En diciembre del año pasado comenzamos a escuchar rumores sobre un virus que apareció en Wuhan, China, “pobre gente”, pensamos, pero estaba muy lejos, nunca nos llegaría; inclusive, al más puro estilo mexicano, comenzaron a salir los “memes" sobre el coronavirus relacionándolo con la cerveza Corona, nos reíamos, más bien nos burlábamos de él, quien sigilosa y silenciosamente continuaba atacando; nadie imaginamos lo que unos meses después ocurriría en todo el mundo.
Con el paso de los días y a cuatro meses de distancia, la humanidad ha cambiado, nuestra vida se ha transformado modificando no sólo hábitos personales de higiene, cuidado y protección, sino las rutinas cotidianas, la forma de trabajar, cuando se tiene la fortuna de hacerlo, puesto que el “pequeño” enemigo, ha arrasado con todo, salud y economía, al grado que a se vislumbra un futuro incierto para el planeta y sus habitantes –sin ser fatalista, los que subsistan-.
Hoy, luego de poco más de un mes recluidos en casa, nos preguntamos cuándo y cómo terminará esta pesadilla con la que más bien tendremos que acostumbrarnos a vivir.
Pese a las advertencias y la amenazante cercanía del virus, desafortunadamente México no entendió, se desestimó la presencia del enemigo y no nos preparados adecuadamente. Las acciones que por parte del gobierno federal debían haberse asumido desde principios de febrero, se postergaron hasta casi finales de marzo ; más bien la sociedad y los gobiernos estatales se anticiparon en la toma de decisiones, antes de que el Dr. Hugo López-Gatell se atreviese a increpar a Andrés López, quien hasta hace pocas semanas continuaba abrazando y besando a la gente en sus giras por la República aseverando: “no pasa nada...”.
Así las cosas, hemos entrado a la Fase 3 lo cual implicaría la realización de millones de pruebas en todo el país cada día, con el fin de detectar al enemigo; con ello, se tendría la certeza de los lugares en donde se habría de atacar al enemigo, obligando así al aislamiento total de esa comunidad, así se ha combatido en los lugares que lo han logrado controlar; sin embargo, México no cuenta con los recursos suficientes para ello, más bien se dará continuidad a proyectos inútiles y a capricho del Prejidente, antes que motivar el control del virus y sus consecuencias.
Y en afán de solventar un poco la crítica situación económica gubernamental principalmente en estos momentos en que se agudiza la crisis por el Covid-19, resulta que se pretende la disposición de 5.5 billones de pesos, producto del esfuerzo de la clase trabajadora –las Afores-, que no le pertenecen más que a quienes los han generado; pues bien, a través de una trampa legislativa, los partidarios de Morena los conviertan en deuda pública.
Quizá aún estamos a tiempo de hacer algo efectivo con decisión y medidas contundentes en materia de salud pública y activación de la economía. El coronavirus llegó para quedarse, debemos aprender a vivir con él y la disciplina que nos ha impuesto.
GABRIELA MORA
OPINIÓN
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