/ domingo 21 de febrero de 2021

Regular las redes sociales, los riesgos para la democracia

Por Alejandro Cárdenas López

El debate sobre la regulación de los medios digitales no es nuevo, pero ha generado mucho interés después de que se cancelaron las cuentas de diversas plataformas del ex presidente de Estado Unidos, Donald Trump, tras haber sido acusado de instigar a una turba para ingresar al Capitolio de su país en enero de este año.

Incluso dichos hechos, decantaron en México una oportunista iniciativa del senador de Morena, Ricardo Monreal, con el interés de “regular” las redes sociales. Ambos casos, tanto el de Trump como Monreal han desatado un debate intenso, pero pocos en México y el mundo previamente se han pronunciado cuando plataformas como Facebook, Twitter, YouTube y otras, han bloqueado y censurado otras cuentas, quizás menos populares, poderosas o polémicas.

Por ejemplo, en 2009 cuando Apple bloqueó las aplicaciones del iPhone sobre el Dalai Lama en la tienda virtual china junto con otras de corte político, tras una petición del gobierno de ese país. Lo mismo sucedió con el cuadro erótico del pintor Gustave Coubert, el cual fue retirado de Facebook por su contenido no apto, y hasta 2019, tras 8 años de una demanda que terminó en la corte francesa, Facebook aceptó no quitar dicho contenido.

La crítica a dichas plataformas va más allá de que decidan bloquear cuentas por sus “políticas internas”, sino que, asumen el papel de editores. Es decir, implantan nuevos estratos virtuales de soberanía supranacionales, donde deciden si los usuarios pueden subir o no fotos o contenidos en sus plataformas.

En contraste, hay políticos que buscan “poner orden” por los excesos de diversos medios digitales y sus usuarios con la bandera de la libertad de expresión, pero paradójicamente proponen minar la misma libertad de expresión. Pocos actúan en defensa de la privacidad, incluso son cómplices de la politización de datos personales, el espionaje virtual a enemigos políticos y la vigilancia masiva junto con las mismas corporaciones comerciales nacionales e internacionales a las que critican públicamente.

Europa ha asumido una postura que restringe más el poder de los gigantes tecnológicos, a diferencia de Estados Unidos, y sus orígenes buscaban frenar las prácticas abusivas y monopólicas de empresas como Google o Facebook a través de multas millonarias.

El sociólogo canadiense, Philip Howard profesor del Oxford Internet Institute, da su voto de confianza a la Unión Europea y afirma que han asumido un liderazgo importante y sus regulaciones podrían significan un efecto dominó en todo el mundo. Por ejemplo, señala, Facebook básicamente ha adoptado los estándares de sus políticas de privacidad que podrían reducir la influencia de la polarización y el discurso del odio y, por lo tanto, fortalecer las bases para un libre intercambio de ideas.

Lo anterior porque sería técnicamente difícil y, por lo tanto, costoso para empresas globales como Facebook, ofrecer diferentes estándares de servicio en las regiones del mundo, y aún sucede que pueden entrar en tensión con cada país, lo cual es la razón principal de la mayoría de las diferencias de criterios en los últimos años entre la plataforma y legislaciones locales, sobre todo en materia de libertad de expresión.

El riesgo de regular los medios digitales en México, implica los posibles “goles” que los legisladores mexicanos han propinado a la democracia históricamente, por ejemplo, al negociar en lo oscurito con la industria o los “cambios de última hora”, lo cual implica que se pueda echar por la borda los avances de las tecnologías digitales que han sido valiosas para la inclusión social y la mejor distribución de la riqueza de la humanidad.

Por la forma en que los legisladores de Morena han votado, por ejemplo, para desaparecer los fideicomisos sin un análisis real de su funcionamiento, se vislumbra una izquierda conservadora que no ofrece garantías de regulación de los medios digitales en beneficio de la ciudadanía, además de una oposición crispada y poco articulada que no representa aún un contrapeso real.

Pueden proponer alianzas con organismos internacionales y universidades para portarse a la altura de la realidad virtual que nos ha sobrepasado a todos: urge un nuevo pacto en la era digital para que se actualicen quienes entienden la política como clientelismo con leyes que imponen ideologías análogas que se desaparecieron hace décadas.

Sigamos el ejemplo del político y pensador Alemán, Peter Glotz quien generó a finales de los años ochenta el “Manifiesto por una nueva izquierda europea”, como una nueva ruta de que dio un respiro al progresismo en el mundo.

Esperemos que abran el debate de un nuevo esquema de regulatorio en el mundo digital y entiendan mejor la nueva relación de los medios digitales con la libertad de expresión, los derechos humanos y la democracia. Una forma diferente de comunicar en internet está en proceso de cambio y debe trascender a los partidos y gobiernos.


