/ lunes 11 de abril de 2022

Pulso CDMX | De frente

La revista Science of the Total Environment publicó una investigación que señala por primera vez la presencia de 39 microplásticos en tejido pulmonar de personas vivas. La ciencia alerta más que nunca sobre la reducción imperativa de reducir fuertemente nuestra contaminación para garantizar la estabilidad climática necesaria a nuestra supervivencia. Tenemos 3 años para reducir rápidamente y contundentemente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero para evitar el colapso climático de acuerdo con el último reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

¿Quiénes leerán miles de páginas del reporte? A pesar de la alerta decisiva por la comunidad científica, se ha denunciado el contenido de su síntesis por tratar de suavizar la situación, moderar la gravedad de la problemática o incluso por eliminar información de estos resúmenes entregados a personas tomadoras de decisión, a medios de comunicación y a la ciudadanía en general. La responsabilidad de las industrias agroalimentarias, automotriz, el cierre de las plantas de carbón, terminar con el petróleo o incluso la democracia participativa clave para una transición rápida y de impacto, son algunos de los conceptos que desaparecieron de los resúmenes del informe después de la intervención de grupos de presión. En muchas ocasiones están estrechamente vinculados con las autoridades en el poder o con su visión prioritaria arcaica y cortoplacista del desarrollo basado en las energías fósiles. El guion de la película “No Mires Arriba” tan sonada ya alcanzó una vez más la realidad tras esta voluntad determinada de unos cuantos para minimizar la situación devastadora que enfrentamos con cada vez más intensidad y cada vez menos posibilidades de contrarrestar.

El mundo está en llamas. México no se queda atrás con su tendencia depredadora bajo la bandera del desarrollo a toda costa. Las personas activistas ambientalistas suelen ser estigmatizadas, señaladas, desacreditadas públicamente y violentadas incluso por parte de las autoridades gubernamentales. México es el segundo país del mundo en número de personas ambientalistas asesinadas. Además de su seguridad y garantía de sus derechos humanos, el Estado y el Gobierno tienen una responsabilidad: deben dar el ejemplo y fijar las líneas correctas de información y comunicación basadas en la verdad científica y la legalidad.

Hoy, los proyectos de grandes infraestructuras, el modelo energético basado casi exclusivamente en energías fósiles o la ausencia de incidencia de la comunidad científica, académica, de la sociedad civil y de la ciudadanía en la política ambiental violentan los compromisos globales y el marco jurídico constitucional.

La retórica oficialista en contubernio con el poder económico de una cierta visión del “desarrollo” pone en peligro nuestra salud, nuestra seguridad, y nuestra economía. Desde la ciudadanía somos corresponsables por elegir a quienes nos representan y por actuar. Escojamos nuestro derecho a un futuro sano, seguro y justo. Demandemos nuestro derecho al medio ambiente y justicia para los derechos violados de la naturaleza. Empecemos mirando de frente el problema y reconociendo la amenaza en sus justas dimensiones. ¡Exijamos la declaratoria de emergencia climática ya!

La revista Science of the Total Environment publicó una investigación que señala por primera vez la presencia de 39 microplásticos en tejido pulmonar de personas vivas. La ciencia alerta más que nunca sobre la reducción imperativa de reducir fuertemente nuestra contaminación para garantizar la estabilidad climática necesaria a nuestra supervivencia. Tenemos 3 años para reducir rápidamente y contundentemente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero para evitar el colapso climático de acuerdo con el último reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

¿Quiénes leerán miles de páginas del reporte? A pesar de la alerta decisiva por la comunidad científica, se ha denunciado el contenido de su síntesis por tratar de suavizar la situación, moderar la gravedad de la problemática o incluso por eliminar información de estos resúmenes entregados a personas tomadoras de decisión, a medios de comunicación y a la ciudadanía en general. La responsabilidad de las industrias agroalimentarias, automotriz, el cierre de las plantas de carbón, terminar con el petróleo o incluso la democracia participativa clave para una transición rápida y de impacto, son algunos de los conceptos que desaparecieron de los resúmenes del informe después de la intervención de grupos de presión. En muchas ocasiones están estrechamente vinculados con las autoridades en el poder o con su visión prioritaria arcaica y cortoplacista del desarrollo basado en las energías fósiles. El guion de la película “No Mires Arriba” tan sonada ya alcanzó una vez más la realidad tras esta voluntad determinada de unos cuantos para minimizar la situación devastadora que enfrentamos con cada vez más intensidad y cada vez menos posibilidades de contrarrestar.

El mundo está en llamas. México no se queda atrás con su tendencia depredadora bajo la bandera del desarrollo a toda costa. Las personas activistas ambientalistas suelen ser estigmatizadas, señaladas, desacreditadas públicamente y violentadas incluso por parte de las autoridades gubernamentales. México es el segundo país del mundo en número de personas ambientalistas asesinadas. Además de su seguridad y garantía de sus derechos humanos, el Estado y el Gobierno tienen una responsabilidad: deben dar el ejemplo y fijar las líneas correctas de información y comunicación basadas en la verdad científica y la legalidad.

Hoy, los proyectos de grandes infraestructuras, el modelo energético basado casi exclusivamente en energías fósiles o la ausencia de incidencia de la comunidad científica, académica, de la sociedad civil y de la ciudadanía en la política ambiental violentan los compromisos globales y el marco jurídico constitucional.

La retórica oficialista en contubernio con el poder económico de una cierta visión del “desarrollo” pone en peligro nuestra salud, nuestra seguridad, y nuestra economía. Desde la ciudadanía somos corresponsables por elegir a quienes nos representan y por actuar. Escojamos nuestro derecho a un futuro sano, seguro y justo. Demandemos nuestro derecho al medio ambiente y justicia para los derechos violados de la naturaleza. Empecemos mirando de frente el problema y reconociendo la amenaza en sus justas dimensiones. ¡Exijamos la declaratoria de emergencia climática ya!