/ sábado 27 de marzo de 2021

Quien pierde la juventud pierde la vida

En México sufrimos hoy en día de una fuerte desestabilización social producida por el maldito virus Covid 19, que ha venido a empeorar la situación que, desde hace décadas se venía devaluando, y que ya nos tenía en la impunidad, la corrupción, la inseguridad, el desempleo, la pérdida de valores, la desunión familiar, etc.

Cada uno de estos conceptos son ramas que parten de un solo tronco que se llama “falta de educación”. Y no es una simple frase, es la correcta. Desde antes de las administraciones de Salinas y Zedillo, no teníamos una adecuada educación, no teníamos una correcta orientación vocacional, y lo peor es que ya se padecía del más importante problema de la educación: la corrupción magisterial, propiciada por sindicatos, facciones y muchísimos intereses..

El maestro debería ser luz y guía del estudiante, debería ser la parte formadora después de la familia, y además la influencia positiva o perniciosa del futuro ciudadano. Personalmente no creo que los docentes de hoy tengan mucho de positivo que aportar a los educandos.

Desde hace muchos años los vi desfilar en calzoncillos, chiflando mentadas de madre, destruyendo alambradas y guardas para contenerlos. Me preguntaba yo entonces que iría a pasar con el nivel básico que es el fundamento de toda una construcción educacional y qué clase de conocimientos podría impartir un individuo que toma por asalto el senado de la República encuerado.

Al día de hoy, las cosas han empeorado notablemente por la pandemia lo que ha producido, según la información que circula en todos los medios, que millones de alumnos han abandonado los estudios del curso 2020 – 2021. Y no dije unos cuantos, escribí correctamente “millones”, lo cual producirá una juventud inepta, desajustada, sin ocupación. Una juventud de vagos en las calles, por millones, que seguramente no producirán acciones positivas.

Y la principal causa es económica, porque se ha producido un encarecimiento brutal de la vida que ha incidido en todos los ámbitos de la vida

Para mayor certeza, transcribo parte del artículo de mi compañera Nurit Martínez de El Sol de México publicado hace 2 días y que dice a la letra:

“Durante la pandemia de Covid-19 abandonaron la escuela 5.2 millones de alumnos de prescolar, primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura y posgrado, ya sea porque no concluyeron el ciclo escolar que corría cuando el virus llegó (2019-2020) o porque habiéndolo terminado, ya no se inscribieron al nuevo periodo (2020-2021), revela la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

“De los poco más de cinco millones de estudiantes de entre 3 y 29 años, 2.3 desertaron por causas atribuibles a la pandemia mientras que otros 2.9 millones dejaron de asistir por falta de dinero o recursos económicos. Se destacan estos dos motivos dado que pueden estar relacionados de forma más fuerte al impacto económico que la pandemia ha ocasionado a los hogares del país, dijo el Inegi a través de un comunicado.

“Entre los principales motivos por los que niños y jóvenes ya no se inscribieron al presente ciclo escolar están que consideran que las clases a distancia eran poco funcionales para su aprendizaje (26.6 por ciento), que sus padres o tutores se quedaron sin trabajo (25.3 por ciento) y que carecían de computadora o conexión de internet (21.9 por ciento).

“Es una cifra muy alarmante, desde el año pasado Unicef advirtió que esto pasaría pues en otras experiencias donde se han tenido que mantener cerradas las escuelas por un periodo largo es lo que ha sucedido. Entre más tiempo las escuelas se mantienen cerradas más alto es el riesgo de que niñas, niños y adolescentes ya no regresen a aulas”, dijo Astrid Hollander, jefa de Educación de Unicef México.

“En entrevista con El Sol de México, explicó que la deserción escolar se ha agudizado por el impacto económico generado por la pandemia, que se traduce en millones de personas desempleadas. De hecho, un informe de Unicef muestra que en julio de 2020, 71 por ciento de los hogares mexicanos registraron una importante reducción de ingresos, “lo que afectó su capacidad de cubrir costos asociados a la educación y otros gastos familiares, y ha aumentado el riesgo de que niñas, niños y adolescentes sean puestos a trabajar para apoyar la economía familiar”.

La enseñanza es una de las tareas más difíciles de cumplir. Satisfacer constantemente decenas o cientos de inquietudes y prepararse para transmitir en forma adecuada los conocimientos, llevan al maestro a dedicar a estas cuestiones gran parte de su tiempo fuera de las aulas.

Un viejo dicho expresa: “quien pierde la mañana pierde el día; quien pierde la juventud pierde la vida”. En qué vergonzosa y abochornada situación ha puesto a la juventud hoy en día el maldito virus, la carestía, y los así llamados maestros.


Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx


En México sufrimos hoy en día de una fuerte desestabilización social producida por el maldito virus Covid 19, que ha venido a empeorar la situación que, desde hace décadas se venía devaluando, y que ya nos tenía en la impunidad, la corrupción, la inseguridad, el desempleo, la pérdida de valores, la desunión familiar, etc.

Cada uno de estos conceptos son ramas que parten de un solo tronco que se llama “falta de educación”. Y no es una simple frase, es la correcta. Desde antes de las administraciones de Salinas y Zedillo, no teníamos una adecuada educación, no teníamos una correcta orientación vocacional, y lo peor es que ya se padecía del más importante problema de la educación: la corrupción magisterial, propiciada por sindicatos, facciones y muchísimos intereses..

El maestro debería ser luz y guía del estudiante, debería ser la parte formadora después de la familia, y además la influencia positiva o perniciosa del futuro ciudadano. Personalmente no creo que los docentes de hoy tengan mucho de positivo que aportar a los educandos.

Desde hace muchos años los vi desfilar en calzoncillos, chiflando mentadas de madre, destruyendo alambradas y guardas para contenerlos. Me preguntaba yo entonces que iría a pasar con el nivel básico que es el fundamento de toda una construcción educacional y qué clase de conocimientos podría impartir un individuo que toma por asalto el senado de la República encuerado.

Al día de hoy, las cosas han empeorado notablemente por la pandemia lo que ha producido, según la información que circula en todos los medios, que millones de alumnos han abandonado los estudios del curso 2020 – 2021. Y no dije unos cuantos, escribí correctamente “millones”, lo cual producirá una juventud inepta, desajustada, sin ocupación. Una juventud de vagos en las calles, por millones, que seguramente no producirán acciones positivas.

Y la principal causa es económica, porque se ha producido un encarecimiento brutal de la vida que ha incidido en todos los ámbitos de la vida

Para mayor certeza, transcribo parte del artículo de mi compañera Nurit Martínez de El Sol de México publicado hace 2 días y que dice a la letra:

“Durante la pandemia de Covid-19 abandonaron la escuela 5.2 millones de alumnos de prescolar, primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura y posgrado, ya sea porque no concluyeron el ciclo escolar que corría cuando el virus llegó (2019-2020) o porque habiéndolo terminado, ya no se inscribieron al nuevo periodo (2020-2021), revela la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

“De los poco más de cinco millones de estudiantes de entre 3 y 29 años, 2.3 desertaron por causas atribuibles a la pandemia mientras que otros 2.9 millones dejaron de asistir por falta de dinero o recursos económicos. Se destacan estos dos motivos dado que pueden estar relacionados de forma más fuerte al impacto económico que la pandemia ha ocasionado a los hogares del país, dijo el Inegi a través de un comunicado.

“Entre los principales motivos por los que niños y jóvenes ya no se inscribieron al presente ciclo escolar están que consideran que las clases a distancia eran poco funcionales para su aprendizaje (26.6 por ciento), que sus padres o tutores se quedaron sin trabajo (25.3 por ciento) y que carecían de computadora o conexión de internet (21.9 por ciento).

“Es una cifra muy alarmante, desde el año pasado Unicef advirtió que esto pasaría pues en otras experiencias donde se han tenido que mantener cerradas las escuelas por un periodo largo es lo que ha sucedido. Entre más tiempo las escuelas se mantienen cerradas más alto es el riesgo de que niñas, niños y adolescentes ya no regresen a aulas”, dijo Astrid Hollander, jefa de Educación de Unicef México.

“En entrevista con El Sol de México, explicó que la deserción escolar se ha agudizado por el impacto económico generado por la pandemia, que se traduce en millones de personas desempleadas. De hecho, un informe de Unicef muestra que en julio de 2020, 71 por ciento de los hogares mexicanos registraron una importante reducción de ingresos, “lo que afectó su capacidad de cubrir costos asociados a la educación y otros gastos familiares, y ha aumentado el riesgo de que niñas, niños y adolescentes sean puestos a trabajar para apoyar la economía familiar”.

La enseñanza es una de las tareas más difíciles de cumplir. Satisfacer constantemente decenas o cientos de inquietudes y prepararse para transmitir en forma adecuada los conocimientos, llevan al maestro a dedicar a estas cuestiones gran parte de su tiempo fuera de las aulas.

Un viejo dicho expresa: “quien pierde la mañana pierde el día; quien pierde la juventud pierde la vida”. En qué vergonzosa y abochornada situación ha puesto a la juventud hoy en día el maldito virus, la carestía, y los así llamados maestros.


Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx