/ miércoles 9 de febrero de 2022

Presión rusasobre Ucrania 

Por Fernando Octavio Hernández*

Desde noviembre pasado, el despliegue de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania ha inquietado a la comunidad internacional mientras se insiste que estamos en vísperas de una invasión rusa.

De confirmarse el ataque, Rusia no sólo estaría abusando nuevamente de su vecino meridional -como lo ha hecho desde 2014, cuando le arrebató la península de Crimea- sino que el mundo estaría al borde de una conflagración devastadora. Por si no fuera suficiente, esta semana Estados Unidos anunció el envío de tres mil soldados a Polonia y Rumania para reforzar el flanco oriental de Europa ante los ejercicios militares realizados por Moscú con su aliada Bielorrusia.

Empero, se debe recordar que esta misma semana la OTAN descartó enviar tropas a Ucrania o intervenir en caso de que dicho país sea invadido por Rusia. Ante ello, Volodymyr Zelensky, el presidente de Ucrania, ha exigido que Estados Unidos y Gran Bretaña dejen de “crear pánico”; mientras Oleksiy Danilov, un alto funcionario de seguridad ucraniano, ha señalado que el despliegue de tropas rusas en la frontera es algo a lo que Kiev está acostumbrada. A su vez, Alemania y Francia han insistido en realizar negociaciones con la participación de todas las partes involucradas, mientras ambas potencias rehúsan aplicar más sanciones económicas a Rusia y apuestan por una solución diplomática, al igual que Turquía, cuyo gobierno se ha ofrecido para intermediar entre Moscú y Kiev.

Mientras tanto, el gobierno ruso ha reiterado a funcionarios estadounidenses de alto nivel que desea garantías vinculantes de que Ucrania no será incorporada a la OTAN; no debemos olvidar que Vladimir Putin ha insistido que Rusia se opone a la incorporación de más países de Europa del este a la OTAN, pues lo considera una provocación hacia su nación, especialmente tras los ejercicios realizados por dicho organismo en Polonia y los países bálticos en los últimos años.

Por tanto, el despliegue de tropas rusas en Ucrania debe ser visto como un acto de presión orientado a mostrar a Occidente la determinación del Kremlin de actuar para impedir que Ucrania se incorpore a la OTAN, en una estrategia de alto riesgo, pero sin ninguna intención real de llegar hasta las últimas consecuencias. Es probable que Putin emplee tal estrategia para tensar las relaciones entre Washington y sus aliados europeos, a sabiendas de que los segundos jamás estarían dispuestos a permitir que Estados Unidos empleara a la OTAN para forzar una guerra con Rusia, cuyos efectos destructivos afectarían principalmente a la propia Europa. Además, no debe descartarse que la pugna en torno a Ucrania puede obedecer a una intención del gobierno de Joe Biden para mejorar su popularidad frente a sus conciudadanos ahora que sus índices de aceptación se encuentran a la baja (y lo mismo aplica para el gobierno británico afectado por el party-gate contra el primer ministro Johnson) y parecen remotas sus posibilidades de reelegirse.

En suma, si el propio gobierno ucraniano prefiere la distensión y varios países europeos secundan la opción de una solución diplomática, es hora de reconocer la legitimidad de las demandas rusas, aunque ello no sea del agrado de Washington.


* Coordinador y profesor de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México. Correo: fohdzsanchez@anahuac.mx

Por Fernando Octavio Hernández*

Desde noviembre pasado, el despliegue de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania ha inquietado a la comunidad internacional mientras se insiste que estamos en vísperas de una invasión rusa.

De confirmarse el ataque, Rusia no sólo estaría abusando nuevamente de su vecino meridional -como lo ha hecho desde 2014, cuando le arrebató la península de Crimea- sino que el mundo estaría al borde de una conflagración devastadora. Por si no fuera suficiente, esta semana Estados Unidos anunció el envío de tres mil soldados a Polonia y Rumania para reforzar el flanco oriental de Europa ante los ejercicios militares realizados por Moscú con su aliada Bielorrusia.

Empero, se debe recordar que esta misma semana la OTAN descartó enviar tropas a Ucrania o intervenir en caso de que dicho país sea invadido por Rusia. Ante ello, Volodymyr Zelensky, el presidente de Ucrania, ha exigido que Estados Unidos y Gran Bretaña dejen de “crear pánico”; mientras Oleksiy Danilov, un alto funcionario de seguridad ucraniano, ha señalado que el despliegue de tropas rusas en la frontera es algo a lo que Kiev está acostumbrada. A su vez, Alemania y Francia han insistido en realizar negociaciones con la participación de todas las partes involucradas, mientras ambas potencias rehúsan aplicar más sanciones económicas a Rusia y apuestan por una solución diplomática, al igual que Turquía, cuyo gobierno se ha ofrecido para intermediar entre Moscú y Kiev.

Mientras tanto, el gobierno ruso ha reiterado a funcionarios estadounidenses de alto nivel que desea garantías vinculantes de que Ucrania no será incorporada a la OTAN; no debemos olvidar que Vladimir Putin ha insistido que Rusia se opone a la incorporación de más países de Europa del este a la OTAN, pues lo considera una provocación hacia su nación, especialmente tras los ejercicios realizados por dicho organismo en Polonia y los países bálticos en los últimos años.

Por tanto, el despliegue de tropas rusas en Ucrania debe ser visto como un acto de presión orientado a mostrar a Occidente la determinación del Kremlin de actuar para impedir que Ucrania se incorpore a la OTAN, en una estrategia de alto riesgo, pero sin ninguna intención real de llegar hasta las últimas consecuencias. Es probable que Putin emplee tal estrategia para tensar las relaciones entre Washington y sus aliados europeos, a sabiendas de que los segundos jamás estarían dispuestos a permitir que Estados Unidos empleara a la OTAN para forzar una guerra con Rusia, cuyos efectos destructivos afectarían principalmente a la propia Europa. Además, no debe descartarse que la pugna en torno a Ucrania puede obedecer a una intención del gobierno de Joe Biden para mejorar su popularidad frente a sus conciudadanos ahora que sus índices de aceptación se encuentran a la baja (y lo mismo aplica para el gobierno británico afectado por el party-gate contra el primer ministro Johnson) y parecen remotas sus posibilidades de reelegirse.

En suma, si el propio gobierno ucraniano prefiere la distensión y varios países europeos secundan la opción de una solución diplomática, es hora de reconocer la legitimidad de las demandas rusas, aunque ello no sea del agrado de Washington.


* Coordinador y profesor de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México. Correo: fohdzsanchez@anahuac.mx