/ jueves 13 de diciembre de 2018

Republicanos en modo autoritario

Si quieren entender qué está sucediéndole a Estados Unidos, el libro que realmente necesitan leer es “How Democracies Die” de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Como bien señalan los autores —ambos catedráticos de Gobierno en Harvard—, en décadas recientes varias naciones que se autodefinen como democráticas se han vuelto Estados autoritarios de facto donde gobierna un solo partido. Sin embargo, en ninguna de estas naciones ha habido un golpe militar clásico, con tanques en las calles.

Hemos visto, son golpes de Estado mucho más sutiles: se intimida o controla a los medios de comunicación; hay elecciones manipuladas que privan del derecho al voto a los electores de la oposición; nuevas reglas del juego que otorgan al partido gobernante un control abrumador incluso si pierde el voto popular; y tribunales corruptos.

Como afirman Levitsky y Ziblatt, los estados, los cuales el magistrado Louis Brandeis afirmó de manera célebre que eran los laboratorios de la democracia, “están en peligro de convertirse en laboratorios del autoritarismo, a medida que los que están en el poder reescriben las reglas electorales, diseñan los distritos electorales a su antojo e incluso retiran el derecho al voto para asegurarse de no perder”.

Por ende, las purgas de electores y la restricción deliberada del acceso a las minorías a las urnas se ha vuelto una práctica habitual en buena parte de Estados Unidos. ¿Acaso habría ganado Brian Kemp, gobernador electo de Georgia —quien supervisó su propia elección como secretario estatal— sin esas acciones? Lo más seguro es que no.

Además, el Partido Republicano ha participado en fraudes electorales extremos. Algunas personas se sienten tranquilas por el hecho de que la victoria abrumadora de los demócratas con el voto popular en la Cámara de Representantes se tradujo, de hecho, en una mayoría equiparable en las curules obtenidas. No obstante, uno se queda menos tranquilo al observar lo que ocurrió a nivel estatal, donde a menudo los votos no se reflejaron en términos de control de legislaturas estatales.

Hablemos, en específico, sobre lo que está ocurriendo en Wisconsin.

Ha habido una buena cantidad de reportajes sobre la toma de poder que en este momento se está dando en Madison. Luego de perder casi todas las elecciones a nivel estatal en Wisconsin el mes pasado, los republicanos están usando las sesiones de la legislatura saliente para limitar considerablemente el poder de los puestos que perdieron, manteniendo en la práctica el gobierno del estado en manos de una legislatura controlada por el Partido Republicano.

En otras palabras, Wisconsin se está convirtiendo en la Hungría de los Grandes Lagos, un estado que puede tener elecciones, pero donde las elecciones no importan, porque el partido gobernante conserva el control sin importar lo que hagan los electores.

El hecho es que el Partido Republicano, como está constituido en este momento, está dispuesto a cualquier cosa para hacerse del poder y conservarlo. Mientras eso siga siendo así, y los republicanos sigan siendo políticamente competitivos, estaremos a una elección de perder la democracia en Estados Unidos.

Si quieren entender qué está sucediéndole a Estados Unidos, el libro que realmente necesitan leer es “How Democracies Die” de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Como bien señalan los autores —ambos catedráticos de Gobierno en Harvard—, en décadas recientes varias naciones que se autodefinen como democráticas se han vuelto Estados autoritarios de facto donde gobierna un solo partido. Sin embargo, en ninguna de estas naciones ha habido un golpe militar clásico, con tanques en las calles.

Hemos visto, son golpes de Estado mucho más sutiles: se intimida o controla a los medios de comunicación; hay elecciones manipuladas que privan del derecho al voto a los electores de la oposición; nuevas reglas del juego que otorgan al partido gobernante un control abrumador incluso si pierde el voto popular; y tribunales corruptos.

Como afirman Levitsky y Ziblatt, los estados, los cuales el magistrado Louis Brandeis afirmó de manera célebre que eran los laboratorios de la democracia, “están en peligro de convertirse en laboratorios del autoritarismo, a medida que los que están en el poder reescriben las reglas electorales, diseñan los distritos electorales a su antojo e incluso retiran el derecho al voto para asegurarse de no perder”.

Por ende, las purgas de electores y la restricción deliberada del acceso a las minorías a las urnas se ha vuelto una práctica habitual en buena parte de Estados Unidos. ¿Acaso habría ganado Brian Kemp, gobernador electo de Georgia —quien supervisó su propia elección como secretario estatal— sin esas acciones? Lo más seguro es que no.

Además, el Partido Republicano ha participado en fraudes electorales extremos. Algunas personas se sienten tranquilas por el hecho de que la victoria abrumadora de los demócratas con el voto popular en la Cámara de Representantes se tradujo, de hecho, en una mayoría equiparable en las curules obtenidas. No obstante, uno se queda menos tranquilo al observar lo que ocurrió a nivel estatal, donde a menudo los votos no se reflejaron en términos de control de legislaturas estatales.

Hablemos, en específico, sobre lo que está ocurriendo en Wisconsin.

Ha habido una buena cantidad de reportajes sobre la toma de poder que en este momento se está dando en Madison. Luego de perder casi todas las elecciones a nivel estatal en Wisconsin el mes pasado, los republicanos están usando las sesiones de la legislatura saliente para limitar considerablemente el poder de los puestos que perdieron, manteniendo en la práctica el gobierno del estado en manos de una legislatura controlada por el Partido Republicano.

En otras palabras, Wisconsin se está convirtiendo en la Hungría de los Grandes Lagos, un estado que puede tener elecciones, pero donde las elecciones no importan, porque el partido gobernante conserva el control sin importar lo que hagan los electores.

El hecho es que el Partido Republicano, como está constituido en este momento, está dispuesto a cualquier cosa para hacerse del poder y conservarlo. Mientras eso siga siendo así, y los republicanos sigan siendo políticamente competitivos, estaremos a una elección de perder la democracia en Estados Unidos.