/ martes 3 de agosto de 2021

Principio de perseverancia

No llegamos a este punto de civilización (con los retos y los defectos que hemos desarrollado) sin la voluntad y el compromiso de prevalecer como especie y organizados en sociedad. Es un principio que debemos tomar en cuenta siempre para poder evaluar nuestros avances y nuestros retrocesos sociales.


Lo que no se mide no se puede mejorar y por ello tenemos que dedicarle tiempo como ciudadanos a prestarle atención a lo que hacemos y a los resultados que provoca para evitar que comportamientos deficientes sigan deteriorando nuestro bien y buen vivir, mientras adoptamos hábitos correctos que nos ayuden a todos a crecer en comunidad.


Estamos frente a una nueva etapa de la pandemia y podemos caer en la idea de que se trata de una línea recta en la que empezamos en un punto y terminamos en otro. No siempre funciona así, porque en el camino hay obstáculos, desviaciones y hasta episodios donde podemos ir en reversa.


No creo que sea el caso, porque la mayor parte de los segmentos de nuestra población (en particular los más jóvenes) han tomado la decisión de vacunarse y esa protección es decisiva para salir de esta crisis sanitaria. Nuestra tarea civil es convencer todos los días a quienes están escépticos de que esta es la única vía en la que podemos confiar para recuperarnos y para evitar mayores desgracias.


Está también el reforzar, de nuevo, las medidas de salud que ya habíamos aprendido y que desde hace varias semanas empezamos a relajar debido a que nuestra percepción pudo modificarse ante el avance de la vacunación en el país.


Usar correctamente el cubrebocas y utilizarlo constantemente será una protección adicional que funciona en lo personal y hacia otros. Un estudio de hace menos de 48 horas demuestra que quien, aún vacunado, se contagia, podría infectar a otras personas, aunque sus síntomas fueran leves o inexistentes.


Dos cosas son útiles para no dar vueltas en círculo. La primera es tener un destino, y la segunda, una ruta para llegar. Ese mapa personal y social es en el que podemos influir y estamos obligados a apoyar.


Tanto las autoridades como otras instituciones han señalado el camino para seguir avanzando, pero nosotros tenemos una responsabilidad para que esas referencias se usen y la brújula sea general para que lleguemos lo mejor posible al final de esta contingencia.


Las medidas que funcionan para regular, y regularnos, son aquellas que nos convencen de sus beneficios y también de su conveniencia para evitar problemas más graves. Esa es la parte que nos toca y estamos en condiciones de reforzar las acciones de sana distancia, de higiene, y de buena aplicación de gel y cubrebocas.


En esa colaboración ciudadana solo nosotros marcamos el paso y aportamos esa corresponsabilidad en la que cumplimos con lo que nos toca. Si la mayoría apunta a una sola dirección, entonces estamos en un escenario de perseverancia y esa es la única forma en la que podremos salir de esto en mejores condiciones de como iniciamos.


Debemos hacerlo para avanzar, pero también para honrar a quienes perdieron la vida durante esta emergencia. Estar conscientes de nuestro peso en la solución de los problemas que nos afectan es el comienzo de una organización comunitaria eficiente, que resuelve sin que las instituciones tengan que estar detrás de nosotros.


Somos una sociedad mayor de edad, que debe demostrar esa madurez para seguir cuidándose, mediante el cuidado de cada uno y el compromiso de ver por quien se encuentra a nuestro lado. Es una especie de contagio positivo, si lo queremos ver de esa manera, para que virus, cambios de clima, desastres naturales, sean menos cruentos, precisamente porque estamos preparados y convencidos.


Ahí está nuestra aportación ciudadana más importante: el convencimiento de que estamos a la altura de nuestros obstáculos para vencerlos, anteponiendo siempre el bien común.


Esa es la perseverancia social que debemos fomentar, compartir y establecer como un hábito de organización, de intercambio y de solidaridad en nuestras familias y en nuestras comunidades.


