/ lunes 6 de diciembre de 2021

Queremos más árboles

En diversos espacios he llamado a la reflexión respecto de la necesidad de dar la importancia y el valor necesario a la protección del medio ambiente, para mitigar el cambio climático, no obstante tenemos delante de nosotros un camino largo que recorrer para enmendar errores y excesos del pasado.

En diversas partes de la ciudad, podemos caminar cuadras enteras o recorrer distancias considerables, sin que encontremos un solo árbol en la calle, y es que no es lo mismo tener “espacios verdes” donde puede consistir en un poco de pasto y vegetación en una jardinera, a tener arboles que además de sombra, en conjunto nos ayudan a generar microclimas.

Tristemente vemos esfuerzos aislados por lograr una ciudad con bajo impacto ambiental, pero, por un lado vemos programas y acciones con resultados favorables, incentivos para la adopción de espacios en camellones o jardineras, pero al voltear a ver otros espacios, vemos lugares con potencial medo ambiental que son concesionados y dejados al beneplácito del particular.

Hoy, espacios como el parque bicentenario, que, además de ser un espacio de esparcimiento o punto de reunión para actividades deportivas y recreativas, representa un área de oportunidad para lograr que sea un verdadero bosque urbano; sin embargo, la realidad es distante, ya que ha sido evidente el deterioro, tala de arboles y la falta de riego y mantenimiento en algunas áreas verdes del parque.

Gracias a la lucha vecinal, este espacio y el valor que representa no solo para vecinos de las alcaldías Miguel Hidalgo y Azcapotzalco, sino para toda la ciudad, se ha puesto en la agenda pública como un verdadero reto y compromiso por parte de las autoridades.

Si bien, este espacio es competencia de autoridades federales, la adopción de medidas que permitan el uso adecuado de las áreas verdes, y no erosionar un espacio que es uno de los pulmones más importantes de la capital, debe ser un esfuerzo de la ciudadanía en coordinación con la administración de la ciudad de México.

Es momento de repensar estas ciudades compactas en las que cada colonia, pueblo o barrio de la ciudad cuente con al menos un espacio verde, con arboles suficientes, ya que incluso si observamos la edad de los arboles en algunas partes de la capital, tienen ya bastante edad, obligando a preguntarnos que ha pasado con un verdadero plan de reforestación.

Si atendemos al llamado de instancias internacionales como el Banco de Desarrollo de América Latina, debemos lograr que disminuir las huellas de carbono e hídrica en la ciudad sean el centro de atención y prioridad no sólo en la agenda pública sino en acciones de poder y de estado; es decir a traves de iniciativas, proyectos y acciones de de mitigación y adaptación al cambio climático, para que logremos ser una ciudad resiliente y sostenible.

Es gratificante ver que se realizan intervenciones en camellones y áreas en vías primarias, donde de acuerdo con la temporada, se ponen plantas como Cempasúchil o Noche Buenas, sin embargo esperamos ver, como en otros espacios públicos recuperados que se siembren árboles a fin de reforestar completamente la ciudad, y no solo por beneficios de ornato, sino por los beneficios medio ambientales.

Hoy, los ciudadanos seguimos reclamando que las autoridades emprendan acciones permanentes de reforestación, y que se asuman los beneficios y las responsabilidades administrativas de impulsar el reconocimiento de espacios verdes como el parque Bicentenario, como verdaderos bosques urbanos, heredando más metros cuadrados de áreas verdes a las generaciones por venir.

En diversos espacios he llamado a la reflexión respecto de la necesidad de dar la importancia y el valor necesario a la protección del medio ambiente, para mitigar el cambio climático, no obstante tenemos delante de nosotros un camino largo que recorrer para enmendar errores y excesos del pasado.

En diversas partes de la ciudad, podemos caminar cuadras enteras o recorrer distancias considerables, sin que encontremos un solo árbol en la calle, y es que no es lo mismo tener “espacios verdes” donde puede consistir en un poco de pasto y vegetación en una jardinera, a tener arboles que además de sombra, en conjunto nos ayudan a generar microclimas.

Tristemente vemos esfuerzos aislados por lograr una ciudad con bajo impacto ambiental, pero, por un lado vemos programas y acciones con resultados favorables, incentivos para la adopción de espacios en camellones o jardineras, pero al voltear a ver otros espacios, vemos lugares con potencial medo ambiental que son concesionados y dejados al beneplácito del particular.

Hoy, espacios como el parque bicentenario, que, además de ser un espacio de esparcimiento o punto de reunión para actividades deportivas y recreativas, representa un área de oportunidad para lograr que sea un verdadero bosque urbano; sin embargo, la realidad es distante, ya que ha sido evidente el deterioro, tala de arboles y la falta de riego y mantenimiento en algunas áreas verdes del parque.

Gracias a la lucha vecinal, este espacio y el valor que representa no solo para vecinos de las alcaldías Miguel Hidalgo y Azcapotzalco, sino para toda la ciudad, se ha puesto en la agenda pública como un verdadero reto y compromiso por parte de las autoridades.

Si bien, este espacio es competencia de autoridades federales, la adopción de medidas que permitan el uso adecuado de las áreas verdes, y no erosionar un espacio que es uno de los pulmones más importantes de la capital, debe ser un esfuerzo de la ciudadanía en coordinación con la administración de la ciudad de México.

Es momento de repensar estas ciudades compactas en las que cada colonia, pueblo o barrio de la ciudad cuente con al menos un espacio verde, con arboles suficientes, ya que incluso si observamos la edad de los arboles en algunas partes de la capital, tienen ya bastante edad, obligando a preguntarnos que ha pasado con un verdadero plan de reforestación.

Si atendemos al llamado de instancias internacionales como el Banco de Desarrollo de América Latina, debemos lograr que disminuir las huellas de carbono e hídrica en la ciudad sean el centro de atención y prioridad no sólo en la agenda pública sino en acciones de poder y de estado; es decir a traves de iniciativas, proyectos y acciones de de mitigación y adaptación al cambio climático, para que logremos ser una ciudad resiliente y sostenible.

Es gratificante ver que se realizan intervenciones en camellones y áreas en vías primarias, donde de acuerdo con la temporada, se ponen plantas como Cempasúchil o Noche Buenas, sin embargo esperamos ver, como en otros espacios públicos recuperados que se siembren árboles a fin de reforestar completamente la ciudad, y no solo por beneficios de ornato, sino por los beneficios medio ambientales.

Hoy, los ciudadanos seguimos reclamando que las autoridades emprendan acciones permanentes de reforestación, y que se asuman los beneficios y las responsabilidades administrativas de impulsar el reconocimiento de espacios verdes como el parque Bicentenario, como verdaderos bosques urbanos, heredando más metros cuadrados de áreas verdes a las generaciones por venir.