/ domingo 10 de marzo de 2019

Repensar el legado carolingio

Dentro de la historia de la educación en la Alta Edad Media, uno de los cenáculos de mayor esplendor y trascendencia cultural, al grado de haber dado lugar al llamado “renacimiento carolingio”, fue la emblemática Escuela o Academia Palatina (ScholaPalatina) que fundó Carlo magno en Aquisgrán, la capital de su Imperio, en el año 782. El objetivo del emperador era elevar el nivel cultural de sussúbditos e impulsar el rescate y florecimiento de la cultura latina como eje de su Imperio. Sin embargo, lo que logró superó toda expectativa. La Escuela no solo se convirtió en promotora del modelo educativo estructurado en las siete artes clásicas desarrollado por Boecio, Casiodoro, San Isidoro de Sevilla y Beda el Venerable -de lo que derivaron el Trivium(gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium(aritmética, geometría, astronomía y música)-, sería además paradigma para el establecimiento de nuevos centros educativos a lo largo del Sacro Imperio RomanoGermánico, motor para la fundación de escuelas de enseñanza elemental generalizada que atendían a los menores desde la infancia (pueri palatini) hasta la adolescencia (juvens), germen de la institución educativa llamada “Caballería” -por la que se formaba a los distintos miembros de la sociedad real, desde el paje al caballero, inculcando cómo servir a los demás, particularmente a las damas, perseguidos y desamparados-, e impulso fundamental para el establecimiento de nuevas escuelas: de cantores, de cadetes al estilo bizantino y de diversos cenáculos de discípulos estructurados en torno al maestro.

El elegido para dar vida a este ambicioso proyecto fue el monje anglosajón Alcuino de York –conocido como “el hombre más sabio del mundo” en su tiempo, creador de la letra carolingia y a quien debemos la primera obra recreativa de matemáticas- quien integró para su encomienda a lo más selecto de la intelectualidad, un grupo cosmopolita de academici –como se denominaban- integrado por los abades francos Abelardo de Corbie y Angilbertode Saint Riqueur, notable poeta en torno al cual se reunían los literatos de la corte carolingia, además del conde aquitano Guillermo de Tolosa; los italianosPablo el Diácono, abad de Montecasino y originario de Friuli, célebre historiador de los longobardos y cuyo “Himno a san Juan Bautista”, serviría a Guido D’Arezzo para dar nombre a las notas musicales; Agobardo, el poeta y cronista Paulino de Aquilea, el gramático Pedro de Pisa, el visigodo abad de Fleury Teodulfo de Orleans, el literato más notable del renacimiento carolingio,y el también franco Eginardo, autor de la más famosa biografía del emperador: Vita Karoli Magni. Junto a ellos, los irlandeses Dungal, obispo de Fulda, el neoplatónico José Escoto Erígena y el helenista Clemente de Irlanda, mártir del catolicismo en tiempos de Carlos el Calvo; el benedictino Rabano Mauro llamado el Praeceptor Germanie, autor de tratados de moral y gramática, su alumno el poeta Walafrido Estrabón, el canciller Ercambaldo, el hispano Claudio, el monje de Aquitania Emoldo el Negro e Hincmar, arzobispo de Reims, a quien debemos uno de los máscélebres tratados del género speculi:De regis persona et regio ministerio.

Pero elegir a esta talla de personajes tenía una razón: en su EpístolaCCCVIII a Carlomagno le señala que si bien Dios le otorgó la potestas, para resolver cuestiones difíciles debía buscar el consejo de sus académicos, ya que estos no solo estaban para atender aspectos de filosofía o religión, sino también para orientar en los temas políticos (quaestionespalatinae). De ahí que los más notables humanistas de su tiempo, integrados a la Escuela palatina, integraran un aularenovata, letrada, una domus regiafilosofal en la que predominaba la poesía, las artes y la filosofía, pues como bien lo refería siglos atrás Boecio: solo un estado regido por filósofos podría ser perfecto.

Ante este panorama ¿porqué evocar justamente hoy a la Academia Palatina? Porque a más de 1200 años de distancia, su ejemplo es cátedra viva de que los grandes proyectos son el resultado de la suma gradual, consciente y comprometida del esfuerzo colectivo y su éxito: proporcional a la receptividad social. Cuando Carlo magno se entronizó, la nobleza laica no estaba lejos de la barbarie. Una generación después, la realidad era otra. ¿Qué sucedió? El renacimiento carolingio rompió el cerco eclesiástico que por siglos había resguardado y concentrado al saber, posibilitando con ello la socialización del conocimiento y la movilidad social. El emperador había intuido lo importante que es la educación y la difusión de la cultura para lograr la transformación de un pueblo, pero lo más importante: lo hizo convencido de ello, apoyándose en los mejores y a partir de un plan que buscó con base en una misma educación, leyes (AdmonitioGeneralis) y soporte espiritual, a los hombres nuevos de la nueva sociedad futura.¡Cuánto nos hace falta volver a la historia!


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli

Dentro de la historia de la educación en la Alta Edad Media, uno de los cenáculos de mayor esplendor y trascendencia cultural, al grado de haber dado lugar al llamado “renacimiento carolingio”, fue la emblemática Escuela o Academia Palatina (ScholaPalatina) que fundó Carlo magno en Aquisgrán, la capital de su Imperio, en el año 782. El objetivo del emperador era elevar el nivel cultural de sussúbditos e impulsar el rescate y florecimiento de la cultura latina como eje de su Imperio. Sin embargo, lo que logró superó toda expectativa. La Escuela no solo se convirtió en promotora del modelo educativo estructurado en las siete artes clásicas desarrollado por Boecio, Casiodoro, San Isidoro de Sevilla y Beda el Venerable -de lo que derivaron el Trivium(gramática, retórica y dialéctica) y el Quadrivium(aritmética, geometría, astronomía y música)-, sería además paradigma para el establecimiento de nuevos centros educativos a lo largo del Sacro Imperio RomanoGermánico, motor para la fundación de escuelas de enseñanza elemental generalizada que atendían a los menores desde la infancia (pueri palatini) hasta la adolescencia (juvens), germen de la institución educativa llamada “Caballería” -por la que se formaba a los distintos miembros de la sociedad real, desde el paje al caballero, inculcando cómo servir a los demás, particularmente a las damas, perseguidos y desamparados-, e impulso fundamental para el establecimiento de nuevas escuelas: de cantores, de cadetes al estilo bizantino y de diversos cenáculos de discípulos estructurados en torno al maestro.

El elegido para dar vida a este ambicioso proyecto fue el monje anglosajón Alcuino de York –conocido como “el hombre más sabio del mundo” en su tiempo, creador de la letra carolingia y a quien debemos la primera obra recreativa de matemáticas- quien integró para su encomienda a lo más selecto de la intelectualidad, un grupo cosmopolita de academici –como se denominaban- integrado por los abades francos Abelardo de Corbie y Angilbertode Saint Riqueur, notable poeta en torno al cual se reunían los literatos de la corte carolingia, además del conde aquitano Guillermo de Tolosa; los italianosPablo el Diácono, abad de Montecasino y originario de Friuli, célebre historiador de los longobardos y cuyo “Himno a san Juan Bautista”, serviría a Guido D’Arezzo para dar nombre a las notas musicales; Agobardo, el poeta y cronista Paulino de Aquilea, el gramático Pedro de Pisa, el visigodo abad de Fleury Teodulfo de Orleans, el literato más notable del renacimiento carolingio,y el también franco Eginardo, autor de la más famosa biografía del emperador: Vita Karoli Magni. Junto a ellos, los irlandeses Dungal, obispo de Fulda, el neoplatónico José Escoto Erígena y el helenista Clemente de Irlanda, mártir del catolicismo en tiempos de Carlos el Calvo; el benedictino Rabano Mauro llamado el Praeceptor Germanie, autor de tratados de moral y gramática, su alumno el poeta Walafrido Estrabón, el canciller Ercambaldo, el hispano Claudio, el monje de Aquitania Emoldo el Negro e Hincmar, arzobispo de Reims, a quien debemos uno de los máscélebres tratados del género speculi:De regis persona et regio ministerio.

Pero elegir a esta talla de personajes tenía una razón: en su EpístolaCCCVIII a Carlomagno le señala que si bien Dios le otorgó la potestas, para resolver cuestiones difíciles debía buscar el consejo de sus académicos, ya que estos no solo estaban para atender aspectos de filosofía o religión, sino también para orientar en los temas políticos (quaestionespalatinae). De ahí que los más notables humanistas de su tiempo, integrados a la Escuela palatina, integraran un aularenovata, letrada, una domus regiafilosofal en la que predominaba la poesía, las artes y la filosofía, pues como bien lo refería siglos atrás Boecio: solo un estado regido por filósofos podría ser perfecto.

Ante este panorama ¿porqué evocar justamente hoy a la Academia Palatina? Porque a más de 1200 años de distancia, su ejemplo es cátedra viva de que los grandes proyectos son el resultado de la suma gradual, consciente y comprometida del esfuerzo colectivo y su éxito: proporcional a la receptividad social. Cuando Carlo magno se entronizó, la nobleza laica no estaba lejos de la barbarie. Una generación después, la realidad era otra. ¿Qué sucedió? El renacimiento carolingio rompió el cerco eclesiástico que por siglos había resguardado y concentrado al saber, posibilitando con ello la socialización del conocimiento y la movilidad social. El emperador había intuido lo importante que es la educación y la difusión de la cultura para lograr la transformación de un pueblo, pero lo más importante: lo hizo convencido de ello, apoyándose en los mejores y a partir de un plan que buscó con base en una misma educación, leyes (AdmonitioGeneralis) y soporte espiritual, a los hombres nuevos de la nueva sociedad futura.¡Cuánto nos hace falta volver a la historia!


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli