/ viernes 8 de marzo de 2019

Reindustrialización, a 100 días

Los primeros cien días de gobierno marcan, en cierta medida, el perfil de gobierno que nos espera seis años, más allá de las promesas de campaña y de cambio de régimen. Este periodo de tiempo ha puesto a prueba a los poderes del Estado y a los diferentes grupos de interés. Las reglas democráticas siguen siendo las mismas pero ahora simulan obedecer a una pirámide social invertida, con el estilo de gobierno y los principios que lo rigen migrando por un lado al neopopulismo que impulsa programas sociales con matices de nacionalismo económico y por otro lado mediante una gobernanza vertical que incluye a todos los sectores y que pone en una condición muy diferente de comunicación y concertación al sector empresarial.

Los cambios en los liderazgos de la cúpula empresarial representada por el CCE con la reinterpretación de liderazgo de Carlos Salazar Lomelin así como la renovación en la cámara industrial más grande y de genuina representación de la base productiva de este país, CANACINTRA, que encabezará Enoch Castellanos, un empresario de sólida solvencia moral y valientes arrestos, habrán de traer a la mesa del diálogo nuevos enfoques de contrapesos en el modelo de política industrial, conscientes de la necesidad de acompañar al gobierno en las transformaciones que se requieren para lograr un progreso social y bienestar económico.

Retomar la agenda PYME en este contexto resulta oportuno para lograr que en el Plan Nacional de Desarrollo y en la nueva reingeniería gubernamental, las instituciones de fomento económico tengan mayor especialización y capacidad para el rediseño de políticas económicas que eviten la depredación económica, la ruptura de las cadenas de valor y la desindustrialización del país.

La revisión de la política comercial de aperturismo a ultranza, como fue el caso de la negación de un TPP exponiendo sectores vulnerables a cambio de nada, favoreció la triangulación, el contrabando técnico, la subvaluación y otros mecanismos, que lejos de mejorar los precios, habilitó una competencia desleal de nuestra planta industrial con todo el mundo y que al cierre del 2018 traía la mayoría de las ramas manufactureras en contracción.

Al mismo tiempo, la política industrial favoreció ramas de la industria altamente globalizadas y su integración productiva en la denominada industria manufacturera de exportación. El régimen de maquila de exportación de importaciones hace de México una de las economías más exportadoras de manufacturas en el mundo, en las ramas automotriz, aeroespacial, ferroviaria y eléctrico-electrónico. Sin embargo, se descuidó la industria local y las ramas manufactureras exportadoras, como la cadena productiva de la moda que integra textil, vestido, calzado. O en el caso de la industria mueblera, que no sólo pierde mercado en EEUU sino en México. La industria química que se mantiene estancada, al menos veinte años, aun siendo un país productor de petróleo.

Reindustrializar el país, más allá del modelo de integración de América del Norte implica el reenfoque de las diferentes ramas de la industria, la sinergia interna entre políticas y mercados, así como una nueva organización industrial más enfocada a la productividad y cambio tecnológico.

Reindustrializar México también transita por priorizar las regiones que se detonarán o las regiones que se buscará consolidar al desarrollo manufacturero.

La revisión de la política comercial no podrá descontextualizar los tratados comerciales vigentes y en proceso de ratificación, los cuales plantean, al menos, una desgravación arancelaria a más del 70 % de las mercancías de los clasificadores. Es decir, que la competencia frontal con cero aranceles es una realidad para la mayoría de la industria en México.

Los cien primeros días de gobierno ratificaron el cambio de régimen, pero no han podido confirmar, que las estrategias del presidente, podrán consolidar crecimiento.

Los primeros cien días de gobierno marcan, en cierta medida, el perfil de gobierno que nos espera seis años, más allá de las promesas de campaña y de cambio de régimen. Este periodo de tiempo ha puesto a prueba a los poderes del Estado y a los diferentes grupos de interés. Las reglas democráticas siguen siendo las mismas pero ahora simulan obedecer a una pirámide social invertida, con el estilo de gobierno y los principios que lo rigen migrando por un lado al neopopulismo que impulsa programas sociales con matices de nacionalismo económico y por otro lado mediante una gobernanza vertical que incluye a todos los sectores y que pone en una condición muy diferente de comunicación y concertación al sector empresarial.

Los cambios en los liderazgos de la cúpula empresarial representada por el CCE con la reinterpretación de liderazgo de Carlos Salazar Lomelin así como la renovación en la cámara industrial más grande y de genuina representación de la base productiva de este país, CANACINTRA, que encabezará Enoch Castellanos, un empresario de sólida solvencia moral y valientes arrestos, habrán de traer a la mesa del diálogo nuevos enfoques de contrapesos en el modelo de política industrial, conscientes de la necesidad de acompañar al gobierno en las transformaciones que se requieren para lograr un progreso social y bienestar económico.

Retomar la agenda PYME en este contexto resulta oportuno para lograr que en el Plan Nacional de Desarrollo y en la nueva reingeniería gubernamental, las instituciones de fomento económico tengan mayor especialización y capacidad para el rediseño de políticas económicas que eviten la depredación económica, la ruptura de las cadenas de valor y la desindustrialización del país.

La revisión de la política comercial de aperturismo a ultranza, como fue el caso de la negación de un TPP exponiendo sectores vulnerables a cambio de nada, favoreció la triangulación, el contrabando técnico, la subvaluación y otros mecanismos, que lejos de mejorar los precios, habilitó una competencia desleal de nuestra planta industrial con todo el mundo y que al cierre del 2018 traía la mayoría de las ramas manufactureras en contracción.

Al mismo tiempo, la política industrial favoreció ramas de la industria altamente globalizadas y su integración productiva en la denominada industria manufacturera de exportación. El régimen de maquila de exportación de importaciones hace de México una de las economías más exportadoras de manufacturas en el mundo, en las ramas automotriz, aeroespacial, ferroviaria y eléctrico-electrónico. Sin embargo, se descuidó la industria local y las ramas manufactureras exportadoras, como la cadena productiva de la moda que integra textil, vestido, calzado. O en el caso de la industria mueblera, que no sólo pierde mercado en EEUU sino en México. La industria química que se mantiene estancada, al menos veinte años, aun siendo un país productor de petróleo.

Reindustrializar el país, más allá del modelo de integración de América del Norte implica el reenfoque de las diferentes ramas de la industria, la sinergia interna entre políticas y mercados, así como una nueva organización industrial más enfocada a la productividad y cambio tecnológico.

Reindustrializar México también transita por priorizar las regiones que se detonarán o las regiones que se buscará consolidar al desarrollo manufacturero.

La revisión de la política comercial no podrá descontextualizar los tratados comerciales vigentes y en proceso de ratificación, los cuales plantean, al menos, una desgravación arancelaria a más del 70 % de las mercancías de los clasificadores. Es decir, que la competencia frontal con cero aranceles es una realidad para la mayoría de la industria en México.

Los cien primeros días de gobierno ratificaron el cambio de régimen, pero no han podido confirmar, que las estrategias del presidente, podrán consolidar crecimiento.