/ miércoles 8 de mayo de 2019

PRD: la izquierda perdida

Cuando hace 30 años el Partido de la Revolución Democrática reunió en su fundación a las organizaciones y corrientes de la izquierda mexicana, se abría el camino para la formación de una fuerza moderna que con ese signo en diversas partes del mundo representaba opciones para el desarrollo de los países en la democracia.

Con la disolución del Partido Comunista transformado en Socialista Unificado y el aglutinamiento de otros de la misma tendencia, la izquierda mexicana dejaba atrás décadas de marxismo-leninismo, así como las metas de la dictadura del proletariado cuya fuerza se había debilitado con la desaparición del bloque socialista y de los polos que dominaron la lucha política e ideológica en el mundo en los años de la guerra fría. Las propuestas de la nueva izquierda, como ha ocurrido en Europa y en otras partes del mundo, debían ser la oposición al avance incontenible del neoliberalismo y los excesos de la economía de mercado y la globalización para dar a la nueva realidad de la economía y la política mundial un verdadero carácter social, en el que se conjugaran el mercado y el Estado para un desarrollo con justicia social.

Así nació el Partido de la Revolución Democrática en el que participaban lo mismo miembros progresistas del Partido Revolucionario Institucional que dirigentes de partidos y organizaciones de la izquierda tradicional, en una convergencia hacia la integración de una corriente basada en la modernidad y la realidad del mundo actual, una izquierda civilizada con propuestas practicables de carácter eminentemente social.

El PRD cumple 30 años de existencia en una situación de extremo decaimiento, cercana a su extinción y lejana a las expectativas generadas en el momento de su aparición. Las razones fundamentales de su situación actual no son, como podría pensarse, las luchas intestinas entre las llamadas tribus en disputa por el poder. El problema del PRD es la pérdida, a través de tres décadas de existencia, de su representación de una nueva izquierda que a finales de la década de los ochenta se presentaba como necesaria y útil para el país.

En 1988, poco antes de la fundación del PRD, la izquierda mexicana alcanzó una alta representación de la opinión pública con la postulación de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia de la República. Siguieron años de lucha, pero también de división entre sus miembros; con el abandono de sus postulados iniciales, el PRD se fue apartando de su verdadera función de oposición de izquierda. Transitó del debilitamiento de propuestas y convicciones hacia pactos, alianzas y acuerdos con fuerzas políticas e ideológicas totalmente contrarias que desnaturalizaron su esencia con propósitos meramente electoreros, el último de los cuales se dio en las elecciones de 2018 con la postulación conjunta de un candidato de la derecha a la presidencia de la República.

Con la virtual disolución del PRD podría pensarse y con razón, que la izquierda no existe actualmente en el país. Desprendimiento de una parte del PRD, el Movimiento de Reconstrucción Nacional, Morena, no es en esencia un partido de izquierda; es el partido de un solo hombre, el partido del resentimiento y la venganza sin una plataforma ideológica ni mucho menos programática congruentes con la situación de México y del mundo en el momento actual.

Lo mismo el PRD que su desprendido apéndice Morena nacieron de la semilla del odio al pasado al que han pretendido y pretenden transformar dividiendo a una sociedad que ha esperado en vano el surgimiento de una izquierda moderna, idealista, sí, pero a la vez pragmática y acorde con las auténticas necesidades y aspiraciones de nuestro país.

srio28@prodigy.net.mx

Cuando hace 30 años el Partido de la Revolución Democrática reunió en su fundación a las organizaciones y corrientes de la izquierda mexicana, se abría el camino para la formación de una fuerza moderna que con ese signo en diversas partes del mundo representaba opciones para el desarrollo de los países en la democracia.

Con la disolución del Partido Comunista transformado en Socialista Unificado y el aglutinamiento de otros de la misma tendencia, la izquierda mexicana dejaba atrás décadas de marxismo-leninismo, así como las metas de la dictadura del proletariado cuya fuerza se había debilitado con la desaparición del bloque socialista y de los polos que dominaron la lucha política e ideológica en el mundo en los años de la guerra fría. Las propuestas de la nueva izquierda, como ha ocurrido en Europa y en otras partes del mundo, debían ser la oposición al avance incontenible del neoliberalismo y los excesos de la economía de mercado y la globalización para dar a la nueva realidad de la economía y la política mundial un verdadero carácter social, en el que se conjugaran el mercado y el Estado para un desarrollo con justicia social.

Así nació el Partido de la Revolución Democrática en el que participaban lo mismo miembros progresistas del Partido Revolucionario Institucional que dirigentes de partidos y organizaciones de la izquierda tradicional, en una convergencia hacia la integración de una corriente basada en la modernidad y la realidad del mundo actual, una izquierda civilizada con propuestas practicables de carácter eminentemente social.

El PRD cumple 30 años de existencia en una situación de extremo decaimiento, cercana a su extinción y lejana a las expectativas generadas en el momento de su aparición. Las razones fundamentales de su situación actual no son, como podría pensarse, las luchas intestinas entre las llamadas tribus en disputa por el poder. El problema del PRD es la pérdida, a través de tres décadas de existencia, de su representación de una nueva izquierda que a finales de la década de los ochenta se presentaba como necesaria y útil para el país.

En 1988, poco antes de la fundación del PRD, la izquierda mexicana alcanzó una alta representación de la opinión pública con la postulación de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia de la República. Siguieron años de lucha, pero también de división entre sus miembros; con el abandono de sus postulados iniciales, el PRD se fue apartando de su verdadera función de oposición de izquierda. Transitó del debilitamiento de propuestas y convicciones hacia pactos, alianzas y acuerdos con fuerzas políticas e ideológicas totalmente contrarias que desnaturalizaron su esencia con propósitos meramente electoreros, el último de los cuales se dio en las elecciones de 2018 con la postulación conjunta de un candidato de la derecha a la presidencia de la República.

Con la virtual disolución del PRD podría pensarse y con razón, que la izquierda no existe actualmente en el país. Desprendimiento de una parte del PRD, el Movimiento de Reconstrucción Nacional, Morena, no es en esencia un partido de izquierda; es el partido de un solo hombre, el partido del resentimiento y la venganza sin una plataforma ideológica ni mucho menos programática congruentes con la situación de México y del mundo en el momento actual.

Lo mismo el PRD que su desprendido apéndice Morena nacieron de la semilla del odio al pasado al que han pretendido y pretenden transformar dividiendo a una sociedad que ha esperado en vano el surgimiento de una izquierda moderna, idealista, sí, pero a la vez pragmática y acorde con las auténticas necesidades y aspiraciones de nuestro país.

srio28@prodigy.net.mx