/ viernes 20 de octubre de 2017

Respaldo social al crimen organizado

Desde hace algunos días, quizá semanas, he estado leyendo en distintos periódicos en sus sitios de internet, reportajes, testimonios, entrevistas e incluso, he visto algunos videos, que dejan ver una serie de evidencias muy preocupantes. Desde el concurrido sepelio de un malhadado líder del crimen organizado en la delegación de Tláhuac, hasta las exequias de otros jefe delictivo del barrio de Tepito, pasando por la exhibición desafiante y cínica de numerosos grupos delictivos que se envían “mensajes” y amenazas de muerte, no me queda duda de que el principal daño que ha generado nuestra pendiente de violencia y debilitamiento del Estado, es la tolerancia, convivencia, aceptación (sea por miedo, incluso) y por último, apoyo a las expresiones criminales. Organizadas o no. Ser criminal, se ha vuelto un “estilo de vida”.

De los graves perjuicios hechos a lo largo de tantos años, sin duda que la depredación  moral de los valores que fomentan el funcionamiento de los sistemas sociales, es el más grave. Pero también demuestra sin ambages, la creciente debilidad estructural del Estado mexicano; ya no cabe argumentar respecto de la incuestionable irresponsabilidad de autoridades locales. Estamos ante una crisis de dimensiones que sólo el paso de los años, nos demostrará lo que Niklas Luhmann llamaba con acierto, el “punto ciego” de la visión que las sociedades tienen sobre su presente. Es decir, que tendremos que padecer aún, mayores daños (morales, patrimoniales, entre otros) antes de recuperar el camino de la convivencia, la paz y plena vigencia del Estado de derecho. O al menos, a eso debiéramos aspirar.

Deterioros como el valor del trabajo honrado como fuente única y exclusiva de manutención y orgullo por ser productivo, ha caído en desuso en amplios sectores sociales. Y no sólo de jóvenes frustrados que una vez terminados sus estudios, técnicos o profesionales, sólo encuentran trabajos mal pagados y sin beneficios compensatorios. Numerosos adultos, de entre 40 a 50 años, que encabezan las organizaciones criminales, les han abierto el camino a esa juventud que ve en la acumulación de riqueza el principal o único motivo para evidenciar el supuesto triunfo en la vida. Revisemos por favor, los reportajes gràficos para darnos cuenta de la profundidad de la crisis de valores que vive nuestro país.

Y no se trata de reivindicar una argumentación conservadora o liberal; los valores son el principal recurso que tiene una sociedad, organización institución y Nación, para garantizar la convivencia entre la amplia diversidad de expresiones que individuos y colectivos. Por eso, las cotidianas y supuestas nimeas prácticas de ilegalidad, cuando se cuentan por miles, todos los días por todo el país, nos podemos explicar en mala hora, la situación por la que atravesamos. Al encontrarnos en un histórico y complejo proceso electoral, la consistencia y viabilidad de las propuestas de partidos y candidatos, en materia de seguridad pública, pueden ejecer un buen punto de arranque para cambiar.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

Desde hace algunos días, quizá semanas, he estado leyendo en distintos periódicos en sus sitios de internet, reportajes, testimonios, entrevistas e incluso, he visto algunos videos, que dejan ver una serie de evidencias muy preocupantes. Desde el concurrido sepelio de un malhadado líder del crimen organizado en la delegación de Tláhuac, hasta las exequias de otros jefe delictivo del barrio de Tepito, pasando por la exhibición desafiante y cínica de numerosos grupos delictivos que se envían “mensajes” y amenazas de muerte, no me queda duda de que el principal daño que ha generado nuestra pendiente de violencia y debilitamiento del Estado, es la tolerancia, convivencia, aceptación (sea por miedo, incluso) y por último, apoyo a las expresiones criminales. Organizadas o no. Ser criminal, se ha vuelto un “estilo de vida”.

De los graves perjuicios hechos a lo largo de tantos años, sin duda que la depredación  moral de los valores que fomentan el funcionamiento de los sistemas sociales, es el más grave. Pero también demuestra sin ambages, la creciente debilidad estructural del Estado mexicano; ya no cabe argumentar respecto de la incuestionable irresponsabilidad de autoridades locales. Estamos ante una crisis de dimensiones que sólo el paso de los años, nos demostrará lo que Niklas Luhmann llamaba con acierto, el “punto ciego” de la visión que las sociedades tienen sobre su presente. Es decir, que tendremos que padecer aún, mayores daños (morales, patrimoniales, entre otros) antes de recuperar el camino de la convivencia, la paz y plena vigencia del Estado de derecho. O al menos, a eso debiéramos aspirar.

Deterioros como el valor del trabajo honrado como fuente única y exclusiva de manutención y orgullo por ser productivo, ha caído en desuso en amplios sectores sociales. Y no sólo de jóvenes frustrados que una vez terminados sus estudios, técnicos o profesionales, sólo encuentran trabajos mal pagados y sin beneficios compensatorios. Numerosos adultos, de entre 40 a 50 años, que encabezan las organizaciones criminales, les han abierto el camino a esa juventud que ve en la acumulación de riqueza el principal o único motivo para evidenciar el supuesto triunfo en la vida. Revisemos por favor, los reportajes gràficos para darnos cuenta de la profundidad de la crisis de valores que vive nuestro país.

Y no se trata de reivindicar una argumentación conservadora o liberal; los valores son el principal recurso que tiene una sociedad, organización institución y Nación, para garantizar la convivencia entre la amplia diversidad de expresiones que individuos y colectivos. Por eso, las cotidianas y supuestas nimeas prácticas de ilegalidad, cuando se cuentan por miles, todos los días por todo el país, nos podemos explicar en mala hora, la situación por la que atravesamos. Al encontrarnos en un histórico y complejo proceso electoral, la consistencia y viabilidad de las propuestas de partidos y candidatos, en materia de seguridad pública, pueden ejecer un buen punto de arranque para cambiar.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso