/ domingo 29 de abril de 2018

¡Regresa Orfeo! ¡Sálvanos de la catábasis! (II)

Sí, Orfeo nos abandonó desde el momento en que nos hundimos en la obscuridad inframúndica de la catábasis y acallamos su logos y su música, su arte y su efluvio inspirador.

Comencemos por el logos que, como todos sabemos, es palabra y la palabra es la vía principal de comunicación, pero ¿realmente pensamos en lo que ésta representa hoy en día? Está visto que la palabra se ha diluido en el marasmo en el que hemos convertido al mundo. Un mundo en el que no solo hemos desvalorizado a la palabra, la hemos banalizado, prostituido, enrarecido, y con ello hemos privado a las nuevas generaciones de aquilatar la importancia y trascendencia de lo que el logos representa en sí. Y es que lo hemos dicho, el poder de la palabra es de tal magnitud, que podría bastar con que profiriéramos una para sanar o herir a otro, de modo que no se necesitara más para salvarlo o destruirlo. Sí, ése es el poder de la palabra, y esto va más allá de una mera metáfora de origen mítico. De la misma manera como la música es extensión del logos, con el que de igual forma comparte un mismo poder: el de lograr hacer entrar en armonía o desarmonía a la naturaleza. Solo que, si cabe la expresión, es la música manifestación que trasciende y sublima al propio logos originario al constituirse en un lenguaje universal, a tal grado que no solo permite la intercomunicación social sino también con todo lo que forma parte de lo que rodea al ser humano en la naturaleza.

Sin embargo, pocos son conscientes de ello y acaso nadie entre los políticos, porque de serlo, no permitirían que a la sociedad se le hablara con un antilogos promotor de la desarmonía en pleno. El ejemplo lo tenemos en que del modo más irresponsable se abusa de la palabra en los medios y ahora hasta en el primer debate presidencial es criminal. No podemos olvidar que si algo hoy caracteriza a los tiempos que vivimos es el cansancio, la inseguridad, el miedo, la violencia que día a día escalan hasta lo inimaginable. Basta leer las principales noticias, no solo de lo que publican los periódicos sino principalmente de lo que circula en las redes sociales, y no me refiero solo a las noticias falsas sino lamentablemente a las que nos hablan de nuestra realidad. El hombre se ha convertido en el más atroz, encarnizado y descarado carnicero del hombre. Todo límite ha sido roto. No hay más respeto por el otro. Todo tipo de tortura ha sido rebasado y lo más grave es que estamos iniciando un nuevo milenio y en la historia humana hasta ahora habíamos creído haber superado la bestialidad que a través de los milenios habíamos ido erradicando, pero ahora resulta que no: su cáncer estaba allí, agazapado, incubándose, listo para devastarnos.

Por ello, cuestionar por qué varios de los candidatos a la presidencia de la República despreciaron la oportunidad de exponer ante más de 13 millones de ciudadanos sus respectivas plataformas de gobierno y, en cambio, optaron por centrarse en denostar al contrincante que consideran puntero en la contienda, debería haber sido nuestra principal crítica. En cambio, quienes atestiguamos este espectáculo grotesco y pseudo político de pronto nos sentimos trasladados, en un instante, hasta los más remotos tiempos de la historia humana, cuando privaba la venganza privada. Tiempos que desde hace siglos creímos superados pero que ahora vemos continúan vivos en nuestro ADN, como lo prueba la apología que de la venganza taliónica proclamó el candidato independiente que ahora se nos devela seguidor de Dracón. Inaudito, increíble para millones, sí, pero no sorprendente, si pensamos que procede de un candidato que llega a la contienda envuelto en la opacidad y cuestionado por un sector de magistrados del Tribunal Federal Electoral y por el mismo Instituto Nacional Electoral. Y si grave es que esto ocurra, tanto que uno se pregunta ¿es así como se espera ofrecer un proceso transparente y democrático que garantice en todo momento la paz? Lo peor es que la autoridad tolere a un candidato presentar un discurso semejante. Esto no es libertad de expresión. Es un antilogos que solo contribuye a fomentar más la descomposición social, impulsando la violencia como vía de respuesta, incoando deleznablemente la sed de venganza en una Nación en la que precisamente si algo priva es la impunidad ante una ausencia de justicia a cargo del Estado. Somos una Nación en la que los índices de insatisfacción y frustración, de ira y rencor, solo buscan encontrar en quién descargar su furia.

Tiempos difíciles enfrentamos, pero más lo serán si permitimos que se desborde la crisis social.

Por eso es grande nuestra tragedia: el espíritu de Orfeo está silente, su lira no suena más, su logos y su música están ausentes, dolientes. Por eso las bestias están despiertas y prestas al ataque. Es la noche de los tiempos y el caos reina, pero debemos confiar que Orfeo no nos abandonará. Estamos envueltos por la obscuridad. Esperemos que de ella surja la luz y que Fanes retorne junto con Orfeo para que Eros vuelva a reinar. ¿Cuándo será, cuándo renacerá el mundo? El tiempo de la anábasis está en nosotros.


bettyzanolli@hotmail.com

@BettyZanolli



Sí, Orfeo nos abandonó desde el momento en que nos hundimos en la obscuridad inframúndica de la catábasis y acallamos su logos y su música, su arte y su efluvio inspirador.

Comencemos por el logos que, como todos sabemos, es palabra y la palabra es la vía principal de comunicación, pero ¿realmente pensamos en lo que ésta representa hoy en día? Está visto que la palabra se ha diluido en el marasmo en el que hemos convertido al mundo. Un mundo en el que no solo hemos desvalorizado a la palabra, la hemos banalizado, prostituido, enrarecido, y con ello hemos privado a las nuevas generaciones de aquilatar la importancia y trascendencia de lo que el logos representa en sí. Y es que lo hemos dicho, el poder de la palabra es de tal magnitud, que podría bastar con que profiriéramos una para sanar o herir a otro, de modo que no se necesitara más para salvarlo o destruirlo. Sí, ése es el poder de la palabra, y esto va más allá de una mera metáfora de origen mítico. De la misma manera como la música es extensión del logos, con el que de igual forma comparte un mismo poder: el de lograr hacer entrar en armonía o desarmonía a la naturaleza. Solo que, si cabe la expresión, es la música manifestación que trasciende y sublima al propio logos originario al constituirse en un lenguaje universal, a tal grado que no solo permite la intercomunicación social sino también con todo lo que forma parte de lo que rodea al ser humano en la naturaleza.

Sin embargo, pocos son conscientes de ello y acaso nadie entre los políticos, porque de serlo, no permitirían que a la sociedad se le hablara con un antilogos promotor de la desarmonía en pleno. El ejemplo lo tenemos en que del modo más irresponsable se abusa de la palabra en los medios y ahora hasta en el primer debate presidencial es criminal. No podemos olvidar que si algo hoy caracteriza a los tiempos que vivimos es el cansancio, la inseguridad, el miedo, la violencia que día a día escalan hasta lo inimaginable. Basta leer las principales noticias, no solo de lo que publican los periódicos sino principalmente de lo que circula en las redes sociales, y no me refiero solo a las noticias falsas sino lamentablemente a las que nos hablan de nuestra realidad. El hombre se ha convertido en el más atroz, encarnizado y descarado carnicero del hombre. Todo límite ha sido roto. No hay más respeto por el otro. Todo tipo de tortura ha sido rebasado y lo más grave es que estamos iniciando un nuevo milenio y en la historia humana hasta ahora habíamos creído haber superado la bestialidad que a través de los milenios habíamos ido erradicando, pero ahora resulta que no: su cáncer estaba allí, agazapado, incubándose, listo para devastarnos.

Por ello, cuestionar por qué varios de los candidatos a la presidencia de la República despreciaron la oportunidad de exponer ante más de 13 millones de ciudadanos sus respectivas plataformas de gobierno y, en cambio, optaron por centrarse en denostar al contrincante que consideran puntero en la contienda, debería haber sido nuestra principal crítica. En cambio, quienes atestiguamos este espectáculo grotesco y pseudo político de pronto nos sentimos trasladados, en un instante, hasta los más remotos tiempos de la historia humana, cuando privaba la venganza privada. Tiempos que desde hace siglos creímos superados pero que ahora vemos continúan vivos en nuestro ADN, como lo prueba la apología que de la venganza taliónica proclamó el candidato independiente que ahora se nos devela seguidor de Dracón. Inaudito, increíble para millones, sí, pero no sorprendente, si pensamos que procede de un candidato que llega a la contienda envuelto en la opacidad y cuestionado por un sector de magistrados del Tribunal Federal Electoral y por el mismo Instituto Nacional Electoral. Y si grave es que esto ocurra, tanto que uno se pregunta ¿es así como se espera ofrecer un proceso transparente y democrático que garantice en todo momento la paz? Lo peor es que la autoridad tolere a un candidato presentar un discurso semejante. Esto no es libertad de expresión. Es un antilogos que solo contribuye a fomentar más la descomposición social, impulsando la violencia como vía de respuesta, incoando deleznablemente la sed de venganza en una Nación en la que precisamente si algo priva es la impunidad ante una ausencia de justicia a cargo del Estado. Somos una Nación en la que los índices de insatisfacción y frustración, de ira y rencor, solo buscan encontrar en quién descargar su furia.

Tiempos difíciles enfrentamos, pero más lo serán si permitimos que se desborde la crisis social.

Por eso es grande nuestra tragedia: el espíritu de Orfeo está silente, su lira no suena más, su logos y su música están ausentes, dolientes. Por eso las bestias están despiertas y prestas al ataque. Es la noche de los tiempos y el caos reina, pero debemos confiar que Orfeo no nos abandonará. Estamos envueltos por la obscuridad. Esperemos que de ella surja la luz y que Fanes retorne junto con Orfeo para que Eros vuelva a reinar. ¿Cuándo será, cuándo renacerá el mundo? El tiempo de la anábasis está en nosotros.


bettyzanolli@hotmail.com

@BettyZanolli