/ lunes 14 de octubre de 2019

Pulso CDMX | ¿Qué seguridad para la Ciudad?

La seguridad es la principal preocupación de las y los habitantes de la Ciudad de México, según el INEGI. Esta crisis aguda de seguridad está agravada no solamente por un déficit de confianza en las instituciones, sino también en la deficiencia del modelo de seguridad y procuración de justicia. Se denuncian solamente 1 de cada 10 delitos, de los cuales no se inicia carpeta de investigación en 1 de cada 3 casos.

Hace unos días, la Comisión Técnica de Transición de la Procuraduría a la Fiscalía de la Ciudad de México, coordinada por la Dra. Ana Laura Magaloni, entregó al Congreso capitalino un diagnóstico profundo, contundente, sin cortapisa, de una Procuraduría que fabrica impunidad; “un órgano creado como una herramienta de gobernabilidad del régimen autoritario que no cambió con la transición democrática”, menciona la Dra. Magaloni.

Entre sus 16 mil personas trabajadoras, el 70 por ciento se dedica a tareas de burocracia. Además de la violencia institucional recurrente, en la capital, toma más de 4 horas levantar una denuncia, las cuales están siendo procesadas de la misma forma, independientemente de la gravedad de los hechos. Entre ellas, una ínfima parte se investiga, mucho menos llegan a castigarse.

La Constitución de la Ciudad plantea un proceso de transición novedoso y la Comisión Técnica una ruta gradual ambiciosa, mediante la evaluación, la profesionalización, con modelos de denuncia, mecanismos de priorización y de procesamiento ágiles para el derecho a la verdad, contra la impunidad.

Hace unos meses, las y los policías de investigación beneficiaron de una política necesaria de dignificación basada en la profesionalización y la construcción de confianza como herramienta anticorrupción que contribuyó a modificar sensiblemente el clima laboral y su productividad en 7 meses. Crecimiento salarial de un 9 por ciento y bonos periódicos, después de 30 años sin aumento, modificación de horarios laborales y consideración para la función permitieron que varias personas volvieran a creer en la institución.

Si bien el nuevo modelo de Fiscalía será fundamental para restablecer la paz, se tiene que acompañar de una estrategia de seguridad priorizada, coordinada, que no solamente responda a la reacción, la persecución y al castigo. Omar García Harfuch, nuevo Secretario de Seguridad Ciudadana, tiene la oportunidad de fortalecer la profesionalización de las y los policías con base en la dignificación, la capacitación, la atención psicológica, médica y social, desde una visión real de seguridad humana. La reconstrucción del tejido policial, y de lucha contra la corrupción del sistema, solamente será posible con un enfoque humano y social.

La imagen del policía es de las más descalificadas por la ciudadanía quien tiende a asimilarla a la incompetencia y a la corrupción. El cambio de modelo policial se tiene que atacar desde sus raíces; modificar el ADN de su profesionalización y constante atención y capacitación con vertientes multidisciplinarios sociales y psicológicos. Apostar por el enriquecimiento del capital humano, con una visión de largo plazo, permitirá robustecer la estrategia local de prevención de las violencias y de atención a delitos y a las víctimas fundamentales para la seguridad.

La seguridad es la principal preocupación de las y los habitantes de la Ciudad de México, según el INEGI. Esta crisis aguda de seguridad está agravada no solamente por un déficit de confianza en las instituciones, sino también en la deficiencia del modelo de seguridad y procuración de justicia. Se denuncian solamente 1 de cada 10 delitos, de los cuales no se inicia carpeta de investigación en 1 de cada 3 casos.

Hace unos días, la Comisión Técnica de Transición de la Procuraduría a la Fiscalía de la Ciudad de México, coordinada por la Dra. Ana Laura Magaloni, entregó al Congreso capitalino un diagnóstico profundo, contundente, sin cortapisa, de una Procuraduría que fabrica impunidad; “un órgano creado como una herramienta de gobernabilidad del régimen autoritario que no cambió con la transición democrática”, menciona la Dra. Magaloni.

Entre sus 16 mil personas trabajadoras, el 70 por ciento se dedica a tareas de burocracia. Además de la violencia institucional recurrente, en la capital, toma más de 4 horas levantar una denuncia, las cuales están siendo procesadas de la misma forma, independientemente de la gravedad de los hechos. Entre ellas, una ínfima parte se investiga, mucho menos llegan a castigarse.

La Constitución de la Ciudad plantea un proceso de transición novedoso y la Comisión Técnica una ruta gradual ambiciosa, mediante la evaluación, la profesionalización, con modelos de denuncia, mecanismos de priorización y de procesamiento ágiles para el derecho a la verdad, contra la impunidad.

Hace unos meses, las y los policías de investigación beneficiaron de una política necesaria de dignificación basada en la profesionalización y la construcción de confianza como herramienta anticorrupción que contribuyó a modificar sensiblemente el clima laboral y su productividad en 7 meses. Crecimiento salarial de un 9 por ciento y bonos periódicos, después de 30 años sin aumento, modificación de horarios laborales y consideración para la función permitieron que varias personas volvieran a creer en la institución.

Si bien el nuevo modelo de Fiscalía será fundamental para restablecer la paz, se tiene que acompañar de una estrategia de seguridad priorizada, coordinada, que no solamente responda a la reacción, la persecución y al castigo. Omar García Harfuch, nuevo Secretario de Seguridad Ciudadana, tiene la oportunidad de fortalecer la profesionalización de las y los policías con base en la dignificación, la capacitación, la atención psicológica, médica y social, desde una visión real de seguridad humana. La reconstrucción del tejido policial, y de lucha contra la corrupción del sistema, solamente será posible con un enfoque humano y social.

La imagen del policía es de las más descalificadas por la ciudadanía quien tiende a asimilarla a la incompetencia y a la corrupción. El cambio de modelo policial se tiene que atacar desde sus raíces; modificar el ADN de su profesionalización y constante atención y capacitación con vertientes multidisciplinarios sociales y psicológicos. Apostar por el enriquecimiento del capital humano, con una visión de largo plazo, permitirá robustecer la estrategia local de prevención de las violencias y de atención a delitos y a las víctimas fundamentales para la seguridad.