/ domingo 31 de marzo de 2019

Red Nacional de Consejos Ciudadanos 

Todo comenzó con una visita de un grupo de líderes civiles y empresariales de Chihuahua hace cinco años para replicar el modelo del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México como generador de confianza para la denuncia de delitos y un puente civil entre las autoridades, víctimas y personas en general.

Ya en ese momento, teníamos varios casos de éxito sobre prevención del delito en Plaza Garibaldi, la zona de las colonias Roma-Condesa, el Aeropuerto Internacional y las cuatro terminales de autobuses de la capital, entre muchos otros.

Algunos de estos programas habían sido noticia y de manera permanente brindábamos información a la prensa sobre nuevos modus operandi en diversos crímenes, además de hacer un seguimiento constante del comportamiento, las características y los cambios que se registraban en 15 delitos de alto impacto.

De la misma forma, la posibilidad de que el centro de contacto recibiera llamadas desde cualquier punto del territorio nacional, permitió que cientos de personas en el país obtuvieran gratuitamente la asesoría de los abogados y psicólogos del Consejo Ciudadano.

Esta difusión impulsó la organización de grupos de ciudadanos, todos destacados en sus comunidades, para establecer un consejo con una operación similar que brindara apoyo, obtuviera información útil para las investigaciones, recuperara el tejido social e incidiera en la percepción de seguridad pública en sus estados.

Una vez que se consolidó el modelo en Chihuahua (que ya tenía el antecedente de las mesas de seguridad que se establecieron a partir de un sistema de coordinación semanal que surgió en el propio Consejo capitalino), entramos en contacto con mujeres y hombres extraordinarios que trabajaban de manera permanente para reducir los índices de violencia y ayudar a aquellos que la sufren hasta hoy.

Fue así, que los entonces titulares de los consejos de Puebla, Morelos, Chihuahua y la Ciudad de México, Andrea Ambrogi, Harry Nielsen, Gabriel Ortiz y quien esto escribe, decidimos formalizar una organización civil que pudiera funcionar como una red de trabajo, intercambio de buenas prácticas, colaboración y coordinación nacional, la cual además utilizara un número específico gratuito que nos donó Telmex, el *5533.

Bajo el principio de nunca negar una atención, la Red Nacional de Consejos Ciudadanos de México A.C., incorporó a organizaciones de Colima, Jalisco, Hidalgo, Zacatecas, Baja California, Nuevo León, Veracruz, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, en su momento Guerrero, La Laguna, Coahuila y el Estado de México, para que la Línea Nacional Ciudadana se convirtiera en una respuesta civil y en tiempo real a lo largo y ancho del país.

Asimismo, se reprodujeron programas, acciones y herramientas enfocadas en atender graves problemas de acoso escolar, abuso en el consumo de alcohol, extorsión telefónica, ciberseguridad, delitos cometidos por medio de redes sociales (sexting, por ejemplo) y, en general, cualquier asunto que afectara el bien y buen vivir de los ciudadanos.

No tengo un antecedente de una red operativa civil de este tipo en la historia de nuestro país, consejos ciudadanos ha habido muchos, pero con menor o mayor desarrollo, se extinguieron por la falta de continuidad, apoyo y colaboración no sólo gubernamental, sino de la propia sociedad.

La semana pasada en Cuernavaca, la Red Nacional tuvo su asamblea anual. En ella, el presidente del Consejo Ciudadano de Morelos, Rafael Moncalián, fue electo por unanimidad titular de nuestra organización, por los próximos dos años. Este relevo augura muchos avances para los grupos ciudadanos que a diario trabajan de manera honorífica con el objetivo de reducir la violencia, vivir con seguridad y establecer, de una vez y por todas, una nación en paz.

Cada vez que me preguntan si esa meta es posible, pongo de ejemplo lo que logramos en esta Red Nacional y lo que vendrá en ella para los próximos años. Y la fórmula es simple: organizarnos mejor que la delincuencia, trabajar en la prevención, cuidarnos entre todos y presionar de manera eficiente a las autoridades responsables, pero con una misión: pasar de la protesta a la propuesta y a la acción, cuando sea necesario.



