/ lunes 9 de mayo de 2022

Pulso CDMX | Nueva Unión Popular, Ecologista y social

Algo interesante está sucediendo en Francia en el contexto de las elecciones legislativas que se llevarán a cabo el próximo 12 de junio. La primera vuelta de la elección presidencial fue caracterizada por la pulverización de la izquierda con un Partido Socialista que obtuvo la peor cifra de su historia, después de haber sido partido de Gobierno de 2012 a 2017. A su vez, el partido Francia Insumisa, liderado por Jean-Luc Mélenchon logró provocar el voto útil y concentrar gran parte de la confianza de la izquierda. No logró estar en la boleta de la segunda vuelta por estas divisiones, dejando pasar en su lugar a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, por suerte derrotada. Si bien la personalidad impulsiva, radical y autoritaria de Mélenchon se sigue respirando, decidió recapacitar y buscar realmente ofrecer a las izquierdas las condiciones para una alianza negociada de candidaturas legislativas comunes.

Aunado a esta apertura y voluntad de diálogo, sorprendente después de tanto conflicto expresado, la realidad de las urnas y la opinión de la mayoría de las personas votantes de izquierda han motivado también a Francia Insumisa, al Partido Socialista, Generación, Europa Ecología Verdes y al Partido Comunista para aliarse en esta contienda. En caso de obtener la mayoría en la Asamblea Nacional francesa, el Presidente de la República, Emmanuel Macron, deberá nombrar como Primer Ministro a una personalidad afín a esta Nueva Unión Popular Social y Ecologista, ya que deberá ser votada por una mayoría de diputadas y diputados, bajo propuesta del Presidente.

Políticos históricos, como el ex presidente François Hollande o sus ex primeros ministros han rechazado contundentemente el acuerdo. Algunas personalidades de la izquierda progresista francesa como el gran activista, periodista, documentalista y diputado europeo Raphaël Glucksmann o la alcaldesa de París, Anne Hidalgo no se han opuesto, pero no han dejado de advertir, con justa razón y convicciones, sobre los riesgos y pendientes, especialmente en materia de política de defensa nacional, exterior y europea, que se tendrán que resolver en un segundo momento en caso de una alianza exitosa rumbo a un proyecto de país más democrático, social y ecologista. Sin embargo, estas cuestiones dependen más del ámbito del ejecutivo; y por el momento no se trata de un acuerdo de Gobierno sino de una coalición legislativa temporal que pretende llevar a la Asamblea Nacional francesa el número más importante de diputadas y diputados de las izquierdas por los próximos cinco años.

Se está impulsando un aire de esperanza que se construyó sobre el diálogo y en la ponderación de las fuerzas políticas partes. Recapacitaron y optaron trabajar en las coincidencias más que en los disensos, como lo había sido hasta ahora. Este movimiento puede llegar a reformar las instituciones, incluso rumbo a una nueva Constitución con un proyecto fresco e innovador, cimentando las bases de una mayoría para la siguiente contienda presidencial. Para ello, la madurez, la negociación incluyente, terminar con los egos, reconocer los resultados electorales, asegurar la participación de la sociedad civil, de la ciudadanía y de los territorios serán claves.

Algo interesante está sucediendo en Francia en el contexto de las elecciones legislativas que se llevarán a cabo el próximo 12 de junio. La primera vuelta de la elección presidencial fue caracterizada por la pulverización de la izquierda con un Partido Socialista que obtuvo la peor cifra de su historia, después de haber sido partido de Gobierno de 2012 a 2017. A su vez, el partido Francia Insumisa, liderado por Jean-Luc Mélenchon logró provocar el voto útil y concentrar gran parte de la confianza de la izquierda. No logró estar en la boleta de la segunda vuelta por estas divisiones, dejando pasar en su lugar a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, por suerte derrotada. Si bien la personalidad impulsiva, radical y autoritaria de Mélenchon se sigue respirando, decidió recapacitar y buscar realmente ofrecer a las izquierdas las condiciones para una alianza negociada de candidaturas legislativas comunes.

Aunado a esta apertura y voluntad de diálogo, sorprendente después de tanto conflicto expresado, la realidad de las urnas y la opinión de la mayoría de las personas votantes de izquierda han motivado también a Francia Insumisa, al Partido Socialista, Generación, Europa Ecología Verdes y al Partido Comunista para aliarse en esta contienda. En caso de obtener la mayoría en la Asamblea Nacional francesa, el Presidente de la República, Emmanuel Macron, deberá nombrar como Primer Ministro a una personalidad afín a esta Nueva Unión Popular Social y Ecologista, ya que deberá ser votada por una mayoría de diputadas y diputados, bajo propuesta del Presidente.

Políticos históricos, como el ex presidente François Hollande o sus ex primeros ministros han rechazado contundentemente el acuerdo. Algunas personalidades de la izquierda progresista francesa como el gran activista, periodista, documentalista y diputado europeo Raphaël Glucksmann o la alcaldesa de París, Anne Hidalgo no se han opuesto, pero no han dejado de advertir, con justa razón y convicciones, sobre los riesgos y pendientes, especialmente en materia de política de defensa nacional, exterior y europea, que se tendrán que resolver en un segundo momento en caso de una alianza exitosa rumbo a un proyecto de país más democrático, social y ecologista. Sin embargo, estas cuestiones dependen más del ámbito del ejecutivo; y por el momento no se trata de un acuerdo de Gobierno sino de una coalición legislativa temporal que pretende llevar a la Asamblea Nacional francesa el número más importante de diputadas y diputados de las izquierdas por los próximos cinco años.

Se está impulsando un aire de esperanza que se construyó sobre el diálogo y en la ponderación de las fuerzas políticas partes. Recapacitaron y optaron trabajar en las coincidencias más que en los disensos, como lo había sido hasta ahora. Este movimiento puede llegar a reformar las instituciones, incluso rumbo a una nueva Constitución con un proyecto fresco e innovador, cimentando las bases de una mayoría para la siguiente contienda presidencial. Para ello, la madurez, la negociación incluyente, terminar con los egos, reconocer los resultados electorales, asegurar la participación de la sociedad civil, de la ciudadanía y de los territorios serán claves.