Experto en seguridad pública


No llegamos a este punto de civilización (con los retos y los defectos que hemos desarrollado) sin la voluntad y el compromiso de prevalecer como especie y organizados en sociedad. Es un principio que debemos tomar en cuenta siempre para poder evaluar nuestros avances y nuestros retrocesos sociales.


Lo que no se mide no se puede mejorar y por ello tenemos que dedicarle tiempo como ciudadanos a prestarle atención a lo que hacemos y a los resultados que provoca para evitar que comportamientos deficientes sigan deteriorando nuestro bien y buen vivir, mientras adoptamos hábitos correctos que nos ayuden a todos a crecer en comunidad.


Estamos frente a una nueva etapa de la pandemia y podemos caer en la idea de que se trata de una línea recta en la que empezamos en un punto y terminamos en otro. No siempre funciona así, porque en el camino hay obstáculos, desviaciones y hasta episodios donde podemos ir en reversa.


No creo que sea el caso, porque la mayor parte de los segmentos de nuestra población (en particular los más jóvenes) han tomado la decisión de vacunarse y esa protección es decisiva para salir de esta crisis sanitaria. Nuestra tarea civil es convencer todos los días a quienes están escépticos de que esta es la única vía en la que podemos confiar para recuperarnos y para evitar mayores desgracias.


Está también el reforzar, de nuevo, las medidas de salud que ya habíamos aprendido y que desde hace varias semanas empezamos a relajar debido a que nuestra percepción pudo modificarse ante el avance de la vacunación en el país.


Usar correctamente el cubrebocas y utilizarlo constantemente será una protección adicional que funciona en lo personal y hacia otros. Un estudio de hace menos de 48 horas demuestra que quien, aún vacunado, se contagia, podría infectar a otras personas, aunque sus síntomas fueran leves o inexistentes.


Dos cosas son útiles para no dar vueltas en círculo. La primera es tener un destino, y la segunda, una ruta para llegar. Ese mapa personal y social es en el que podemos influir y estamos obligados a apoyar.


Tanto las autoridades como otras instituciones han señalado el camino para seguir avanzando, pero nosotros tenemos una responsabilidad para que esas referencias se usen y la brújula sea general para que lleguemos lo mejor posible al final de esta contingencia.


Las medidas que funcionan para regular, y regularnos, son aquellas que nos convencen de sus beneficios y también de su conveniencia para evitar problemas más graves. Esa es la parte que nos toca y estamos en condiciones de reforzar las acciones de sana distancia, de higiene, y de buena aplicación de gel y cubrebocas.


En esa colaboración ciudadana solo nosotros marcamos el paso y aportamos esa corresponsabilidad en la que cumplimos con lo que nos toca. Si la mayoría apunta a una sola dirección, entonces estamos en un escenario de perseverancia y esa es la única forma en la que podremos salir de esto en mejores condiciones de como iniciamos.


Debemos hacerlo para avanzar, pero también para honrar a quienes perdieron la vida durante esta emergencia. Estar conscientes de nuestro peso en la solución de los problemas que nos afectan es el comienzo de una organización comunitaria eficiente, que resuelve sin que las instituciones tengan que estar detrás de nosotros.


Somos una sociedad mayor de edad, que debe demostrar esa madurez para seguir cuidándose, mediante el cuidado de cada uno y el compromiso de ver por quien se encuentra a nuestro lado. Es una especie de contagio positivo, si lo queremos ver de esa manera, para que virus, cambios de clima, desastres naturales, sean menos cruentos, precisamente porque estamos preparados y convencidos.


Ahí está nuestra aportación ciudadana más importante: el convencimiento de que estamos a la altura de nuestros obstáculos para vencerlos, anteponiendo siempre el bien común.


Esa es la perseverancia social que debemos fomentar, compartir y establecer como un hábito de organización, de intercambio y de solidaridad en nuestras familias y en nuestras comunidades.


Experto en seguridad pública