/ martes 17 de septiembre de 2019

Pulso CDMX | Humboldt: el rescate oportuno

“La Ciudad de los palacios” describía Alexander von Humboldt a la Ciudad de México en sus cuadernos. Aunque pueda parecer desapercibido por la efervescencia de los festejos nacionales, el 14 de septiembre se cumplieron 250 años del natalicio de Alexander von Humboldt, naturalista, cosmógrafo, científico explorador mundialmente reconocido entre sus múltiples facetas intelectuales como el “padre de la geografía moderna universal”.

Cuentan que, a su llegada a México en 1803, Humboldt se hospedó en una casa del Centro Histórico de la Ciudad de México, ubicada en el actual número 80 de la Calle de República de Uruguay. De hecho, este lugar forma parte de los 200 lugares imprescindibles del Centro Histórico, un proyecto impulsado y curado por la casa editorial Cal y Arena y uno de los mejores cronistas del país: Héctor de Mauleón.

Este proyecto retomó la idea de José Vasconcelos, Luis González Obregón, Artemio de Valle-Arizpe emprendido en el siglo XX y consistió en la regeneración de la memoria urbana mediante la identificación o colocación de 200 placas en los sitios céntricos de mayor relevancia histórica, en las cuales un código QR permite conocer la historia de la Capital del país. Si bien este proyecto¡ resulta ser un acierto para el archivo histórico y turístico de la Ciudad, no puede seguir siendo percibido solamente como una iniciativa de una administración pasada. La ciudadanía tiene que apropiarse de la esencia de su memoria urbana, mucho más valiosa que la frivolidad de las luchas partidistas por el poder. El derecho a la cultura, al patrimonio y a la memoria histórica es fundamental para la formación y el desarrollo de una sociedad, a partir de sus identidades para construir un futuro colectivo consciente.

“Todo lo registra en un diario que, confiesa luego en una carta, arde en deseos de sistematizar: los apuntes que darán pie al Ensayo político de la Nueva España. En esas páginas escribe: «Tal vez en toda Europa no haya una ciudad más hermosa que México»”, cuenta De Mauleón sobre los escritos del explorador. Hoy, por la falta de sensibilización, difusión y apropiación de la memoria histórica, la casa de Humboldt está en parte deshabitada y desperdiciada. En distintas ocasiones, algunas personas integrantes de la comunidad alemana en México, quienes por cierto instalaron la primera placa conmemorativa, han manifestado su interés en recuperar y activar dicho espacio.

¿Cuántas personas conocen la identidad, el registro y el legado del explorador berlinés? ¿No merecería restaurarse para reivindicar la memoria de este humanista histórico? ¿No forma parte de la historia del país, al mismo grado que las miradas que nos ofrece en sus ensayos sobre el pasado de nuestra gran Ciudad?

Aunque albergue hoy una fonda/taquería, el espacio, el contexto y la coyuntura política actual ofrecen al Gobierno de la Ciudad de México la gran oportunidad de revivir este patrimonio histórico global. Entre las ideas, podría instalarse, como en otros espacios internacionales, un centro de promoción cultural mexicano- alemán, incluso mediante una alianza estratégica publico privada, a la luz de la revitalización del Centro y sobre todo de una memoria colectiva urbana viva.

“La Ciudad de los palacios” describía Alexander von Humboldt a la Ciudad de México en sus cuadernos. Aunque pueda parecer desapercibido por la efervescencia de los festejos nacionales, el 14 de septiembre se cumplieron 250 años del natalicio de Alexander von Humboldt, naturalista, cosmógrafo, científico explorador mundialmente reconocido entre sus múltiples facetas intelectuales como el “padre de la geografía moderna universal”.

Cuentan que, a su llegada a México en 1803, Humboldt se hospedó en una casa del Centro Histórico de la Ciudad de México, ubicada en el actual número 80 de la Calle de República de Uruguay. De hecho, este lugar forma parte de los 200 lugares imprescindibles del Centro Histórico, un proyecto impulsado y curado por la casa editorial Cal y Arena y uno de los mejores cronistas del país: Héctor de Mauleón.

Este proyecto retomó la idea de José Vasconcelos, Luis González Obregón, Artemio de Valle-Arizpe emprendido en el siglo XX y consistió en la regeneración de la memoria urbana mediante la identificación o colocación de 200 placas en los sitios céntricos de mayor relevancia histórica, en las cuales un código QR permite conocer la historia de la Capital del país. Si bien este proyecto¡ resulta ser un acierto para el archivo histórico y turístico de la Ciudad, no puede seguir siendo percibido solamente como una iniciativa de una administración pasada. La ciudadanía tiene que apropiarse de la esencia de su memoria urbana, mucho más valiosa que la frivolidad de las luchas partidistas por el poder. El derecho a la cultura, al patrimonio y a la memoria histórica es fundamental para la formación y el desarrollo de una sociedad, a partir de sus identidades para construir un futuro colectivo consciente.

“Todo lo registra en un diario que, confiesa luego en una carta, arde en deseos de sistematizar: los apuntes que darán pie al Ensayo político de la Nueva España. En esas páginas escribe: «Tal vez en toda Europa no haya una ciudad más hermosa que México»”, cuenta De Mauleón sobre los escritos del explorador. Hoy, por la falta de sensibilización, difusión y apropiación de la memoria histórica, la casa de Humboldt está en parte deshabitada y desperdiciada. En distintas ocasiones, algunas personas integrantes de la comunidad alemana en México, quienes por cierto instalaron la primera placa conmemorativa, han manifestado su interés en recuperar y activar dicho espacio.

¿Cuántas personas conocen la identidad, el registro y el legado del explorador berlinés? ¿No merecería restaurarse para reivindicar la memoria de este humanista histórico? ¿No forma parte de la historia del país, al mismo grado que las miradas que nos ofrece en sus ensayos sobre el pasado de nuestra gran Ciudad?

Aunque albergue hoy una fonda/taquería, el espacio, el contexto y la coyuntura política actual ofrecen al Gobierno de la Ciudad de México la gran oportunidad de revivir este patrimonio histórico global. Entre las ideas, podría instalarse, como en otros espacios internacionales, un centro de promoción cultural mexicano- alemán, incluso mediante una alianza estratégica publico privada, a la luz de la revitalización del Centro y sobre todo de una memoria colectiva urbana viva.