/ lunes 12 de noviembre de 2018

Quien manda, manda

No se equivoquen: quien manda, manda; es el nuevo mensaje de la semana que terminó.

No conozco episodios históricos del Congreso de la Unión en donde no se haya concretado la voluntad del Presidente a través de la votación de la mayoría de su partido. La última palabra en cambios legislativos, ingresos y egresos la ha detentado el Presidente en turno.

Y de nueva cuenta en estas semanas antes del 1 de diciembre, observamos con claridad que López Obrador será un Presidente circunscrito en las formas más verticales donde su equipo no pintará; consultará si acaso con su almohada.

Por eso no extrañó que la iniciativa para regular las comisiones bancarias del senador Monreal coordinador de la bancada de Morena tuviera una ruda reversa. Primero argumenta que “nos ponemos del lado de los usuarios que sufren atropellos que se acercan al agio y la usura”; y después de que su máximo líder saliera a descalificarlo, el senador tuvo que echarse para atrás, con un discurso retórico y penoso.

López Obrador enfatizó que en los próximos tres años no habrá ningún cambio que pueda zarandear a las comisiones que reciben los bancos por operaciones bancarias. Esa iniciativa ya forma parte de la historia parlamentaria fallida, cuando menos en esta LXIV Legislatura.

Sobre esto podemos concretar varias cuestiones, la primera es que el próximo régimen no será diferente a otros, es el mismo sistema presidencialista donde un solo hombre decide por el país; las y los legisladores del partido del Presidente -que forman parte de otro poder distinto al del Ejecutivo según la Constitución- se le van a disciplinar; en resumidas cuentas, el posicionamiento del senador de Morena de que “somos un poder autónomo” se quedó en pura pose, lamentablemente.

La segunda cuestión es que tampoco cambiará la inercia respecto de que el Presidente seguirá siendo EL Legislador, la bancada de su partido recibirá “línea”. El partido del Presidente concretará su voluntad.

Hubo presidentes tozudos; algunos llegaron a acuerdos con la oposición, entonces su bancada acompañó determinada reforma o ley. Algo sé de esto, he sido legisladora federal y debí acordar con el Presidente y su equipo decretos legislativos trascendentales; su bancada siempre pidió línea.

Lo que viene será centralización más férrea. El estilo personal de gobernar, como señalaba Cosío Villegas, evidenciará con mayor ahínco, al próximo Presidente como un populista que concentrará el poder y no tendrá empacho en poner en ridículo a quienes forman parte de su equipo. De manera que no es lejano que en el Congreso se revivan las consignas y los aplausos como los de aquel día de agosto de 1982, donde López Portillo anunció a gritos, el decreto presidencial nacionalizando la banca. Después Salinas regresó a particulares esa banca nacionalizada; el Congreso priista aplaudió otra vez a su Presidente.

Todo cambió el 1 de julio para quedar igual, no habrá un poder legislativo autónomo e independiente. El poder del Presidente será inconmensurable, contumaz, caprichoso, ambicioso y por lo tanto puede ser peligroso. Lo será porque se propone manejar él directamente las partidas federales por encima de las y los gobernadores con un fin: controlar voluntades para reformar la Constitución a modo. Ya lo dijo el diputado Delgado: AMLO estará en la boleta del 2021; todo al servicio del proyecto de AMLO, y todos al final, obedecen.

Defensora de los derechos humanos

@angelicadelap

No se equivoquen: quien manda, manda; es el nuevo mensaje de la semana que terminó.

No conozco episodios históricos del Congreso de la Unión en donde no se haya concretado la voluntad del Presidente a través de la votación de la mayoría de su partido. La última palabra en cambios legislativos, ingresos y egresos la ha detentado el Presidente en turno.

Y de nueva cuenta en estas semanas antes del 1 de diciembre, observamos con claridad que López Obrador será un Presidente circunscrito en las formas más verticales donde su equipo no pintará; consultará si acaso con su almohada.

Por eso no extrañó que la iniciativa para regular las comisiones bancarias del senador Monreal coordinador de la bancada de Morena tuviera una ruda reversa. Primero argumenta que “nos ponemos del lado de los usuarios que sufren atropellos que se acercan al agio y la usura”; y después de que su máximo líder saliera a descalificarlo, el senador tuvo que echarse para atrás, con un discurso retórico y penoso.

López Obrador enfatizó que en los próximos tres años no habrá ningún cambio que pueda zarandear a las comisiones que reciben los bancos por operaciones bancarias. Esa iniciativa ya forma parte de la historia parlamentaria fallida, cuando menos en esta LXIV Legislatura.

Sobre esto podemos concretar varias cuestiones, la primera es que el próximo régimen no será diferente a otros, es el mismo sistema presidencialista donde un solo hombre decide por el país; las y los legisladores del partido del Presidente -que forman parte de otro poder distinto al del Ejecutivo según la Constitución- se le van a disciplinar; en resumidas cuentas, el posicionamiento del senador de Morena de que “somos un poder autónomo” se quedó en pura pose, lamentablemente.

La segunda cuestión es que tampoco cambiará la inercia respecto de que el Presidente seguirá siendo EL Legislador, la bancada de su partido recibirá “línea”. El partido del Presidente concretará su voluntad.

Hubo presidentes tozudos; algunos llegaron a acuerdos con la oposición, entonces su bancada acompañó determinada reforma o ley. Algo sé de esto, he sido legisladora federal y debí acordar con el Presidente y su equipo decretos legislativos trascendentales; su bancada siempre pidió línea.

Lo que viene será centralización más férrea. El estilo personal de gobernar, como señalaba Cosío Villegas, evidenciará con mayor ahínco, al próximo Presidente como un populista que concentrará el poder y no tendrá empacho en poner en ridículo a quienes forman parte de su equipo. De manera que no es lejano que en el Congreso se revivan las consignas y los aplausos como los de aquel día de agosto de 1982, donde López Portillo anunció a gritos, el decreto presidencial nacionalizando la banca. Después Salinas regresó a particulares esa banca nacionalizada; el Congreso priista aplaudió otra vez a su Presidente.

Todo cambió el 1 de julio para quedar igual, no habrá un poder legislativo autónomo e independiente. El poder del Presidente será inconmensurable, contumaz, caprichoso, ambicioso y por lo tanto puede ser peligroso. Lo será porque se propone manejar él directamente las partidas federales por encima de las y los gobernadores con un fin: controlar voluntades para reformar la Constitución a modo. Ya lo dijo el diputado Delgado: AMLO estará en la boleta del 2021; todo al servicio del proyecto de AMLO, y todos al final, obedecen.

Defensora de los derechos humanos

@angelicadelap