/ lunes 23 de abril de 2018

Propuestas y no dimes diretes

Se ha vuelto tema hablar y escribir sobre el ambiente enrarecido en que se vienen desarrollando las campañas electorales. Quienes opinan señalan, y con razón, que más que una campaña de propuestas con solución a los graves problemas que padece el país, los partidos y candidatos no hacen otra cosa que lanzar insultos y tirar golpes. Denuncias de corrupción de los adversarios y críticas e insultos es, en lo que va de la campaña, lo que predomina en el paisaje electoral.

De lo anterior, ciertamente nadie tiene duda. Es lo que por experiencia propia todos en el país hemos vivido y de ello damos testimonio. Así como también de que numerosos medios se inclinan por difundir la nota estridente, el comentario procaz, las denuncias más descabelladas y sin fundamento, los insultos más vulgares. Nadie puede negar que en efecto así es el modelo de desarrollo de las campañas electorales.

Si lo anterior sucede en los medios tradicionales, en las redes sociales es peor. Más grave aún porque en éstas los insultos y golpes se lanzan no sólo sin fundamento, pruebas ni argumentos sino porque llegan a extremos tales como si el receptor de los malintencionados mensajes fuera menor de edad o de plano retrasado mental. Sin capacidad alguna para discernir. La falta de escrúpulo y de insulto a la inteligencia parecen en este caso no tener límites.

Pero lo peor de todo es que la inmensa mayoría de los opinadores y analistas, por desgracia aun los que fuera del tema de las campañas se tienen por respetables y serios, cuando se trata de los procesos electorales pierden piso y escrúpulos. Se van por la nota fácil (sin prueba de lo que señalan), el comentario frívolo y la opinión ligera. Como para que el combate no pare y la violencia verbal no se detenga.

Desde hace décadas vengo exponiendo en este espacio la necesidad de que medios y analistas se enfoquen al examen, éste sí riguroso y puntual, de las plataformas de los partidos y de las propuestas contenidas en el discurso de los candidatos.

A lo anterior ayuda que desde hace más de un cuarto de siglo los partidos están obligados por ley a presentar ante la autoridad electoral su respectiva plataforma política. Incluso como requisito que previamente han de cumplir para hacer eficaz el derecho a postular candidatos, de manera tal que, si algún partido omitiera, por cualquier causa, atender este requisito dentro de los tiempos señalados por la ley, automáticamente perdería el derecho a lanzar candidatos en el proceso electoral en que incurriera en tal omisión.

El problema está en que las plataformas electorales, una vez cumplido el trámite y cubierto el requisito, son olvidadas por todos: partidos, candidatos, autoridad electoral, medios de comunicación y analistas. En gran parte por esto las campañas deriven hacia el insulto, los dimes y diretes, y la violencia verbal que en el actual proceso van in crescendo.

Tiene por ello gran mérito, y así ha de reconocerse, que el INE y la UNAM hayan organizado una serie de seis mesas temáticas para analizar las plataformas electorales presentadas por los partidos políticos para el proceso comicial 2018, jornadas que entre los días 10 y 12 de abril se llevaron a cabo con el título de “Los desafíos de la nación. Las plataformas electorales discutidas por los universitarios”. Fueron actos de alta calidad académica por el nivel de sus participantes. Lástima que en buena medida fueron ignoradas por los medios

Se ha vuelto tema hablar y escribir sobre el ambiente enrarecido en que se vienen desarrollando las campañas electorales. Quienes opinan señalan, y con razón, que más que una campaña de propuestas con solución a los graves problemas que padece el país, los partidos y candidatos no hacen otra cosa que lanzar insultos y tirar golpes. Denuncias de corrupción de los adversarios y críticas e insultos es, en lo que va de la campaña, lo que predomina en el paisaje electoral.

De lo anterior, ciertamente nadie tiene duda. Es lo que por experiencia propia todos en el país hemos vivido y de ello damos testimonio. Así como también de que numerosos medios se inclinan por difundir la nota estridente, el comentario procaz, las denuncias más descabelladas y sin fundamento, los insultos más vulgares. Nadie puede negar que en efecto así es el modelo de desarrollo de las campañas electorales.

Si lo anterior sucede en los medios tradicionales, en las redes sociales es peor. Más grave aún porque en éstas los insultos y golpes se lanzan no sólo sin fundamento, pruebas ni argumentos sino porque llegan a extremos tales como si el receptor de los malintencionados mensajes fuera menor de edad o de plano retrasado mental. Sin capacidad alguna para discernir. La falta de escrúpulo y de insulto a la inteligencia parecen en este caso no tener límites.

Pero lo peor de todo es que la inmensa mayoría de los opinadores y analistas, por desgracia aun los que fuera del tema de las campañas se tienen por respetables y serios, cuando se trata de los procesos electorales pierden piso y escrúpulos. Se van por la nota fácil (sin prueba de lo que señalan), el comentario frívolo y la opinión ligera. Como para que el combate no pare y la violencia verbal no se detenga.

Desde hace décadas vengo exponiendo en este espacio la necesidad de que medios y analistas se enfoquen al examen, éste sí riguroso y puntual, de las plataformas de los partidos y de las propuestas contenidas en el discurso de los candidatos.

A lo anterior ayuda que desde hace más de un cuarto de siglo los partidos están obligados por ley a presentar ante la autoridad electoral su respectiva plataforma política. Incluso como requisito que previamente han de cumplir para hacer eficaz el derecho a postular candidatos, de manera tal que, si algún partido omitiera, por cualquier causa, atender este requisito dentro de los tiempos señalados por la ley, automáticamente perdería el derecho a lanzar candidatos en el proceso electoral en que incurriera en tal omisión.

El problema está en que las plataformas electorales, una vez cumplido el trámite y cubierto el requisito, son olvidadas por todos: partidos, candidatos, autoridad electoral, medios de comunicación y analistas. En gran parte por esto las campañas deriven hacia el insulto, los dimes y diretes, y la violencia verbal que en el actual proceso van in crescendo.

Tiene por ello gran mérito, y así ha de reconocerse, que el INE y la UNAM hayan organizado una serie de seis mesas temáticas para analizar las plataformas electorales presentadas por los partidos políticos para el proceso comicial 2018, jornadas que entre los días 10 y 12 de abril se llevaron a cabo con el título de “Los desafíos de la nación. Las plataformas electorales discutidas por los universitarios”. Fueron actos de alta calidad académica por el nivel de sus participantes. Lástima que en buena medida fueron ignoradas por los medios