/ miércoles 10 de abril de 2019

Recaudación y presupuesto

Es bien sabido de la necesidad de modernizar el pacto fiscal vigente, no sólo por las demandas e incongruencias que en muchos casos han sido entidades y municipios quienes las han puesto en evidencia, sino también por una creciente incapacidad en los años recientes, de hacer rendir el presupuesto, mientras que el protagonismo recaudatorio parece recaer únicamente en el Ejecutivo.

A pesar de las interminables reformas fiscales, México ha pasado de recaudar cerca del 10% de su PIB en 1999, a casi 17% del mismo en los últimos 3 años. Aunque la comparación pareciera positiva, la realidad es que nuestro país, continúa teniendo un comportamiento muy por debajo de las medias nacionales de otros países. Según el reporte Tax Policy Reforms, de la OCDE, nuestro país tiene la menor recaudación de la OCDE como porcentaje del PIB con 17.4% del mismo.

Este esquema en el que la base tributaria parece no expandirse lo suficiente para hacer frente a los retos financieros del país, no sólo ha dejado en claro que México transita hacia una época difícil en lo sucesivo, sino que ingresos como los derivados por la venta de hidrocarburos, lejos de ser aquella “abundancia” que había de administrarse, se convirtieron en una muleta de la que ya no es posible apoyar a las arcas públicas.

Sin embargo, esta situación también ha puesto en evidencia -más que nunca-, la complejidad en la progresividad de nuestra tributación, pero por igual la baja eficiencia de las entidades y municipios para hacerse de ingresos, y no depender de los recursos de la Federación.

Otro factor clave es la informalidad, lo que deja a un cúmulo pequeño de causantes con grandes cargas fiscales en las que por igual termina pagando impuestos, como aquellos empresarios que facturan millones de pesos al mes.

Ante este escenario, han sido el propio Ejecutivo en voz de funcionarios de la Secretaría de Hacienda, quien ha puesto de manifiesto el potencial de recaudación que tendrían las entidades.

Es bien sabido de la necesidad de modernizar el pacto fiscal vigente, no sólo por las demandas e incongruencias que en muchos casos han sido entidades y municipios quienes las han puesto en evidencia, sino también por una creciente incapacidad en los años recientes, de hacer rendir el presupuesto, mientras que el protagonismo recaudatorio parece recaer únicamente en el Ejecutivo.

A pesar de las interminables reformas fiscales, México ha pasado de recaudar cerca del 10% de su PIB en 1999, a casi 17% del mismo en los últimos 3 años. Aunque la comparación pareciera positiva, la realidad es que nuestro país, continúa teniendo un comportamiento muy por debajo de las medias nacionales de otros países. Según el reporte Tax Policy Reforms, de la OCDE, nuestro país tiene la menor recaudación de la OCDE como porcentaje del PIB con 17.4% del mismo.

Este esquema en el que la base tributaria parece no expandirse lo suficiente para hacer frente a los retos financieros del país, no sólo ha dejado en claro que México transita hacia una época difícil en lo sucesivo, sino que ingresos como los derivados por la venta de hidrocarburos, lejos de ser aquella “abundancia” que había de administrarse, se convirtieron en una muleta de la que ya no es posible apoyar a las arcas públicas.

Sin embargo, esta situación también ha puesto en evidencia -más que nunca-, la complejidad en la progresividad de nuestra tributación, pero por igual la baja eficiencia de las entidades y municipios para hacerse de ingresos, y no depender de los recursos de la Federación.

Otro factor clave es la informalidad, lo que deja a un cúmulo pequeño de causantes con grandes cargas fiscales en las que por igual termina pagando impuestos, como aquellos empresarios que facturan millones de pesos al mes.

Ante este escenario, han sido el propio Ejecutivo en voz de funcionarios de la Secretaría de Hacienda, quien ha puesto de manifiesto el potencial de recaudación que tendrían las entidades.