/ viernes 19 de marzo de 2021

¿Qué es el Estado Abierto?

Por Abraham Madero Márquez *

Desde hace algunos años, los temas relacionados con la transparencia, rendición de cuentas y apertura de las instituciones o asuntos públicos dejaron de ser preocupaciones que conciernen únicamente a los operadores y expertos del foro jurídico.

Sobre todo en los tiempos actuales, la ciudadanía mantiene la necesidad de exigir mayor claridad sobre qué hacen las instituciones públicas; conocer cómo y por qué se toman las decisiones que afectan a la población, así como ejercer los mecanismos existentes para la rendición de cuentas y vigilar la manera como se gestiona la provisión de los servicios públicos.

Progresivamente las Naciones, han desarrollado la idea de construir no solo gobierno abiertos, sino Estados abiertos, cuyas implicaciones no se limiten a mejorar los procesos de obtención de datos y acceso a la información que producen los entes públicos, si no a dar pie a todo un ejercicio cultural - incluso educativo - que permita el involucramiento, escrutinio y participación de los ciudadanos en el diseño y ejecución de las políticas públicas, sin importar si estas derivan de un gobierno, congreso o tribunal.

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha definido al Estado abierto como la capacidad de implementación de políticas públicas innovadoras que permitan crear una nueva cultura de confianza hacia la ciudadanía, a través de esquemas de nueva generación tales como la modernización de la gestión pública y la aplicación de tecnologías de información a los procesos de gobernanza.

Ciertamente en México este tema no representa una novedad. A la par de los avances en materia de transparencia y acceso a la información pública gubernamental, desde 2011 nuestro país forma parte de la Alianza para el Gobierno Abierto (Open Government Partnership), iniciativa multilateral integrada gobiernos de todas las latitudes y organizaciones de la sociedad civil cuyos objetivos consisten justamente en impulsar modelos de gobernanza abiertos y horizontales para mejorar la colaboración entre la ciudadanía y las instituciones públicas a través de cuatro ejes fundamentales: transparencia, participación ciudadana, rendición de cuentas e innovación.

Esta iniciativa cuenta con el respaldo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y en el caso de México desde hace una década se han implementado algunos planes de acción que establecen compromisos enfocados a la apertura de todos los estratos del orden publico, con énfasis en elevar la calidad de vida de la población y la efectiva tutela de los derechos humanos.

Pero más allá de estas referencias, resulta evidente que el reto de construir un auténtico modelo de Estado abierto – al menos en México – representará una tarea que desdobla la meta de crear leyes y diseñar o replantear estructuras burocráticas.

En realidad, la apertura del Estado debe ser vista como un proceso progresivo de carácter más bien colectivo, en donde no solo de las instituciones públicas dependa la posibilidad de generar espacios y encontrar nuevas formas de interacción o comunicación entre el gobierno-sociedad y viceversa. Aquí, las organizaciones de la sociedad civil tendremos un papel crucial en las próximas décadas.

Por la novedad del tema, queremos proponer al lector dedicar los siguientes espacios a dos elementos que derivan de esta reflexión inicial: el parlamento y la justicia abierta. Tópicos que desde la experiencia de Early Institute comenzarán a dar mucho de que hablar sobre todo a partir de la necesaria apertura tecnológica en la que se encuentra la sociedad global.

@abrahammadero

amadero@earlyinstitute.org

* Abogado. Maestro en Derecho Constitucional y Derechos Humanos. Candidato a Doctor en derecho por la Universidad Panamericana. Especialista en análisis y diseño de políticas públicas transversales y sistemas federales. Director Ejecutivo del Think Tank mexicano Early Institute.


Por Abraham Madero Márquez *

Desde hace algunos años, los temas relacionados con la transparencia, rendición de cuentas y apertura de las instituciones o asuntos públicos dejaron de ser preocupaciones que conciernen únicamente a los operadores y expertos del foro jurídico.

Sobre todo en los tiempos actuales, la ciudadanía mantiene la necesidad de exigir mayor claridad sobre qué hacen las instituciones públicas; conocer cómo y por qué se toman las decisiones que afectan a la población, así como ejercer los mecanismos existentes para la rendición de cuentas y vigilar la manera como se gestiona la provisión de los servicios públicos.

Progresivamente las Naciones, han desarrollado la idea de construir no solo gobierno abiertos, sino Estados abiertos, cuyas implicaciones no se limiten a mejorar los procesos de obtención de datos y acceso a la información que producen los entes públicos, si no a dar pie a todo un ejercicio cultural - incluso educativo - que permita el involucramiento, escrutinio y participación de los ciudadanos en el diseño y ejecución de las políticas públicas, sin importar si estas derivan de un gobierno, congreso o tribunal.

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha definido al Estado abierto como la capacidad de implementación de políticas públicas innovadoras que permitan crear una nueva cultura de confianza hacia la ciudadanía, a través de esquemas de nueva generación tales como la modernización de la gestión pública y la aplicación de tecnologías de información a los procesos de gobernanza.

Ciertamente en México este tema no representa una novedad. A la par de los avances en materia de transparencia y acceso a la información pública gubernamental, desde 2011 nuestro país forma parte de la Alianza para el Gobierno Abierto (Open Government Partnership), iniciativa multilateral integrada gobiernos de todas las latitudes y organizaciones de la sociedad civil cuyos objetivos consisten justamente en impulsar modelos de gobernanza abiertos y horizontales para mejorar la colaboración entre la ciudadanía y las instituciones públicas a través de cuatro ejes fundamentales: transparencia, participación ciudadana, rendición de cuentas e innovación.

Esta iniciativa cuenta con el respaldo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y en el caso de México desde hace una década se han implementado algunos planes de acción que establecen compromisos enfocados a la apertura de todos los estratos del orden publico, con énfasis en elevar la calidad de vida de la población y la efectiva tutela de los derechos humanos.

Pero más allá de estas referencias, resulta evidente que el reto de construir un auténtico modelo de Estado abierto – al menos en México – representará una tarea que desdobla la meta de crear leyes y diseñar o replantear estructuras burocráticas.

En realidad, la apertura del Estado debe ser vista como un proceso progresivo de carácter más bien colectivo, en donde no solo de las instituciones públicas dependa la posibilidad de generar espacios y encontrar nuevas formas de interacción o comunicación entre el gobierno-sociedad y viceversa. Aquí, las organizaciones de la sociedad civil tendremos un papel crucial en las próximas décadas.

Por la novedad del tema, queremos proponer al lector dedicar los siguientes espacios a dos elementos que derivan de esta reflexión inicial: el parlamento y la justicia abierta. Tópicos que desde la experiencia de Early Institute comenzarán a dar mucho de que hablar sobre todo a partir de la necesaria apertura tecnológica en la que se encuentra la sociedad global.

@abrahammadero

amadero@earlyinstitute.org

* Abogado. Maestro en Derecho Constitucional y Derechos Humanos. Candidato a Doctor en derecho por la Universidad Panamericana. Especialista en análisis y diseño de políticas públicas transversales y sistemas federales. Director Ejecutivo del Think Tank mexicano Early Institute.