/ martes 2 de agosto de 2022

Propiedad intelectual e innovación científica

Cristóbal Thompson, Director Ejecutivo de AMIIF

¿Se han imaginado cómo sería nuestro mundo sin la innovación? La creatividad humana ha hecho posible la innovación, al modificar elementos o ideas ya existentes con el fin de mejorarlos, y también a hacer posible la creación e implementación de elementos totalmente nuevos.

La innovación, que en un inicio fue factor clave para la supervivencia humana, a lo largo de la historia se ha convertido en un detonante de progreso y desarrollo de la humanidad en todos los ámbitos de su actividad, desde la agricultura, la elaboración de los alimentos, la construcción, el vestido, en épocas antiguas, hasta los modernos medios de transporte con los que hoy contamos, las telecomunicaciones, la electrónica, los sorprendentes avances tecnológicos en diversos ámbitos, así como la innovación en la salud.

Para innovar en el ámbito de la salud es necesario involucrar el trabajo de mucha gente de todo el mundo, así como dedicar mucho tiempo y recursos para que un medicamento o dispositivo médico llegue a las manos de la persona que lo necesita. Ello implica necesariamente la inversión y ésta es posible gracias a la protección de la propiedad intelectual.

La propiedad intelectual se relaciona con las creaciones de la mente: invenciones, obras literarias y artísticas, así como símbolos, nombres e imágenes. La legislación protege a la propiedad intelectual, por ejemplo, mediante las patentes, el derecho de autor y las marcas, figuras a partir de las que el inventor o credaror puede obtener reconocimiento y retorno de su inversión.

Volviendo al ámbito de la salud, la protección de la propiedad intelectual es un elemento esencial en la generación del ambiente necesario para innovar y mejorar el bienestar de las personas. Asimismo, es un mecanismo de recompensa que brinda ventajas competitivas para invertir en investigación y desarrollo y, como tal, es un incentivo para innovar.

Por ello, sin propiedad intelectual no sería posible continuar brindando a la humanidad los avances médicos que necesita para mejorar su salud y calidad de vida.

Para muestra volvamos a la historia: A partir del siglo XX, la expectativa y calidad de vida tuvieron una mejora indiscutible gracias a la innovación en salud promovida a través de la propiedad intelectual. Por ejemplo, hace algunos años la hepatitis C era una condena a muerte; hoy es curable. Lo mismo sucede con el cáncer, que de enfermedad mortal se está convirtiendo, más bien, en una enfermedad crónica.

En la Semana de la Innovación 2022 de AMIIF, se dio un lugar especial a la propiedad intelectual y su papel en la respuesta sin precedentes que la industria farmacéutica de innovación fue capaz de dar a la pandemia de la covid-19.

En este sentido, hago hincapié en que la propiedad intelectual ha sido un habilitador para la respuesta a la pandemia que ha permitido brindar soluciones médicas seguras y eficaces a los pacientes, con una rapidez que marca una nueva pauta en la historia de la ciencia.

Según datos de la International Federation of Pharmaceutical Manufacturers & Associations (IFPMA), la protección a la propiedad intelectual ha permitido hacer frente a la pandemia a través de transferencias de tecnología voluntarias y asociaciones que han resultado en la producción de más de 13 mil millones de dosis de vacunas en todo el mundo.

En síntesis, las vacunas y los tratamientos contra la Covid-19 son el producto de la investigación científica, las alianzas público-privadas y de muchos años de arduo trabajo e inversiones, respaldados por la propiedad intelectual. Sin la adcuada protección a la propiedad intelectual, la inversión, la cooperación y la innovación que llevaron al desarrollo y la fabricación de vacunas y tratamientos contra la Covid-19, no habrían sucedido como tuvieron lugar y se hubiera perdido una gran cantidad de vidas.

Asimismo, la innovación activa un círculo virtuoso de bienestar y desarrollo sostenible para las poblaciones, y genera crecimiento económico para los países.

Existe evidencia de que los países con estándares altos para la protección de la propiedad intelectual son los que cuentan con mejores condiciones de salud. El Índice Global de Innovación (IGI), elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) clasifica el estado de la innovación en 132 países. Por su lado, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU mide el nivel de bienestar de la población mundial y el grado de progreso social.

De acuerdo con el IGI, los 10 países más innovadores son Suiza, Suecia, Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, Países Bajos, Finlandia, Singapur, Dinamarca y Alemania. Cinco de los países más innovadores están entre los diez mejor calificados de acuerdo con el IDH. Estos países son: Suiza, Alemania, Suecia, Países Bajos y Dinamarca. Esto sugiere una correlación entre bienestar social y actividad innovadora. Además, nueve de los diez con mejor posición en el IGI se encuentran dentro del “Top-20” como los más avanzados en cuestiones de desarrollo social.

Por todos estos motivos, debemos apostar cada vez más por la investigación acompañada de la protección a la propiedad intelectual.

