Estamos en una transformación radical de la vida pública. La frase de “primero los pobres” sintetiza muy bien el espíritu de la 4ta. Transformación. Es también la base que ha inspirado el nuevo presupuesto de egresos para este 2020.
Como el buen juez por su casa empieza, el presidente predica con el ejemplo: la oficina que más recortes ha tenido es precisamente la de la presidencia. De 2018 a la fecha, ha reducido su presupuesto casi a la mitad: de 1,797 millones a sólo 918 millones de pesos. Este presupuesto, como nunca, cumple con su deber principal, el de redistribuir los recursos para disminuir las terribles desigualdades sociales.
Uno de los temas controversiales fue el presupuesto destinado al campo. Se dijeron muchas mentiras, y quienes lo hicieron, se negaron a realizar un análisis serio de lo que realmente ocurrió. Efectivamente, hubo una pequeña disminución del presupuesto en esta materia. Se trató de modificar los programas para que los autollamados líderes campesinos no tuvieran ninguna oportunidad de quedarse con el dinero que se ha destinado a los campesinos que más lo necesitan. También se desaparecieron algunos programas y productos financieros que sólo estaban al alcance de los grandes productores. A cambio de ello, se les va a seguir apoyando con formas de financiamiento que les permitirán seguir produciendo y creciendo en el sector.
Muchos de los recursos presupuestales fueron canalizados al programa “Sembrando vida”, el cual ayuda a los campesinos más pobres a recuperar su tierra, no sólo con apoyo en efectivo, sino con capacitación para reforestar y lograr cultivos que permitan la autosuficiencia alimentaria. Ahora, el campo mexicano podrá ser, para muchos, un digno medio de vida.
Con estas medidas se logran dos cosas para el beneficio de todos los mexicanos: detener la inmigración y obtener soberanía alimenticia. Los diputados estamos convencidos de que “Sembrando vida” es un excelente programa de ayuda social. Es por ello que le reasignamos 3,374 millones más, para que en total tuviera 28,504 millones de pesos.
Por su parte, nueve de cada 10 familias indígenas reciben un apoyo del gobierno federal. Estas acciones afirmativas intentan reducir el daño que por décadas se les infringió a estas comunidades. Por cierto, este fin de semana tuve la oportunidad de verificarlo con la comunidad mazahua en Atlacomulco, Estado de México.
Otro gran programa emblemático es el de la pensión para las personas adultas mayores. Venimos de una etapa de salvaje mercantilismo en donde sólo se benefició a los compinches del poder. En esta nueva época, ya no se trata de exprimir el trabajo de todos y luego dejarlos sin lo elemental para subsistir. Con este programa social del gobierno obradorista, destinamos 129 mil millones de pesos para las pensiones de millones de adultos mayores. También, se aumentaron los recursos para la pensión destinada al bienestar de las personas con discapacidad, para quedar en 14,197 millones de pesos.
Algunos se preguntan de dónde va a salir el dinero para los programas sociales, y la respuesta es: del combate a la corrupción, así como del manejo austero y eficiente de los gastos en el gobierno. Lo hemos hecho ya al suprimir parte de la burocracia dorada, como el Consejo de Promoción Turística o el Instituto Nacional de Ayuda al Emprendedor. Nos dijeron que el turismo caería, y no fue así: ha aumentado en número y en dinero que los turistas gastan en México. Por su parte, la Secretaría de Economía ayuda al emprendimiento sin necesidad de gastos suntuosos e innecesarios. Esperaremos lo mismo del Instituto Nacional Electoral.
Con este presupuesto estamos distribuyendo el dinero de todos para así poder apoyar más a los que realmente lo necesitan. Sin ninguna duda, éste es un presupuesto humano y con un profundo sentido social.
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