/ martes 13 de noviembre de 2018

¿Qué rayos le pasó a Brasil?

Creo que ahora ya puedo descansar un poco de la crisis política estadounidense para hablar de los acontecimientos en otros países. Así que, ¿qué rayos le pasó a Brasil?

El país parece haber recibido el embate de una tormenta perfecta de mala suerte y malas políticas, con tres aspectos principales. Primero, el entorno mundial se deterioró marcadamente, puesto que el desplome de los precios de las exportaciones de materias primas sigue siendo importante para la economía brasileña. Segundo, el gasto privado nacional también cayó, quizá debido a una acumulación excesiva de deuda. Tercero, las políticas, en lugar de combatir la depresión, la exacerbaron, con austeridad fiscal y endurecimiento monetario, incluso mientras la economía se estaba yendo a pique.

En primer lugar, el entorno económico mundial dio un giro importante que empeoró las cosas. Brasil, hasta cierto punto, se ha diversificado en las manufacturas, pero todavía depende fuertemente de las exportaciones de materias primas, cuyos precios han caído. Las condiciones comerciales del país —el coeficiente de precios de exportaciones e importaciones— sufrieron un fuerte impacto.

Lo anterior habría sido desagradable en cualquier caso; sin embargo, sucedió en combinación con una marcada caída en el gasto de consumo doméstico. Atif Mian y sus coautores nos dicen que esto estuvo vinculado con un aumento en la deuda familiar a lo largo de algunos años previos, que Brasil experimentó algo más parecido a la deflación de deuda de 2008 de los países avanzados que una crisis tradicional de los mercados emergentes.

Sin embargo, lo que realmente hundió a la economía de Brasil fue la forma en la que el país respondió a esos impactos: con una política fiscal y monetaria que empeoró mucho más las cosas.

Por el lado fiscal tiene enormes problemas de solvencia a largo plazo que requieren soluciones. Lo que ocurrió en cambio fue que el gobierno de Roussef decidió imponer fuertes recortes al gasto en medio de una depresión. ¿Qué estaban pensando? Increíblemente, parece que aceptaron como válida la doctrina de la austeridad expansionaria. Como si eso fuera poco, la política monetaria también se volvió marcadamente contraccionaria, con un aumento enorme en las tasas de interés. ¿De qué se trató eso?

Mi mejor interpretación es que el real se depreció principalmente debido al impacto en las condiciones comerciales, que ocasionó un aumento temporal en la inflación. El banco central entró en pánico, concentrándose en el problema de la inflación a costa de la economía real. Ahora que el aumento repentino inducido por la moneda acabó, la inflación es baja conforme a las normas históricas, pero el daño ya está hecho.

Es una historia extraordinaria y deprimente. Además, esta combinación entre mala suerte y malas políticas seguramente tuvo que ver con el desastre político subsecuente.

Creo que ahora ya puedo descansar un poco de la crisis política estadounidense para hablar de los acontecimientos en otros países. Así que, ¿qué rayos le pasó a Brasil?

El país parece haber recibido el embate de una tormenta perfecta de mala suerte y malas políticas, con tres aspectos principales. Primero, el entorno mundial se deterioró marcadamente, puesto que el desplome de los precios de las exportaciones de materias primas sigue siendo importante para la economía brasileña. Segundo, el gasto privado nacional también cayó, quizá debido a una acumulación excesiva de deuda. Tercero, las políticas, en lugar de combatir la depresión, la exacerbaron, con austeridad fiscal y endurecimiento monetario, incluso mientras la economía se estaba yendo a pique.

En primer lugar, el entorno económico mundial dio un giro importante que empeoró las cosas. Brasil, hasta cierto punto, se ha diversificado en las manufacturas, pero todavía depende fuertemente de las exportaciones de materias primas, cuyos precios han caído. Las condiciones comerciales del país —el coeficiente de precios de exportaciones e importaciones— sufrieron un fuerte impacto.

Lo anterior habría sido desagradable en cualquier caso; sin embargo, sucedió en combinación con una marcada caída en el gasto de consumo doméstico. Atif Mian y sus coautores nos dicen que esto estuvo vinculado con un aumento en la deuda familiar a lo largo de algunos años previos, que Brasil experimentó algo más parecido a la deflación de deuda de 2008 de los países avanzados que una crisis tradicional de los mercados emergentes.

Sin embargo, lo que realmente hundió a la economía de Brasil fue la forma en la que el país respondió a esos impactos: con una política fiscal y monetaria que empeoró mucho más las cosas.

Por el lado fiscal tiene enormes problemas de solvencia a largo plazo que requieren soluciones. Lo que ocurrió en cambio fue que el gobierno de Roussef decidió imponer fuertes recortes al gasto en medio de una depresión. ¿Qué estaban pensando? Increíblemente, parece que aceptaron como válida la doctrina de la austeridad expansionaria. Como si eso fuera poco, la política monetaria también se volvió marcadamente contraccionaria, con un aumento enorme en las tasas de interés. ¿De qué se trató eso?

Mi mejor interpretación es que el real se depreció principalmente debido al impacto en las condiciones comerciales, que ocasionó un aumento temporal en la inflación. El banco central entró en pánico, concentrándose en el problema de la inflación a costa de la economía real. Ahora que el aumento repentino inducido por la moneda acabó, la inflación es baja conforme a las normas históricas, pero el daño ya está hecho.

Es una historia extraordinaria y deprimente. Además, esta combinación entre mala suerte y malas políticas seguramente tuvo que ver con el desastre político subsecuente.