Cristóbal Thompson, Director Ejecutivo de AMIIF

¿Se han imaginado cómo sería nuestro mundo sin la innovación? La creatividad humana ha hecho posible la innovación, al modificar elementos o ideas ya existentes con el fin de mejorarlos, y también a hacer posible la creación e implementación de elementos totalmente nuevos.

La innovación, que en un inicio fue factor clave para la supervivencia humana, a lo largo de la historia se ha convertido en un detonante de progreso y desarrollo de la humanidad en todos los ámbitos de su actividad, desde la agricultura, la elaboración de los alimentos, la construcción, el vestido, en épocas antiguas, hasta los modernos medios de transporte con los que hoy contamos, las telecomunicaciones, la electrónica, los sorprendentes avances tecnológicos en diversos ámbitos, así como la innovación en la salud.

Para innovar en el ámbito de la salud es necesario involucrar el trabajo de mucha gente de todo el mundo, así como dedicar mucho tiempo y recursos para que un medicamento o dispositivo médico llegue a las manos de la persona que lo necesita. Ello implica necesariamente la inversión y ésta es posible gracias a la protección de la propiedad intelectual.

La propiedad intelectual se relaciona con las creaciones de la mente: invenciones, obras literarias y artísticas, así como símbolos, nombres e imágenes. La legislación protege a la propiedad intelectual, por ejemplo, mediante las patentes, el derecho de autor y las marcas, figuras a partir de las que el inventor o credaror puede obtener reconocimiento y retorno de su inversión.

Volviendo al ámbito de la salud, la protección de la propiedad intelectual es un elemento esencial en la generación del ambiente necesario para innovar y mejorar el bienestar de las personas. Asimismo, es un mecanismo de recompensa que brinda ventajas competitivas para invertir en investigación y desarrollo y, como tal, es un incentivo para innovar.

Por ello, sin propiedad intelectual no sería posible continuar brindando a la humanidad los avances médicos que necesita para mejorar su salud y calidad de vida.

Para muestra volvamos a la historia: A partir del siglo XX, la expectativa y calidad de vida tuvieron una mejora indiscutible gracias a la innovación en salud promovida a través de la propiedad intelectual. Por ejemplo, hace algunos años la hepatitis C era una condena a muerte; hoy es curable. Lo mismo sucede con el cáncer, que de enfermedad mortal se está convirtiendo, más bien, en una enfermedad crónica.

En la Semana de la Innovación 2022 de AMIIF, se dio un lugar especial a la propiedad intelectual y su papel en la respuesta sin precedentes que la industria farmacéutica de innovación fue capaz de dar a la pandemia de la covid-19.

En este sentido, hago hincapié en que la propiedad intelectual ha sido un habilitador para la respuesta a la pandemia que ha permitido brindar soluciones médicas seguras y eficaces a los pacientes, con una rapidez que marca una nueva pauta en la historia de la ciencia.

Según datos de la International Federation of Pharmaceutical Manufacturers & Associations (IFPMA), la protección a la propiedad intelectual ha permitido hacer frente a la pandemia a través de transferencias de tecnología voluntarias y asociaciones que han resultado en la producción de más de 13 mil millones de dosis de vacunas en todo el mundo.

En síntesis, las vacunas y los tratamientos contra la Covid-19 son el producto de la investigación científica, las alianzas público-privadas y de muchos años de arduo trabajo e inversiones, respaldados por la propiedad intelectual. Sin la adcuada protección a la propiedad intelectual, la inversión, la cooperación y la innovación que llevaron al desarrollo y la fabricación de vacunas y tratamientos contra la Covid-19, no habrían sucedido como tuvieron lugar y se hubiera perdido una gran cantidad de vidas.

Asimismo, la innovación activa un círculo virtuoso de bienestar y desarrollo sostenible para las poblaciones, y genera crecimiento económico para los países.

Existe evidencia de que los países con estándares altos para la protección de la propiedad intelectual son los que cuentan con mejores condiciones de salud. El Índice Global de Innovación (IGI), elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) clasifica el estado de la innovación en 132 países. Por su lado, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU mide el nivel de bienestar de la población mundial y el grado de progreso social.

De acuerdo con el IGI, los 10 países más innovadores son Suiza, Suecia, Estados Unidos, Reino Unido, Corea del Sur, Países Bajos, Finlandia, Singapur, Dinamarca y Alemania. Cinco de los países más innovadores están entre los diez mejor calificados de acuerdo con el IDH. Estos países son: Suiza, Alemania, Suecia, Países Bajos y Dinamarca. Esto sugiere una correlación entre bienestar social y actividad innovadora. Además, nueve de los diez con mejor posición en el IGI se encuentran dentro del “Top-20” como los más avanzados en cuestiones de desarrollo social.

Por todos estos motivos, debemos apostar cada vez más por la investigación acompañada de la protección a la propiedad intelectual.