/ domingo 24 de octubre de 2021

Proteger en el ciberespacio

Tenemos la fortuna de vivir en la que, tal vez, es la época con mayores adelantos tecnológicos en la historia de la Humanidad. El avance de la programación y de la inteligencia artificial, solo como dos ejemplos, sigue motivando esperanza en un futuro mejor, de mayor equilibrio y libertades, aunque también despierta dudas acerca de lo que puede significar para nuestra convivencia social en los próximos años.

El intercambio de contenido y de datos es una industria global y su consumo una necesidad primaria en la mayoría de nuestros hogares, no importa si es para el trabajo, la información o el entretenimiento. Una descarga y podemos tener al alcance contactos que comparten muchas de nuestras preferencias que de otra forma sería imposible lograr.

El ritmo de vida se ajusta a la tecnología que usamos y no al revés. Luego de un año y ocho meses de pandemia, con varios meses de confinamiento absoluto y un periodo por delante de restricciones y cuidados, hacen que esta afirmación tenga sustento en nuestro día a día. Nuestra existencia se adaptó a la tecnología por necesidad y también por emergencia.

Cuál será el balance de los beneficios y los problemas que esta mudanza tecnológica nos haya traído es un análisis que está por verse, pero lo cierto es que hoy sabemos bien que podemos trabajar desde el comedor de casa, acordar asuntos importantes desde una conferencia virtual y pasar horas frente a una pantalla para revisar una presentación, ver una serie completa o competir en un videojuego con otras personas.

Sin embargo, mientras se hace el estudio sobre cómo el uso y abuso de la tecnología nos ha cambiado en esta emergencia sanitaria, la realidad no se detiene y los problemas que tenemos desde siempre se trasladan con facilidad al ciberespacio.

Esta semana se presentó por parte de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, un decálogo elaborado por la dependencia para que mamás y papás podamos dialogar sobre las medidas preventivas que podemos adoptar a favor de niñas, niños y adolescentes, en lo que respecta al consumo de juegos de video, en particular aquellos que involucran tramas de violencia en donde bandas de criminales intentan reclutar a menores.

He compartido antes que no debería ser ninguna noticia que el crimen ha mudado muchas de sus operaciones al mundo digital, porque ahí es donde nosotros también nos hemos trasladado. La pandemia solo ha sido un detonador de actividad en la red para comprar bienes y servicios, bajar aplicaciones diversas y establecer comunicación con identidades que pensamos tienen a una persona detrás. Puede que no sea así.

Grupos de delincuentes especializados buscan víctimas a lo largo de la red para robarles contraseñas, datos personales, vigilar sus ubicaciones y suplantarlas para realizar desde transacciones, hasta delitos más graves. Uno de los foros en los que se pueden encontrar muchas y muchos candidatos potenciales son las redes y las salas de videojuegos, dos de los espacios que más crecieron y crecen en audiencia, con o sin crisis sanitaria.

El decálogo es sencillo de compartir y poderoso en su contenido, porque parte de sugerencias enfocadas en el sentido común que mamás, papás y responsables de crianza debemos adoptar en el proceso de educación de nuestras niñas, niños y adolescentes.

Las medidas son las siguientes: evitar entrar en contacto con desconocidos; establecer horarios fijos para jugar; no proporcionar cuentas de correo propias, datos personales o teléfonos; no activar cámara o micrófono y tampoco dar tu ubicación; configurar el dispositivo de juego con medidas de seguridad (control parental); supervisar a los menores mientras juegan y denunciar al 088 en caso de que haya sospecha de acoso, amenazas o violencia en cualquiera de sus modalidades.

La generación de nuestros abuelos calificó a la televisión como la “niñera” moderna por su poder de captar la atención de varias generaciones, incluidas las de nuestros hijos. Hoy podríamos decir lo mismo de las tabletas, los teléfonos móviles y las consolas, prevenir a través de un cuidado sobre su uso es una necesidad actual y la oportunidad de frenar delitos y daños en contra de los más jóvenes. Hablemos del decálogo.

