/ lunes 28 de diciembre de 2020

Pulso CDMX | Arranques democráticos (¿conscientes?)

Como cada tres años el ciclo electoral vuelve a aparecer en nuestra capital. El derecho a votar y ser votado es básico en cualquier democracia. Es un derecho. También es un deber para alcanzar los niveles de una democracia plural y representativareal. Pero hoy, el contexto democrático preocupa.

El Índice de Cultura Cívica del Instituto Electoral de la Ciudad de México señala que solamente 44% de las personas encuestadas consideran que la democracia es el mejor de los regímenes políticos y 60% piensan que la Ciudad de México no es una democracia. La desafección por la democracia estalla por la desconfianza en las instituciones, por la permanencia de prácticas clientelares y corruptas, especialmente en los ámbitos locales de las alcaldías, y en el Congreso de la Ciudad de México. En nuestra Capital, solamente 1 de cada 10 ha tenido contacto con algún representante legislativo.

La desafección por la democracia resalta especialmente por la desconfianza en las instituciones y por la problemática que sigue permaneciendo en materia de corrupción. Percepción, falta de denuncia, impunidad y visibilidad de prácticas indebidas en el ejercicio del poder, particularmente en el Congreso local, inhiben el fortalecimiento democrático de nuestra Capital. Incluso, diputados locales de Morena como Efraín Morales han denunciado supuestas malas prácticas de legisladores de su propio partido acusando el control de plazas y puestos o desapareciendo recursos.

En materia de índices de confianza institucional, las y los diputados locales salen entre las peores calificaciones. Desde el inicio de su primera Legislatura, el órgano legislativo local brilló por su opacidad por las violaciones a los procesos legislativos y legales, por nombramientos en la oscuridad, por la ausencia de Parlamento Abierto o por omisiones legislativas para garantizar los derechos de los grupos poblacionales en condición de vulnerabilidad.

¿Quién es mi representante? ¿Qué ha hecho? ¿Ha violado la ley en la impunidad? ¿Cuál es su proyecto de Ciudad? ¿Promueve el respeto y la regeneración del medioambiente, eje prioritario para nuestra supervivencia colectiva para los próximos años?¿El programa que su partido entregó al Instituto Electoral me representa o viola nuestros derechos capitalinos? Frente a este panorama turbio, la ciudadanía tiene el deber de informarse y prepararse para salvar su voto. Las y los chilangos no podemos solamente limitarnos a la esperanza sin tomar nuestras responsabilidades. Es momento de activar nuestra participación informativa. Es la oportunidad de buscar que se haga política con causa y ser parte de ella. Romper el paradigma del voto por tinaco, tarjeta o programa. Deconstruir la idea que el voto se paga. Nuestro voto informado y consciente es la esencia de una mejor Ciudad, de una mejor sociedad con igualdad, justicia social y ambiental. Es tiempo de romper con las prácticas engañosas del sistema clientelar. Decidir de manera consciente: ¿Queremos seguir con lo mismo o regresar con exgobernantes tóxicos? ¿Queremos que nos representan los mismos? Fuera de la esperanza pasiva, otra vía es posible.

Como cada tres años el ciclo electoral vuelve a aparecer en nuestra capital. El derecho a votar y ser votado es básico en cualquier democracia. Es un derecho. También es un deber para alcanzar los niveles de una democracia plural y representativareal. Pero hoy, el contexto democrático preocupa.

El Índice de Cultura Cívica del Instituto Electoral de la Ciudad de México señala que solamente 44% de las personas encuestadas consideran que la democracia es el mejor de los regímenes políticos y 60% piensan que la Ciudad de México no es una democracia. La desafección por la democracia estalla por la desconfianza en las instituciones, por la permanencia de prácticas clientelares y corruptas, especialmente en los ámbitos locales de las alcaldías, y en el Congreso de la Ciudad de México. En nuestra Capital, solamente 1 de cada 10 ha tenido contacto con algún representante legislativo.

La desafección por la democracia resalta especialmente por la desconfianza en las instituciones y por la problemática que sigue permaneciendo en materia de corrupción. Percepción, falta de denuncia, impunidad y visibilidad de prácticas indebidas en el ejercicio del poder, particularmente en el Congreso local, inhiben el fortalecimiento democrático de nuestra Capital. Incluso, diputados locales de Morena como Efraín Morales han denunciado supuestas malas prácticas de legisladores de su propio partido acusando el control de plazas y puestos o desapareciendo recursos.

En materia de índices de confianza institucional, las y los diputados locales salen entre las peores calificaciones. Desde el inicio de su primera Legislatura, el órgano legislativo local brilló por su opacidad por las violaciones a los procesos legislativos y legales, por nombramientos en la oscuridad, por la ausencia de Parlamento Abierto o por omisiones legislativas para garantizar los derechos de los grupos poblacionales en condición de vulnerabilidad.

¿Quién es mi representante? ¿Qué ha hecho? ¿Ha violado la ley en la impunidad? ¿Cuál es su proyecto de Ciudad? ¿Promueve el respeto y la regeneración del medioambiente, eje prioritario para nuestra supervivencia colectiva para los próximos años?¿El programa que su partido entregó al Instituto Electoral me representa o viola nuestros derechos capitalinos? Frente a este panorama turbio, la ciudadanía tiene el deber de informarse y prepararse para salvar su voto. Las y los chilangos no podemos solamente limitarnos a la esperanza sin tomar nuestras responsabilidades. Es momento de activar nuestra participación informativa. Es la oportunidad de buscar que se haga política con causa y ser parte de ella. Romper el paradigma del voto por tinaco, tarjeta o programa. Deconstruir la idea que el voto se paga. Nuestro voto informado y consciente es la esencia de una mejor Ciudad, de una mejor sociedad con igualdad, justicia social y ambiental. Es tiempo de romper con las prácticas engañosas del sistema clientelar. Decidir de manera consciente: ¿Queremos seguir con lo mismo o regresar con exgobernantes tóxicos? ¿Queremos que nos representan los mismos? Fuera de la esperanza pasiva, otra vía es posible.