/ domingo 24 de mayo de 2020

Prevención para tener seguridad

Tenemos varias semanas hacia delante de contingencia y es buen momento para prepararnos de cara a una nueva realidad en la que los problemas que vivíamos antes, regresarán ahora y, tal vez, con mayor intensidad. Sin embargo, dentro de esta inédita pandemia, hoy podemos contar con tiempo para anticipar y crear sistemas eficientes que nos protejan y nos ayuden a establecer nuevos hábitos y mejores prácticas sociales.

Una primera recomendación, que ya podemos empezar a aplicar en nuestra organización más inmediata, es diseñar círculos de seguridad que puedan mantener comunicados, coordinados y en colaboración a nuestra familia. De ahí ampliamos a nuestros amigos, vecinos, personas que nos ayudan en cualquier tarea, colegas de trabajo, colaboradoras y colaboradores, hasta llegar a un círculo en el que todos podamos estar informados en nuestra calle y, por qué no, en nuestra colonia.

Si parece complicado hacer que tantas personas coincidan, tomemos de ejemplo las redes sociales, las aplicaciones para elaborar videos cortos y uno no muy bueno: la manera en que opera la delincuencia. Si podemos organizarnos para tantas cosas durante esta pandemia, si la propia delincuencia no ha dejado de operar a pesar del coronavirus, si una noticia falsa tarda minutos en llegar a nuestros teléfonos celulares, creo firmemente en que podemos coordinarnos mucho mejor.

Esta forma de comunicación es también la manera en que recuperamos espacios públicos (hoy desiertos en su mayoría) y evitamos que los ocupe el crimen, de una vez por todas. De la misma forma, restauramos el maltrecho tejido social que impide recobrar la paz y tranquilidad que merecemos.

Hacer que esos círculos funcionen, independiente de quienes los integren, se vuelven sistemas y éstos son indispensables para que nuevos hábitos, prácticas y acciones se arraiguen hasta provocar una cultura de la prevención en la que yo cuido a los demás, para ellos me cuiden a mí y a los míos.

Este encierro sanitario nos ha enseñado que, frente a una amenaza, podemos tomar medidas que en otro momento nos parecerían inauditas y adaptarnos rápidamente a limitaciones de movilidad. Ha ocurrido en toda la República y, aunque no hemos logrado quedarnos en casa como deberíamos, hay un porcentaje histórico de mexicanas y mexicanos que mantienen la sana distancia.

Así que podemos prevenir y anticipar lo que vendrá en materia de seguridad, nuestro principal problema antes de la pandemia, comenzando hoy a organizarnos con nuestra familia y después con todos los demás a nuestro alrededor. Es un ejercicio para adaptarnos mejor a la nueva realidad, pero también una estrategia civil que puede sentar las bases de una recuperación social que nos urge.

Cada estado del país, con sus municipios y comunidades, puede hacerlo. Conozco casos directos de alcaldías enteras que están conectadas por medio de sus redes sociales y cualquier persona, vehículo o acto sospechoso, es reportado de inmediato para que intervenga la policía y los propios vecinos, lo que hace muy complicada la operación de cualquiera que buscan afectarlos.

Pero no es el único caso, asociaciones de hoteles en la República, incluidas cadenas internacionales, intercambian información en tiempo real casi las 24 horas del día, lo que reduce al máximo la presencia de delincuentes y la comisión del delito. Competidores en el terreno del servicio, los hoteles han demostrado que no lo son en el tema de la seguridad y esa será la clave de su recuperación en cuanto puedan reabrir completamente.

Ambos extremos, la organización comunitaria y la de un sector privado nacional e internacional, comparten denominadores comunes de buenas prácticas, solidaridad, participación y casos de éxito que se vuelven, de nuevo, sistemas eficientes para enfrentar cualquier eventualidad.

¿Si se puede hacer en cualquiera de esos niveles, por qué no podemos hacerlo desde nuestra casa y ampliar esa comunicación efectiva a todos los espacios donde convivimos? De esa manera podemos presionar positivamente a que las autoridades de seguridad den resultados y a dejar constancia de la presencia de delincuentes a los que les interesa su negocio, haya o no coronavirus.

Empecemos ya a organizarnos. Ocupemos espacios virtuales y reales, esos mismos que luego son invadidos por quienes buscan afectarnos y dividirnos para evitar que nos unamos. Viene una etapa de reconstrucción del país y de la realidad en cada una de nuestras entidades, aprovechemos el tiempo valioso para sentar las bases de una nueva forma de hacer ciudadanía y de ser corresponsables de aquí en adelante.