Doctor en Comunicación, profesor de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y director de Ibero 90.9.


Por Alejandro Cárdenas López

El debate sobre la regulación de los medios digitales no es nuevo, pero ha generado mucho interés después de que se cancelaron las cuentas de diversas plataformas del ex presidente de Estado Unidos, Donald Trump, tras haber sido acusado de instigar a una turba para ingresar al Capitolio de su país en enero de este año.

Incluso dichos hechos, decantaron en México una oportunista iniciativa del senador de Morena, Ricardo Monreal, con el interés de “regular” las redes sociales. Ambos casos, tanto el de Trump como Monreal han desatado un debate intenso, pero pocos en México y el mundo previamente se han pronunciado cuando plataformas como Facebook, Twitter, YouTube y otras, han bloqueado y censurado otras cuentas, quizás menos populares, poderosas o polémicas.

Por ejemplo, en 2009 cuando Apple bloqueó las aplicaciones del iPhone sobre el Dalai Lama en la tienda virtual china junto con otras de corte político, tras una petición del gobierno de ese país. Lo mismo sucedió con el cuadro erótico del pintor Gustave Coubert, el cual fue retirado de Facebook por su contenido no apto, y hasta 2019, tras 8 años de una demanda que terminó en la corte francesa, Facebook aceptó no quitar dicho contenido.

La crítica a dichas plataformas va más allá de que decidan bloquear cuentas por sus “políticas internas”, sino que, asumen el papel de editores. Es decir, implantan nuevos estratos virtuales de soberanía supranacionales, donde deciden si los usuarios pueden subir o no fotos o contenidos en sus plataformas.

En contraste, hay políticos que buscan “poner orden” por los excesos de diversos medios digitales y sus usuarios con la bandera de la libertad de expresión, pero paradójicamente proponen minar la misma libertad de expresión. Pocos actúan en defensa de la privacidad, incluso son cómplices de la politización de datos personales, el espionaje virtual a enemigos políticos y la vigilancia masiva junto con las mismas corporaciones comerciales nacionales e internacionales a las que critican públicamente.

Europa ha asumido una postura que restringe más el poder de los gigantes tecnológicos, a diferencia de Estados Unidos, y sus orígenes buscaban frenar las prácticas abusivas y monopólicas de empresas como Google o Facebook a través de multas millonarias.

El sociólogo canadiense, Philip Howard profesor del Oxford Internet Institute, da su voto de confianza a la Unión Europea y afirma que han asumido un liderazgo importante y sus regulaciones podrían significan un efecto dominó en todo el mundo. Por ejemplo, señala, Facebook básicamente ha adoptado los estándares de sus políticas de privacidad que podrían reducir la influencia de la polarización y el discurso del odio y, por lo tanto, fortalecer las bases para un libre intercambio de ideas.

Lo anterior porque sería técnicamente difícil y, por lo tanto, costoso para empresas globales como Facebook, ofrecer diferentes estándares de servicio en las regiones del mundo, y aún sucede que pueden entrar en tensión con cada país, lo cual es la razón principal de la mayoría de las diferencias de criterios en los últimos años entre la plataforma y legislaciones locales, sobre todo en materia de libertad de expresión.

El riesgo de regular los medios digitales en México, implica los posibles “goles” que los legisladores mexicanos han propinado a la democracia históricamente, por ejemplo, al negociar en lo oscurito con la industria o los “cambios de última hora”, lo cual implica que se pueda echar por la borda los avances de las tecnologías digitales que han sido valiosas para la inclusión social y la mejor distribución de la riqueza de la humanidad.

Por la forma en que los legisladores de Morena han votado, por ejemplo, para desaparecer los fideicomisos sin un análisis real de su funcionamiento, se vislumbra una izquierda conservadora que no ofrece garantías de regulación de los medios digitales en beneficio de la ciudadanía, además de una oposición crispada y poco articulada que no representa aún un contrapeso real.

Pueden proponer alianzas con organismos internacionales y universidades para portarse a la altura de la realidad virtual que nos ha sobrepasado a todos: urge un nuevo pacto en la era digital para que se actualicen quienes entienden la política como clientelismo con leyes que imponen ideologías análogas que se desaparecieron hace décadas.

Sigamos el ejemplo del político y pensador Alemán, Peter Glotz quien generó a finales de los años ochenta el “Manifiesto por una nueva izquierda europea”, como una nueva ruta de que dio un respiro al progresismo en el mundo.

Esperemos que abran el debate de un nuevo esquema de regulatorio en el mundo digital y entiendan mejor la nueva relación de los medios digitales con la libertad de expresión, los derechos humanos y la democracia. Una forma diferente de comunicar en internet está en proceso de cambio y debe trascender a los partidos y gobiernos.


Doctor en Comunicación, profesor de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y director de Ibero 90.9.