/ jueves 9 de abril de 2020

¿Qué seguirá después de la contingencia?

Por: María de los Angeles Fromow Rangel

Nos encontramos viviendo un momento crucial no sólo nacional, sino a nivel mundial. No se trata de un terremoto o un tsunami que pudiera cimbrar a una parte del planeta de manera económica y ambiental. Desafortunadamente, atravesamos una contingencia que no sólo es sanitaria, con medidas de salud preventivas y de reacción para atender la propagación del COVID-19, pues esta situación está generando medidas económicas, educativas y de colaboración a distancia.


En estos tiempos, quizá el uso de la tecnología no es nuevo y, al contrario, se ha convertido en una herramienta en todas las materias y en todos los niveles para facilitar los trabajos e intercambios de información, y ni que decir, de la simplificación administrativa que esto ha significado.


Y con todo esto, ¿qué va a suceder? De qué manera esta situación podrá servir para empujarnos hacia un nuevo panorama político, social, económico, familiar, cultural y educativo, diferentes a los que conocemos ahora.


Hoy vemos una colaboración y esfuerzos institucionales importantes para que los niños no pierdan clases, no se detengan en un ritmo académico y, es notable el arrojo que han puesto algunos maestros para utilizar plataformas digitales con la finalidad de prolongar el contacto con los infantes para afectar lo menos posible su desarrollo académico. Y me parece que no estábamos preparados para ello, estamos tratando de improvisar de la mejor manera y con la mejor actitud para hacer frente a la situación.


Es momento, de enseñar a los niños que, otra manera de demostrar amor es cuidándonos entre todos, grandes y pequeños, propios y extraños. Pues en la medida que las condiciones de prevención sean permeadas en la conciencia de los niños, se volverá más sencillo generar cambios de conducta permanentes que nos mantengan a salvo.


Esto es importante, pues no se trata únicamente de condiciones de higiene, sino contemplar la situación del lado más positivo posible para aprovechar la oportunidad de ser empáticos con los menos afortunados; es momento de tener conciencia y no vaciar los estantes de los supermercados, es decir, ser compartidos y conscientes que los productos deben alcanzar para todos. Es momento de fomentar la compra de productos en los mercados cercanos, que permita la generación de recursos para las familias que depende de aquellos. Todas estas acciones, si son enseñadas con convección a las nuevas generaciones, sintámonos seguros que haremos una diferencia positiva para los años venideros.


También, como adultos, jefas y jefes de familia, debemos comenzar a pensar que vamos a hacer cuando la contingencia termine y que enseñanzas podremos impulsar y fortalecer para reconstruir nuestro tejido social tan debilitado por situaciones que nos han aquejado desde hace varios años. Las actitudes y acciones que tomemos tendrán una repercusión en nuestro propio futuro, el de niños y niñas, así como para nuestros adolescentes; depende de nosotros que la responsabilidad, calidad y calidez con que emprendamos cambios para hacerlos permanentes.


Sí, estamos a expensas de intervenciones institucionales, económicas y comerciales, pero hay decisiones que únicamente nos corresponden a nosotros como padres, hijos e hijas o compañeros de escuela y de oficina. Estamos en un momento de reflexión, para crear una ciudadanía diferente, comprometida socialmente con un mundo globalizado.


¿Qué seguirá después de la contingencia? Creo que es algo que podemos construir hoy, para contar con un mañana en un mundo mejor para todos.


mafrcontacto@gmail.com

Por: María de los Angeles Fromow Rangel

Nos encontramos viviendo un momento crucial no sólo nacional, sino a nivel mundial. No se trata de un terremoto o un tsunami que pudiera cimbrar a una parte del planeta de manera económica y ambiental. Desafortunadamente, atravesamos una contingencia que no sólo es sanitaria, con medidas de salud preventivas y de reacción para atender la propagación del COVID-19, pues esta situación está generando medidas económicas, educativas y de colaboración a distancia.


En estos tiempos, quizá el uso de la tecnología no es nuevo y, al contrario, se ha convertido en una herramienta en todas las materias y en todos los niveles para facilitar los trabajos e intercambios de información, y ni que decir, de la simplificación administrativa que esto ha significado.


Y con todo esto, ¿qué va a suceder? De qué manera esta situación podrá servir para empujarnos hacia un nuevo panorama político, social, económico, familiar, cultural y educativo, diferentes a los que conocemos ahora.


Hoy vemos una colaboración y esfuerzos institucionales importantes para que los niños no pierdan clases, no se detengan en un ritmo académico y, es notable el arrojo que han puesto algunos maestros para utilizar plataformas digitales con la finalidad de prolongar el contacto con los infantes para afectar lo menos posible su desarrollo académico. Y me parece que no estábamos preparados para ello, estamos tratando de improvisar de la mejor manera y con la mejor actitud para hacer frente a la situación.


Es momento, de enseñar a los niños que, otra manera de demostrar amor es cuidándonos entre todos, grandes y pequeños, propios y extraños. Pues en la medida que las condiciones de prevención sean permeadas en la conciencia de los niños, se volverá más sencillo generar cambios de conducta permanentes que nos mantengan a salvo.


Esto es importante, pues no se trata únicamente de condiciones de higiene, sino contemplar la situación del lado más positivo posible para aprovechar la oportunidad de ser empáticos con los menos afortunados; es momento de tener conciencia y no vaciar los estantes de los supermercados, es decir, ser compartidos y conscientes que los productos deben alcanzar para todos. Es momento de fomentar la compra de productos en los mercados cercanos, que permita la generación de recursos para las familias que depende de aquellos. Todas estas acciones, si son enseñadas con convección a las nuevas generaciones, sintámonos seguros que haremos una diferencia positiva para los años venideros.


También, como adultos, jefas y jefes de familia, debemos comenzar a pensar que vamos a hacer cuando la contingencia termine y que enseñanzas podremos impulsar y fortalecer para reconstruir nuestro tejido social tan debilitado por situaciones que nos han aquejado desde hace varios años. Las actitudes y acciones que tomemos tendrán una repercusión en nuestro propio futuro, el de niños y niñas, así como para nuestros adolescentes; depende de nosotros que la responsabilidad, calidad y calidez con que emprendamos cambios para hacerlos permanentes.


Sí, estamos a expensas de intervenciones institucionales, económicas y comerciales, pero hay decisiones que únicamente nos corresponden a nosotros como padres, hijos e hijas o compañeros de escuela y de oficina. Estamos en un momento de reflexión, para crear una ciudadanía diferente, comprometida socialmente con un mundo globalizado.


¿Qué seguirá después de la contingencia? Creo que es algo que podemos construir hoy, para contar con un mañana en un mundo mejor para todos.


mafrcontacto@gmail.com