/ lunes 30 de abril de 2018

Postdebates

Los triunfadores del primer debate entre presidenciables, fueron Denise Maerker de Televisa En Punto, Sergio Sarmiento de Azteca 1 y Azucena Uresti del Milenario canal de TV de Carlos Marín. No solamente tuvieron que memorizar el prontuario de normas de cortesía que deberían prodigar a los competidores. También habrían de asimilar forma y fondo y anticipar la estrategia de los comparecientes, "comparecientes", para que no parecieran "toros". Y los conductores lograron sobrevivir dada su nueva sabiduría, como el mejor grupo de antiguos y sabios forcados.

Era evidente que el enemigo a vencer sería el más conocido y aventajado de los cinco comparecientes, como resultado de un tácito acuerdo entre los postulados por dos conocidas coaliciones partidistas y los dos independientes.

En vez de explicar el alcance de sus propósitos de gobierno, los concursantes eligieron una mal diseñada trama de ataques personales. Los millones que integraron el vastísimo aglomerado de televidentes se quedaron con las ganas de escuchar de ellos sus propósitos con respecto a una mejor y más eficaz administración pública federal, al desarrollo y la ampliación del riego de tierras laborables, a la vigilancia de los litorales, la generación de electricidad, seguridad social, cuidado de la salud de los servidores públicos federales, estatales, municipales y control, registro y facilitación del regreso para los que ingresan por la frontera norte y protección e información para quienes llegan al territorio nacional por la frontera sur con el propósito de dirigirse hacia el norte para atravesar la frontera e internarse en el territorio estadounidense.

No hubo ni un solo intento de pregunta o comentario sobre apertura de tierras al cultivo orgánico, acuerdos específicos con estados fronterizos que dependen de la mano de obra agrícola mexicana en temporadas de siembra, cultivo y cosecha como Texas, Nuevo México, Sur de California y de mano de obra para servicios urbanos o trabajo en hoteles y casas, y en jardinería municipal. Ni siquiera un intento de inducir un comentario de los comparecientes para conocer anticipadamente sus necesidades reales de mano de obra rural y urbana y de las distintas especialidades en centros turísticos tanto de otoño como de invierno. Ni un solo comentario para inducir una observación o una respuesta para evitar que la frontera continúe porosa porque así lo propician los diversos interesados granjeros del otro lado.

Conviene, para que sigan triunfado, que los conductores de los debates consulten los seis tomos de Idea de México, escritos por Gastón García Cantú, publicados por el Fondo de Cultura Económica en 1991. En el tercer tomo encontrarán el minucioso registro de cómo comienza The Bracero Program, el inicio de la migración de los trabajadores agrícolas mexicanos para cultivar la tierra que antes de salir hacia los frentes de guerra en Europa Occidental, el Norte de África y en Las Filipinas, la cultivaban seis u ocho millones de jóvenes estadounidenses. Y que hagan lo mismo con el libro de Enrique Florescano:

La función social de la historia, también publicado por el Fondo. Lo mismo deben hacer con la excelente biografía de Mirabeau de José Ortega y Gasset, publicada por la Colección Austral de Argentina, en la cual el sabio español registra cómo nace la oratoria parlamentaria en los albores de la Revolución Francesa. Reproduce Ortega el comentario de un testigo de la sesión en la cual inaugura Mirabeau el tono del discurso parlamentario: “En el tumultuoso preludio de las Comunas, no se había oído aún nada comparable en fuerza y dignidad: fue como una delicia nueva, porque la elocuencia es el encanto de los hombres reunidos.”

Los triunfadores del primer debate entre presidenciables, fueron Denise Maerker de Televisa En Punto, Sergio Sarmiento de Azteca 1 y Azucena Uresti del Milenario canal de TV de Carlos Marín. No solamente tuvieron que memorizar el prontuario de normas de cortesía que deberían prodigar a los competidores. También habrían de asimilar forma y fondo y anticipar la estrategia de los comparecientes, "comparecientes", para que no parecieran "toros". Y los conductores lograron sobrevivir dada su nueva sabiduría, como el mejor grupo de antiguos y sabios forcados.

Era evidente que el enemigo a vencer sería el más conocido y aventajado de los cinco comparecientes, como resultado de un tácito acuerdo entre los postulados por dos conocidas coaliciones partidistas y los dos independientes.

En vez de explicar el alcance de sus propósitos de gobierno, los concursantes eligieron una mal diseñada trama de ataques personales. Los millones que integraron el vastísimo aglomerado de televidentes se quedaron con las ganas de escuchar de ellos sus propósitos con respecto a una mejor y más eficaz administración pública federal, al desarrollo y la ampliación del riego de tierras laborables, a la vigilancia de los litorales, la generación de electricidad, seguridad social, cuidado de la salud de los servidores públicos federales, estatales, municipales y control, registro y facilitación del regreso para los que ingresan por la frontera norte y protección e información para quienes llegan al territorio nacional por la frontera sur con el propósito de dirigirse hacia el norte para atravesar la frontera e internarse en el territorio estadounidense.

No hubo ni un solo intento de pregunta o comentario sobre apertura de tierras al cultivo orgánico, acuerdos específicos con estados fronterizos que dependen de la mano de obra agrícola mexicana en temporadas de siembra, cultivo y cosecha como Texas, Nuevo México, Sur de California y de mano de obra para servicios urbanos o trabajo en hoteles y casas, y en jardinería municipal. Ni siquiera un intento de inducir un comentario de los comparecientes para conocer anticipadamente sus necesidades reales de mano de obra rural y urbana y de las distintas especialidades en centros turísticos tanto de otoño como de invierno. Ni un solo comentario para inducir una observación o una respuesta para evitar que la frontera continúe porosa porque así lo propician los diversos interesados granjeros del otro lado.

Conviene, para que sigan triunfado, que los conductores de los debates consulten los seis tomos de Idea de México, escritos por Gastón García Cantú, publicados por el Fondo de Cultura Económica en 1991. En el tercer tomo encontrarán el minucioso registro de cómo comienza The Bracero Program, el inicio de la migración de los trabajadores agrícolas mexicanos para cultivar la tierra que antes de salir hacia los frentes de guerra en Europa Occidental, el Norte de África y en Las Filipinas, la cultivaban seis u ocho millones de jóvenes estadounidenses. Y que hagan lo mismo con el libro de Enrique Florescano:

La función social de la historia, también publicado por el Fondo. Lo mismo deben hacer con la excelente biografía de Mirabeau de José Ortega y Gasset, publicada por la Colección Austral de Argentina, en la cual el sabio español registra cómo nace la oratoria parlamentaria en los albores de la Revolución Francesa. Reproduce Ortega el comentario de un testigo de la sesión en la cual inaugura Mirabeau el tono del discurso parlamentario: “En el tumultuoso preludio de las Comunas, no se había oído aún nada comparable en fuerza y dignidad: fue como una delicia nueva, porque la elocuencia es el encanto de los hombres reunidos.”

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