercano colaborador de varios presidentes de la República. Secretario del Trabajo en el gobierno de Luis Echeverría, de Educación en el de José López Portillo, embajador ante la Organización de las Naciones Unidas con Miguel de la Madrid, Muñoz Ledo fue presidente del Partido Revolucionario Institucional y consejero crítico de los mandatarios con quienes en determinado momento tuvo diferencias políticas que determinaron cambios en su trayectoria. Fue en la administración de Miguel de la Madrid cuando, junto con Cuauhtémoc Cárdenas y otros miembros del PRI, integraron la Corriente Democrática que buscaba dar al Partido de la Revolución cambios que lo acercaran a todos los sectores de la sociedad; obligados a la renuncia del PRI, Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros, apoyaron la candidatura de éste a la presidencia de la República y posteriormente ambos se convirtieron en la base para la formación del Partido de la Revolución Democrática, del que sucesivamente fueron dirigentes. Porfirio Muñoz Ledo aceptó el llamado de Andrés López Obrador para integrarse como una de las principales figuras del Movimiento de Reconstrucción Nacional, convertido en partido al que pertenece desde su fundación. Diputado por Morena, presidente de la Cámara, Muñoz Ledo entregó la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador en su toma de posesión como Presidente de la República. Teórico de Morena, Muñoz Ledo mantiene hasta ahora su habitual posición de crítica constructiva en el partido y en el gobierno en los que milita. Sus marginaciones no son una derrota ni necesariamente el término de su presencia en la vida pública del país; es tal vez el ocaso triunfal de un político singular por su continua lucha de factor en las grandes transformaciones de México.

sdelrio1934@gmail.com

Con las cicatrices de las batallas libradas en todos los frentes en más de 60 años, Porfirio Muñoz Ledo –el político por excelencia—llega a lo que parecería una derrota en la etapa final de su carrera. Pero no es así. Excluido del catálogo de diputados del partido Morena que contenderán para la reelección el próximo 6 de junio, negada como le fue la posibilidad de continuar en la presidencia de la Cámara, la figura de Muñoz Ledo seguirá vigente como crítico de la autollamada cuarta transformación. Desde el comienzo de los años sesenta del siglo pasado, Muñoz Ledo ha transitado por los partidos Revolucionario Institucional, de la Revolución Democrática y de Reconstrucción Nacional, estos dos últimos a los que contribuyó a su fundación. Secretario de Estado en varias ocasiones, legislador, diplomático, el político guanajuatense por derecho de sangre se ha mantenido desde su juventud como un teórico contestatario, incluso frente al poder en momentos en que ha sido parte de él. Las aportaciones de Muñoz Ledo a la política del país no se reducen a su actuación como funcionario público, legislador o dirigente partidario, sino que parten de un concepto de evolución del Estado con propuestas tendientes a la modernidad y al fortalecimiento de la democracia.

Las marginaciones de las que Muñoz Ledo ha sido objeto –de la presidencia de Morena y de la reelección como diputado—pueden ser consideradas como el fenómeno de la tendencia hacia la república autoritaria, como él mismo calificó, las características de la actual administración como la centralización del poder en un sólo hombre. Las exclusiones de Muñoz Ledo no provienen de las dirigencias del grupo parlamentario o del partido a cuya militancia estaría orillado a renunciar, según su propia expresión. El tratamiento que en Morena y en la Cámara de Diputados se ha dado a Muñoz Ledo no es sino orden expresa, terminante del presidente de la República, según puede concluirse de la intransigencia que el jefe del Ejecutivo ha mostrado ante cualquier manifestación de crítica a su administración. El concepto de lealtad de López Obrador cierra la puerta a todo análisis crítico, aun proveniente de su grupo política e ideológicamente cercano y por más que esta crítica esté orientada al señalamiento de cuestiones que deberían y podrían ser corregidas, basadas en la buena fe y en el espíritu de equipo. Porfirio Muñoz Ledo termina su gestión como diputado federal y en apariencia concluye así su carrera política. No obstante que después del primero de septiembre no ocupará cargo político alguno ni encomienda partidaria, su contribución a la política y con ello a la transformación de la sociedad continuará presente como la conciencia de las posibilidades de perfeccionar la democracia y las instituciones del país.

Conocí a Porfirio Muñoz Ledo en la etapa inicial del viaje del presidente Adolfo López Mateos por Europa. Ninguno de los reporteros que cubríamos la gira conocía al joven osco, solitario en una parte del avión que nos conducía a Francia con la escala de una noche en Isla Bermuda. En París nos enteramos que formaba parte del grupo de jóvenes seleccionados por Humberto Romero, secretario particular del presidente, cuyas intervenciones en el trayecto por seis países europeos consistían en emitir opiniones y puntos de vista sobre política internacional. Terminada la gira, Porfirio volvió a París, casado ya con su primera esposa francesa, consejero de asuntos políticos en la embajada de México durante la misión diplomática del doctor Ignacio Morones Prieto. Muñoz Ledo volvió pronto al país para ocupar un cargo como asesor en el Instituto Mexicano del Seguro Social y comenzar así una carrera en la que fue cercano colaborador de varios presidentes de la República. Secretario del Trabajo en el gobierno de Luis Echeverría, de Educación en el de José López Portillo, embajador ante la Organización de las Naciones Unidas con Miguel de la Madrid, Muñoz Ledo fue presidente del Partido Revolucionario Institucional y consejero crítico de los mandatarios con quienes en determinado momento tuvo diferencias políticas que determinaron cambios en su trayectoria. Fue en la administración de Miguel de la Madrid cuando, junto con Cuauhtémoc Cárdenas y otros miembros del PRI, integraron la Corriente Democrática que buscaba dar al Partido de la Revolución cambios que lo acercaran a todos los sectores de la sociedad; obligados a la renuncia del PRI, Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros, apoyaron la candidatura de éste a la presidencia de la República y posteriormente ambos se convirtieron en la base para la formación del Partido de la Revolución Democrática, del que sucesivamente fueron dirigentes. Porfirio Muñoz Ledo aceptó el llamado de Andrés López Obrador para integrarse como una de las principales figuras del Movimiento de Reconstrucción Nacional, convertido en partido al que pertenece desde su fundación. Diputado por Morena, presidente de la Cámara, Muñoz Ledo entregó la banda presidencial a Andrés Manuel López Obrador en su toma de posesión como Presidente de la República. Teórico de Morena, Muñoz Ledo mantiene hasta ahora su habitual posición de crítica constructiva en el partido y en el gobierno en los que milita. Sus marginaciones no son una derrota ni necesariamente el término de su presencia en la vida pública del país; es tal vez el ocaso triunfal de un político singular por su continua lucha de factor en las grandes transformaciones de México.

sdelrio1934@gmail.com