Todo comenzó con una visita de un grupo de líderes civiles y empresariales de Chihuahua hace cinco años para replicar el modelo del Consejo Ciudadano de la Ciudad de México como generador de confianza para la denuncia de delitos y un puente civil entre las autoridades, víctimas y personas en general.

Ya en ese momento, teníamos varios casos de éxito sobre prevención del delito en Plaza Garibaldi, la zona de las colonias Roma-Condesa, el Aeropuerto Internacional y las cuatro terminales de autobuses de la capital, entre muchos otros.

Algunos de estos programas habían sido noticia y de manera permanente brindábamos información a la prensa sobre nuevos modus operandi en diversos crímenes, además de hacer un seguimiento constante del comportamiento, las características y los cambios que se registraban en 15 delitos de alto impacto.

De la misma forma, la posibilidad de que el centro de contacto recibiera llamadas desde cualquier punto del territorio nacional, permitió que cientos de personas en el país obtuvieran gratuitamente la asesoría de los abogados y psicólogos del Consejo Ciudadano.

Esta difusión impulsó la organización de grupos de ciudadanos, todos destacados en sus comunidades, para establecer un consejo con una operación similar que brindara apoyo, obtuviera información útil para las investigaciones, recuperara el tejido social e incidiera en la percepción de seguridad pública en sus estados.

Una vez que se consolidó el modelo en Chihuahua (que ya tenía el antecedente de las mesas de seguridad que se establecieron a partir de un sistema de coordinación semanal que surgió en el propio Consejo capitalino), entramos en contacto con mujeres y hombres extraordinarios que trabajaban de manera permanente para reducir los índices de violencia y ayudar a aquellos que la sufren hasta hoy.

Fue así, que los entonces titulares de los consejos de Puebla, Morelos, Chihuahua y la Ciudad de México, Andrea Ambrogi, Harry Nielsen, Gabriel Ortiz y quien esto escribe, decidimos formalizar una organización civil que pudiera funcionar como una red de trabajo, intercambio de buenas prácticas, colaboración y coordinación nacional, la cual además utilizara un número específico gratuito que nos donó Telmex, el *5533.

Bajo el principio de nunca negar una atención, la Red Nacional de Consejos Ciudadanos de México A.C., incorporó a organizaciones de Colima, Jalisco, Hidalgo, Zacatecas, Baja California, Nuevo León, Veracruz, Michoacán, Oaxaca, Quintana Roo, en su momento Guerrero, La Laguna, Coahuila y el Estado de México, para que la Línea Nacional Ciudadana se convirtiera en una respuesta civil y en tiempo real a lo largo y ancho del país.

Asimismo, se reprodujeron programas, acciones y herramientas enfocadas en atender graves problemas de acoso escolar, abuso en el consumo de alcohol, extorsión telefónica, ciberseguridad, delitos cometidos por medio de redes sociales (sexting, por ejemplo) y, en general, cualquier asunto que afectara el bien y buen vivir de los ciudadanos.

No tengo un antecedente de una red operativa civil de este tipo en la historia de nuestro país, consejos ciudadanos ha habido muchos, pero con menor o mayor desarrollo, se extinguieron por la falta de continuidad, apoyo y colaboración no sólo gubernamental, sino de la propia sociedad.

La semana pasada en Cuernavaca, la Red Nacional tuvo su asamblea anual. En ella, el presidente del Consejo Ciudadano de Morelos, Rafael Moncalián, fue electo por unanimidad titular de nuestra organización, por los próximos dos años. Este relevo augura muchos avances para los grupos ciudadanos que a diario trabajan de manera honorífica con el objetivo de reducir la violencia, vivir con seguridad y establecer, de una vez y por todas, una nación en paz.

Cada vez que me preguntan si esa meta es posible, pongo de ejemplo lo que logramos en esta Red Nacional y lo que vendrá en ella para los próximos años. Y la fórmula es simple: organizarnos mejor que la delincuencia, trabajar en la prevención, cuidarnos entre todos y presionar de manera eficiente a las autoridades responsables, pero con una misión: pasar de la protesta a la propuesta y a la acción, cuando sea necesario.