/ martes 30 de junio de 2020

Reformar el sistema de pensiones (III)

Uno de los objetivos del sistema de ahorro para el retiro era fortalecer la productividad del país, al tiempo que debía cuidarse la seguridad en la colocación de los fondos. Por ello en la iniciativa presentada por mí en octubre de 2001, resaltaba la preocupación respecto a “la posibilidad de llevar al juego de la Bolsa de Valores tales depósitos. Los desplomes bursátiles han ocurrido con relativa frecuencia y aunque sólo sea una parte de lo ahorrado lo que se destine a la compra de acciones, una caída de las mismas puede afectar gravemente el futuro económico de millones de trabajadores.” Como puede apreciarse, los suscriptores del proyecto planteábamos una prudente previsión que con el tiempo demostró su validez.

Más acertada resultaba la siguiente advertencia contenida en la referida iniciativa: “Mayor es la preocupación que genera el hecho de que se pretenda permitir la inversión del ahorro generado por los mexicanos en bolsas del extranjero, lo cual está actualmente prohibido por la ley. Independientemente de los recursos que puedan generarse con dichas inversiones, uno de los principales motivos por los que se impulsó la creación de las Afores en nuestro país fue el de generar ahorro interno... que debe ser el soporte de inversiones productivas que robustezcan la economía del país y no la de otras naciones.”

Pese a un denodado esfuerzo que realizamos para que por lo menos esta idea contenida en la iniciativa se lograra respetar, finalmente la tendencia neoliberal se impuso y se optó por jugar el dinero de los trabajadores en las bolsas, no solo la de México sino las del extranjero con lo cual se perdió el sentido original de emplear ese ahorro para fortalecer la economía interna y crear empleos en México, de manera que parte de él fue a dar a las bolsas de Chicago o Nueva York, poniéndolo realmente al servicio de empresas extranjeras. Lo peor es que cuando intentamos prohibir que se hiciera ese tipo de inversión volátil, cuya peligrosidad quedó demostrada en la crisis de 2008, los líderes obreros fueron convencidos de que no debía privarse a los trabajadores mexicanos de “jugar en las grandes ligas financieras” sin importar que su dinero quedara expuesto a la especulación la cual, a la postre, solo trajo pérdidas que afortunadamente no fueron mayores porque había un límite para entrar a ese arriesgadísimo casino de las bolsas internacionales y los trabajadores mexicanos se salvaron de que les pasara lo que a muchos estadounidenses cuyas pensiones se perdieron en el barril sin fondo de la crisis financiera, quedando auténticamente en la inopia.

Evidentemente, existen enormes dificultades para revertir el sistema y regresar a la pensión universal por el método de reparto. Las presiones del capital internacional podrían resultar insoportables y generar dificultades mayores que agraven el problema que se pretende resolver. Un ejemplo de esto es Argentina que en el régimen de los Kirschner suprimió el sistema de cuentas individuales pero al llegar Macri al poder, apoyado por la derecha, se repuso dicho sistema y ahora un gobierno izquierdista está volviendo a revisar el esquema. El gobierno húngaro eliminó el sistema privatizado y volvió al esquema público pero la circunstancia de Hungría es muy diferente a la nuestra. De cualquier manera, la bomba de tiempo en que se ha convertido el sistema de pensiones exige encontrar modificaciones razonables. Ahora parece un buen momento de pensar en serio en conseguir que el ahorro de los trabajadores mexicanos sirva a nuestro país y avanzar al objetivo de contener la hemorragia espantosa que implica el pago de fuertes comisiones que siguen implicando un enorme costo, aun si disminuyen. El sistema vigente mantiene a los trabajadores en la incertidumbre en tanto que los administradores de los fondos pase lo que pase, aunque se derrumben las bolsas en el mundo, las de ellos se llenarán constantemente con las comisiones que reciben. Los administradores deberían ser responsables del rendimiento y considerarse como empleados de los trabajadores que les pagan por administrar sus recursos; rendir cuentas como los gerentes de una empresa cuando le fallan a los accionistas. No obstante, quienes operan las Afores se deslindan de esa responsabilidad y la normatividad les permite decir abiertamente que no pueden comprometerse a garantizar un nivel de ganancia. Más equitativo sería que si el fondo gana, los administradores ganen, pero si la inversión se derrumba, —muestra de una mala previsión del administrador— las comisiones deberían reducirse e incluso revertirse. Así como los economistas hablan de rendimientos negativo cuando hay pérdidas, debería introducirse el concepto de comisiones negativas cuando los trabajadores sean afectados por las crisis especulativas que se generan por la misma acción de quienes administran esos fondos. En la cuarta entrega analizaré otras posibles medidas.

