/ lunes 8 de febrero de 2021

Pulso CDMX | Exigencia ambiental

Por Aurelien Guilabert

A pesar de los compromisos globales suscritos por México y de una política exterior comprometida con el medioambiente, les personas en el poder no han priorizado la agenda ambiental. El Gobierno en turno y sus partidos afines no apoyan el combate al cambio climático que afecta de manera desproporcionada a las comunidades más pobres del país (sequías, inundaciones, ciclones, huracanes).

México está caminando con empeño hacia el colapso ambiental. Pero en paralelo se apoyan actividades que causan y empeoran el cambio climático como la construcción de segundos pisos, la destrucción de humedales o la quema de petróleo, gas, carbón; esquemas que ya son más costosos y obsoletos para generar electricidad y que causan contaminación atmosférica e impactos graves en la salud de la población. La iniciativa reciente en materia de producción eléctrica nacional refleja el desdén de las energías limpias como la solar y la eólica que México tiene en abundancia. Dichas energías, además de ser una solución contundente a la crisis climática, son más baratas y generarían muchos más empleos que la industria del petróleo.

En el Valle de México, la región más transparente descrita por el explorador Humboldt y retomada en la novela de Carlos Fuentes se volvieron utopías. En la Ciudad de México cada vez son más los días irrespirables. Un día de aire completamente limpio se vuelve noticia de portada en nuestra Capital, en la indiferencia gubernamental. La alta concentración de ozono en el aire, que provoca enfermedades respiratorias y cardiovasculares entre la población, ya no puede solamente combatirse con planes de contingencia ambiental.

Organizaciones mundiales han manifestado su preocupación en cuanto a la decadencia ambiental en la Ciudad no solamente por la mala calidad del aire, sino también por el aumento de los incendios, la mala calidad o ausencia de agua, la desaparición de especies, la escasez de áreas verdes urbanas en las zonas más pobladas y marginadas o su descuido y abandono (cuando contribuyen a producir nuestro oxigeno). Por ejemplo, en la alcaldía Cuauhtémoc la muerte de los arboles se propaga por la pandemia del muérdago y la falta de mantenimiento.

La respuesta también está en el activismo vecinal: en la colonia Roma, vecinas y vecinos se han organizado desde varios años para visibilizar la problemática ambiental pero también para cuidar las áreas verdes locales. Varias hectáreas han sido abandonadas como en el caso del parque López Velarde en donde la comunidad vecinal tiene que luchar diario para que las autoridades responsables rieguen o atiendan las especies enfermas. Para 2030, el 50% de los árboles de esta alcaldía puede desaparecer en caso de seguir con la misma omisión gubernamental en materia ambiental.

Academia, sociedad civil, grupos de personas expertas e incluso el ex Secretario de Medioambiente, Víctor Toledo han insistido para que se declare la emergencia ambiental en el país, sin respuesta ni resultados contundentes en materia de acción pública de los gobiernos. La sociedad civil y el activismo tienen el reto de ampliar la sensibilización de la ciudadanía para que se sume cada vez más a la exigencia de nuestros derechos ambientales: un deber colectivo de supervivencia presente y futuro.

Por Aurelien Guilabert

A pesar de los compromisos globales suscritos por México y de una política exterior comprometida con el medioambiente, les personas en el poder no han priorizado la agenda ambiental. El Gobierno en turno y sus partidos afines no apoyan el combate al cambio climático que afecta de manera desproporcionada a las comunidades más pobres del país (sequías, inundaciones, ciclones, huracanes).

México está caminando con empeño hacia el colapso ambiental. Pero en paralelo se apoyan actividades que causan y empeoran el cambio climático como la construcción de segundos pisos, la destrucción de humedales o la quema de petróleo, gas, carbón; esquemas que ya son más costosos y obsoletos para generar electricidad y que causan contaminación atmosférica e impactos graves en la salud de la población. La iniciativa reciente en materia de producción eléctrica nacional refleja el desdén de las energías limpias como la solar y la eólica que México tiene en abundancia. Dichas energías, además de ser una solución contundente a la crisis climática, son más baratas y generarían muchos más empleos que la industria del petróleo.

En el Valle de México, la región más transparente descrita por el explorador Humboldt y retomada en la novela de Carlos Fuentes se volvieron utopías. En la Ciudad de México cada vez son más los días irrespirables. Un día de aire completamente limpio se vuelve noticia de portada en nuestra Capital, en la indiferencia gubernamental. La alta concentración de ozono en el aire, que provoca enfermedades respiratorias y cardiovasculares entre la población, ya no puede solamente combatirse con planes de contingencia ambiental.

Organizaciones mundiales han manifestado su preocupación en cuanto a la decadencia ambiental en la Ciudad no solamente por la mala calidad del aire, sino también por el aumento de los incendios, la mala calidad o ausencia de agua, la desaparición de especies, la escasez de áreas verdes urbanas en las zonas más pobladas y marginadas o su descuido y abandono (cuando contribuyen a producir nuestro oxigeno). Por ejemplo, en la alcaldía Cuauhtémoc la muerte de los arboles se propaga por la pandemia del muérdago y la falta de mantenimiento.

La respuesta también está en el activismo vecinal: en la colonia Roma, vecinas y vecinos se han organizado desde varios años para visibilizar la problemática ambiental pero también para cuidar las áreas verdes locales. Varias hectáreas han sido abandonadas como en el caso del parque López Velarde en donde la comunidad vecinal tiene que luchar diario para que las autoridades responsables rieguen o atiendan las especies enfermas. Para 2030, el 50% de los árboles de esta alcaldía puede desaparecer en caso de seguir con la misma omisión gubernamental en materia ambiental.

Academia, sociedad civil, grupos de personas expertas e incluso el ex Secretario de Medioambiente, Víctor Toledo han insistido para que se declare la emergencia ambiental en el país, sin respuesta ni resultados contundentes en materia de acción pública de los gobiernos. La sociedad civil y el activismo tienen el reto de ampliar la sensibilización de la ciudadanía para que se sume cada vez más a la exigencia de nuestros derechos ambientales: un deber colectivo de supervivencia presente y futuro.