Tenemos la fortuna de vivir en la que, tal vez, es la época con mayores adelantos tecnológicos en la historia de la Humanidad. El avance de la programación y de la inteligencia artificial, solo como dos ejemplos, sigue motivando esperanza en un futuro mejor, de mayor equilibrio y libertades, aunque también despierta dudas acerca de lo que puede significar para nuestra convivencia social en los próximos años.

El intercambio de contenido y de datos es una industria global y su consumo una necesidad primaria en la mayoría de nuestros hogares, no importa si es para el trabajo, la información o el entretenimiento. Una descarga y podemos tener al alcance contactos que comparten muchas de nuestras preferencias que de otra forma sería imposible lograr.

El ritmo de vida se ajusta a la tecnología que usamos y no al revés. Luego de un año y ocho meses de pandemia, con varios meses de confinamiento absoluto y un periodo por delante de restricciones y cuidados, hacen que esta afirmación tenga sustento en nuestro día a día. Nuestra existencia se adaptó a la tecnología por necesidad y también por emergencia.

Cuál será el balance de los beneficios y los problemas que esta mudanza tecnológica nos haya traído es un análisis que está por verse, pero lo cierto es que hoy sabemos bien que podemos trabajar desde el comedor de casa, acordar asuntos importantes desde una conferencia virtual y pasar horas frente a una pantalla para revisar una presentación, ver una serie completa o competir en un videojuego con otras personas.

Sin embargo, mientras se hace el estudio sobre cómo el uso y abuso de la tecnología nos ha cambiado en esta emergencia sanitaria, la realidad no se detiene y los problemas que tenemos desde siempre se trasladan con facilidad al ciberespacio.

Esta semana se presentó por parte de la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez Velázquez, un decálogo elaborado por la dependencia para que mamás y papás podamos dialogar sobre las medidas preventivas que podemos adoptar a favor de niñas, niños y adolescentes, en lo que respecta al consumo de juegos de video, en particular aquellos que involucran tramas de violencia en donde bandas de criminales intentan reclutar a menores.

He compartido antes que no debería ser ninguna noticia que el crimen ha mudado muchas de sus operaciones al mundo digital, porque ahí es donde nosotros también nos hemos trasladado. La pandemia solo ha sido un detonador de actividad en la red para comprar bienes y servicios, bajar aplicaciones diversas y establecer comunicación con identidades que pensamos tienen a una persona detrás. Puede que no sea así.

Grupos de delincuentes especializados buscan víctimas a lo largo de la red para robarles contraseñas, datos personales, vigilar sus ubicaciones y suplantarlas para realizar desde transacciones, hasta delitos más graves. Uno de los foros en los que se pueden encontrar muchas y muchos candidatos potenciales son las redes y las salas de videojuegos, dos de los espacios que más crecieron y crecen en audiencia, con o sin crisis sanitaria.

El decálogo es sencillo de compartir y poderoso en su contenido, porque parte de sugerencias enfocadas en el sentido común que mamás, papás y responsables de crianza debemos adoptar en el proceso de educación de nuestras niñas, niños y adolescentes.

Las medidas son las siguientes: evitar entrar en contacto con desconocidos; establecer horarios fijos para jugar; no proporcionar cuentas de correo propias, datos personales o teléfonos; no activar cámara o micrófono y tampoco dar tu ubicación; configurar el dispositivo de juego con medidas de seguridad (control parental); supervisar a los menores mientras juegan y denunciar al 088 en caso de que haya sospecha de acoso, amenazas o violencia en cualquiera de sus modalidades.

La generación de nuestros abuelos calificó a la televisión como la “niñera” moderna por su poder de captar la atención de varias generaciones, incluidas las de nuestros hijos. Hoy podríamos decir lo mismo de las tabletas, los teléfonos móviles y las consolas, prevenir a través de un cuidado sobre su uso es una necesidad actual y la oportunidad de frenar delitos y daños en contra de los más jóvenes. Hablemos del decálogo.