eduardoandrade1948@gmail.com

Uno de los objetivos del sistema de ahorro para el retiro era fortalecer la productividad del país, al tiempo que debía cuidarse la seguridad en la colocación de los fondos. Por ello en la iniciativa presentada por mí en octubre de 2001, resaltaba la preocupación respecto a “la posibilidad de llevar al juego de la Bolsa de Valores tales depósitos. Los desplomes bursátiles han ocurrido con relativa frecuencia y aunque sólo sea una parte de lo ahorrado lo que se destine a la compra de acciones, una caída de las mismas puede afectar gravemente el futuro económico de millones de trabajadores.” Como puede apreciarse, los suscriptores del proyecto planteábamos una prudente previsión que con el tiempo demostró su validez.

Más acertada resultaba la siguiente advertencia contenida en la referida iniciativa: “Mayor es la preocupación que genera el hecho de que se pretenda permitir la inversión del ahorro generado por los mexicanos en bolsas del extranjero, lo cual está actualmente prohibido por la ley. Independientemente de los recursos que puedan generarse con dichas inversiones, uno de los principales motivos por los que se impulsó la creación de las Afores en nuestro país fue el de generar ahorro interno... que debe ser el soporte de inversiones productivas que robustezcan la economía del país y no la de otras naciones.”

Pese a un denodado esfuerzo que realizamos para que por lo menos esta idea contenida en la iniciativa se lograra respetar, finalmente la tendencia neoliberal se impuso y se optó por jugar el dinero de los trabajadores en las bolsas, no solo la de México sino las del extranjero con lo cual se perdió el sentido original de emplear ese ahorro para fortalecer la economía interna y crear empleos en México, de manera que parte de él fue a dar a las bolsas de Chicago o Nueva York, poniéndolo realmente al servicio de empresas extranjeras. Lo peor es que cuando intentamos prohibir que se hiciera ese tipo de inversión volátil, cuya peligrosidad quedó demostrada en la crisis de 2008, los líderes obreros fueron convencidos de que no debía privarse a los trabajadores mexicanos de “jugar en las grandes ligas financieras” sin importar que su dinero quedara expuesto a la especulación la cual, a la postre, solo trajo pérdidas que afortunadamente no fueron mayores porque había un límite para entrar a ese arriesgadísimo casino de las bolsas internacionales y los trabajadores mexicanos se salvaron de que les pasara lo que a muchos estadounidenses cuyas pensiones se perdieron en el barril sin fondo de la crisis financiera, quedando auténticamente en la inopia.

Evidentemente, existen enormes dificultades para revertir el sistema y regresar a la pensión universal por el método de reparto. Las presiones del capital internacional podrían resultar insoportables y generar dificultades mayores que agraven el problema que se pretende resolver. Un ejemplo de esto es Argentina que en el régimen de los Kirschner suprimió el sistema de cuentas individuales pero al llegar Macri al poder, apoyado por la derecha, se repuso dicho sistema y ahora un gobierno izquierdista está volviendo a revisar el esquema. El gobierno húngaro eliminó el sistema privatizado y volvió al esquema público pero la circunstancia de Hungría es muy diferente a la nuestra. De cualquier manera, la bomba de tiempo en que se ha convertido el sistema de pensiones exige encontrar modificaciones razonables. Ahora parece un buen momento de pensar en serio en conseguir que el ahorro de los trabajadores mexicanos sirva a nuestro país y avanzar al objetivo de contener la hemorragia espantosa que implica el pago de fuertes comisiones que siguen implicando un enorme costo, aun si disminuyen. El sistema vigente mantiene a los trabajadores en la incertidumbre en tanto que los administradores de los fondos pase lo que pase, aunque se derrumben las bolsas en el mundo, las de ellos se llenarán constantemente con las comisiones que reciben. Los administradores deberían ser responsables del rendimiento y considerarse como empleados de los trabajadores que les pagan por administrar sus recursos; rendir cuentas como los gerentes de una empresa cuando le fallan a los accionistas. No obstante, quienes operan las Afores se deslindan de esa responsabilidad y la normatividad les permite decir abiertamente que no pueden comprometerse a garantizar un nivel de ganancia. Más equitativo sería que si el fondo gana, los administradores ganen, pero si la inversión se derrumba, —muestra de una mala previsión del administrador— las comisiones deberían reducirse e incluso revertirse. Así como los economistas hablan de rendimientos negativo cuando hay pérdidas, debería introducirse el concepto de comisiones negativas cuando los trabajadores sean afectados por las crisis especulativas que se generan por la misma acción de quienes administran esos fondos. En la cuarta entrega analizaré otras posibles medidas.

eduardoandrade1948@gmail.com