/ jueves 3 de mayo de 2018

¿Qué tal está funcionando el recorte fiscal?

Hasta ahora, Trump y sus aliados en el Congreso han alcanzado sólo una victoria legislativa importante: la aprobación de un enorme recorte fiscal, dirigido a las corporaciones y empresarios. Los promotores del recorte fiscal prometieron que conduciría a una marcada aceleración del crecimiento económico y produciría enormes aumentos en los salarios; esperaban importantes dividendos políticos para las elecciones intermedias de Estados Unidos.

¿Y qué tal va? En términos políticos, el recorte fiscal es un fiasco: la mayoría de los electores dicen que no han visto ningún aumento en su salario y los republicanos apenas hablan de la ley en sus campañas políticas. Sin embargo, ¿qué hay de la economía?

Podrían estar tentados a señalar que es muy pronto para decirlo. Después de todo, la ley sólo ha estado en vigor durante unos cuantos meses, y apenas la semana pasada pudimos ver por primera vez un crecimiento económico posterior al recorte fiscal. No obstante, esto es lo que sucede: para cumplir las promesas a aquellos que lo patrocinan, el recorte fiscal tendría que producir un enorme aumento en la inversión empresarial, no a largo plazo, ni en cinco ni 10 años a partir de ahora, sino más o menos de inmediato, pero no hay signos de que algo así esté sucediendo.

Ahora hablemos de economía

Cualquier cosa que aumente el déficit presupuestal debería conducir, si lo demás se queda igual, a un mayor gasto general y a una sacudida de la economía a corto plazo (aunque no hay nada que indique que haya tal sacudida en las cantidades del primer trimestre, que fueron decepcionantes). No obstante, si uno quiere estimular el gasto general, no hay que otorgar exenciones fiscales enormes a las corporaciones. Se pueden hacer muchas otras cosas en lugar de eso; por ejemplo, gastar dinero en arreglar la infraestructura ruinosa de Estados Unidos, un tema sobre el cual Trump sigue prometiendo un plan, pero que sencillamente no presenta.

Además, todo impulso a corto plazo probablemente sería suprimido de inmediato por la Reserva Federal, que cree que el desempleo es nulo y que de manera gradual está aumentado las tasas de interés para evitar que la economía se sobrecaliente. Se puede argumentar que la Reserva Federal se equivoca, pero el argumento a favor de una política monetaria más expansiva no tiene nada que ver con el recorte fiscal de Trump.

No, el argumento a favor de un recorte fiscal corporativo es la promesa de que a largo plazo aumentará los salarios. ¿Cómo se supone que eso funciona?

Nunca tuvo sentido creer que las corporaciones compartirían su botín del recorte fiscal de inmediato con los trabajadores, y en efecto no lo han hecho. Cualquier agencia de información que se deje embaucar por historias cuidadosamente seleccionadas de empresas que anuncian bonos para sus trabajadores después del recorte fiscal aprobado debería sentirse avergonzada de su credulidad.

La verdadera lógica detrás de los recortes fiscales corporativos es que se supone que provocan una mayor inversión. Esta, a su vez, debería aumentar gradualmente los activos (o el stock) de capital, lo cual disminuiría la tasa de rendimiento de la inversión antes de impuestos y al mismo tiempo aumentaría los salarios.

Hasta ahora, Trump y sus aliados en el Congreso han alcanzado sólo una victoria legislativa importante: la aprobación de un enorme recorte fiscal, dirigido a las corporaciones y empresarios. Los promotores del recorte fiscal prometieron que conduciría a una marcada aceleración del crecimiento económico y produciría enormes aumentos en los salarios; esperaban importantes dividendos políticos para las elecciones intermedias de Estados Unidos.

¿Y qué tal va? En términos políticos, el recorte fiscal es un fiasco: la mayoría de los electores dicen que no han visto ningún aumento en su salario y los republicanos apenas hablan de la ley en sus campañas políticas. Sin embargo, ¿qué hay de la economía?

Podrían estar tentados a señalar que es muy pronto para decirlo. Después de todo, la ley sólo ha estado en vigor durante unos cuantos meses, y apenas la semana pasada pudimos ver por primera vez un crecimiento económico posterior al recorte fiscal. No obstante, esto es lo que sucede: para cumplir las promesas a aquellos que lo patrocinan, el recorte fiscal tendría que producir un enorme aumento en la inversión empresarial, no a largo plazo, ni en cinco ni 10 años a partir de ahora, sino más o menos de inmediato, pero no hay signos de que algo así esté sucediendo.

Ahora hablemos de economía

Cualquier cosa que aumente el déficit presupuestal debería conducir, si lo demás se queda igual, a un mayor gasto general y a una sacudida de la economía a corto plazo (aunque no hay nada que indique que haya tal sacudida en las cantidades del primer trimestre, que fueron decepcionantes). No obstante, si uno quiere estimular el gasto general, no hay que otorgar exenciones fiscales enormes a las corporaciones. Se pueden hacer muchas otras cosas en lugar de eso; por ejemplo, gastar dinero en arreglar la infraestructura ruinosa de Estados Unidos, un tema sobre el cual Trump sigue prometiendo un plan, pero que sencillamente no presenta.

Además, todo impulso a corto plazo probablemente sería suprimido de inmediato por la Reserva Federal, que cree que el desempleo es nulo y que de manera gradual está aumentado las tasas de interés para evitar que la economía se sobrecaliente. Se puede argumentar que la Reserva Federal se equivoca, pero el argumento a favor de una política monetaria más expansiva no tiene nada que ver con el recorte fiscal de Trump.

No, el argumento a favor de un recorte fiscal corporativo es la promesa de que a largo plazo aumentará los salarios. ¿Cómo se supone que eso funciona?

Nunca tuvo sentido creer que las corporaciones compartirían su botín del recorte fiscal de inmediato con los trabajadores, y en efecto no lo han hecho. Cualquier agencia de información que se deje embaucar por historias cuidadosamente seleccionadas de empresas que anuncian bonos para sus trabajadores después del recorte fiscal aprobado debería sentirse avergonzada de su credulidad.

La verdadera lógica detrás de los recortes fiscales corporativos es que se supone que provocan una mayor inversión. Esta, a su vez, debería aumentar gradualmente los activos (o el stock) de capital, lo cual disminuiría la tasa de rendimiento de la inversión antes de impuestos y al mismo tiempo aumentaría los salarios.