Experto en temas de seguridad


Tenemos varias semanas hacia delante de contingencia y es buen momento para prepararnos de cara a una nueva realidad en la que los problemas que vivíamos antes, regresarán ahora y, tal vez, con mayor intensidad. Sin embargo, dentro de esta inédita pandemia, hoy podemos contar con tiempo para anticipar y crear sistemas eficientes que nos protejan y nos ayuden a establecer nuevos hábitos y mejores prácticas sociales.

Una primera recomendación, que ya podemos empezar a aplicar en nuestra organización más inmediata, es diseñar círculos de seguridad que puedan mantener comunicados, coordinados y en colaboración a nuestra familia. De ahí ampliamos a nuestros amigos, vecinos, personas que nos ayudan en cualquier tarea, colegas de trabajo, colaboradoras y colaboradores, hasta llegar a un círculo en el que todos podamos estar informados en nuestra calle y, por qué no, en nuestra colonia.

Si parece complicado hacer que tantas personas coincidan, tomemos de ejemplo las redes sociales, las aplicaciones para elaborar videos cortos y uno no muy bueno: la manera en que opera la delincuencia. Si podemos organizarnos para tantas cosas durante esta pandemia, si la propia delincuencia no ha dejado de operar a pesar del coronavirus, si una noticia falsa tarda minutos en llegar a nuestros teléfonos celulares, creo firmemente en que podemos coordinarnos mucho mejor.

Esta forma de comunicación es también la manera en que recuperamos espacios públicos (hoy desiertos en su mayoría) y evitamos que los ocupe el crimen, de una vez por todas. De la misma forma, restauramos el maltrecho tejido social que impide recobrar la paz y tranquilidad que merecemos.

Hacer que esos círculos funcionen, independiente de quienes los integren, se vuelven sistemas y éstos son indispensables para que nuevos hábitos, prácticas y acciones se arraiguen hasta provocar una cultura de la prevención en la que yo cuido a los demás, para ellos me cuiden a mí y a los míos.

Este encierro sanitario nos ha enseñado que, frente a una amenaza, podemos tomar medidas que en otro momento nos parecerían inauditas y adaptarnos rápidamente a limitaciones de movilidad. Ha ocurrido en toda la República y, aunque no hemos logrado quedarnos en casa como deberíamos, hay un porcentaje histórico de mexicanas y mexicanos que mantienen la sana distancia.

Así que podemos prevenir y anticipar lo que vendrá en materia de seguridad, nuestro principal problema antes de la pandemia, comenzando hoy a organizarnos con nuestra familia y después con todos los demás a nuestro alrededor. Es un ejercicio para adaptarnos mejor a la nueva realidad, pero también una estrategia civil que puede sentar las bases de una recuperación social que nos urge.

Cada estado del país, con sus municipios y comunidades, puede hacerlo. Conozco casos directos de alcaldías enteras que están conectadas por medio de sus redes sociales y cualquier persona, vehículo o acto sospechoso, es reportado de inmediato para que intervenga la policía y los propios vecinos, lo que hace muy complicada la operación de cualquiera que buscan afectarlos.

Pero no es el único caso, asociaciones de hoteles en la República, incluidas cadenas internacionales, intercambian información en tiempo real casi las 24 horas del día, lo que reduce al máximo la presencia de delincuentes y la comisión del delito. Competidores en el terreno del servicio, los hoteles han demostrado que no lo son en el tema de la seguridad y esa será la clave de su recuperación en cuanto puedan reabrir completamente.

Ambos extremos, la organización comunitaria y la de un sector privado nacional e internacional, comparten denominadores comunes de buenas prácticas, solidaridad, participación y casos de éxito que se vuelven, de nuevo, sistemas eficientes para enfrentar cualquier eventualidad.

¿Si se puede hacer en cualquiera de esos niveles, por qué no podemos hacerlo desde nuestra casa y ampliar esa comunicación efectiva a todos los espacios donde convivimos? De esa manera podemos presionar positivamente a que las autoridades de seguridad den resultados y a dejar constancia de la presencia de delincuentes a los que les interesa su negocio, haya o no coronavirus.

Empecemos ya a organizarnos. Ocupemos espacios virtuales y reales, esos mismos que luego son invadidos por quienes buscan afectarnos y dividirnos para evitar que nos unamos. Viene una etapa de reconstrucción del país y de la realidad en cada una de nuestras entidades, aprovechemos el tiempo valioso para sentar las bases de una nueva forma de hacer ciudadanía y de ser corresponsables de aquí en adelante.


Experto en temas de seguridad


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