/ domingo 10 de junio de 2018

Retornar al pasado no es anatema

En unas horas tendrá lugar el tercer debate entre los candidatos a la presidencia de la República. Entre sus temas: crecimiento económico, pobreza y desigualdad. Cada uno: una problemática monstruosa de mil cabezas por resolver, producto de décadas de criminal abandono, despojo, negligencia y corrupción que difícilmente podrán ser resueltas en el corto plazo, aun teniendo la mejor de las intenciones, de ahí que cuando se nos advierte: “no regresar al pasado”, esto solo puede evidenciar desde la perspectiva histórica dos cosas, más allá de toda consideración de índole política: un profundo desprecio justamente por la historia nacido de la ignorancia o una perversa manipulación de las voluntades, porque de voltear hacia atrás, nos daríamos cuenta que en otros tiempos la realidad nacional fue mejor en muchos aspectos.

Los grandes problemas nacionales que agobiaban al México que nacía al siglo XX y a los que hace más de un siglo aludiera Andrés Molina Enríquez, en la actualidad no solo subsisten, se han multiplicado, profundizado y exponenciado. A más de un siglo de distancia de esa Patria anhelante, esperanzada, idealista, que se volcaba por construir una nueva Nación a costa de padecer una lucha armada; de esa sociedad que logró remontar la recesión interna derivada de dicho conflicto; que superó el impacto generado por la depresión de 1929 y que logró salir robustecido a pesar de las dos guerras mundiales que azotaron al orbe, hoy tenemos un México desgarrado, dividido, despojado, acosado, violentado, que a duras penas sobrevive y que solo la esperanza de poder algún día aspirar a un futuro distinto lo mantiene de pie.

Allí los indicadores económicos, apabullantes y dolorosos, que hablan por sí solos. Entre 1934 y 1982, la tasa promedio anual (TPA) de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) pasó del 4.52% al 6.51%, habiendo llegado al 6.75% durante el sombrío sexenio de Díaz Ordaz, mientras el incremento del PIB per cápita (PIBpc) pasó del 18.02% al 24.36%. Eran las décadas del milagro mexicano. Sin embargo, éste desapareció, lo fulminamos.

En 1982 la TPA cayó al 0.18% en tanto que el PIBpc se precipitó al -10.07%, no pudiendo remontarse jamás desde entonces a los niveles anteriores. Con Salinas el aumento de la TPA no llegó al 4%, con Zedillo apenas rebasó el 3% y con Fox, Calderón y Peña Nieto, con todo y sus reformas estructurales, se redujo todavía a la mitad, apenas alcanzando el 2%, en tanto que el PIBpc que con Salinas remontó al 12%, no tardó en contraerse al 11% con Zedillo, precipitándose con Fox al 4.47% hasta desplomarse con Calderón y Peña Nieto al 2.02%. ¿Qué quiere decir esto? Que la tasa de crecimiento/país ha sido en los últimos 12 años menor al 10% de lo que había sido a lo largo de más de medio siglo.

Sí, la historia reciente habla y habla mucho, demasiado, de nuestros errores. Por ejemplo, la paridad del peso frente al dólar, 1 a 1 en 1900, para 1940 alcanzó los 4.85 pesos, con Ruiz Cortines aumentó a 12.50 pesos y de allí hasta Echeverría con quien llegó a 22 pesos por dólar. A partir de entonces, la devaluación ha masacrado a nuestro país: con López Portillo llegó casi al 900%, con Zedillo al 175% y con Salinas de Gortari fue del 50%, en tanto que el dólar ha vuelto a rebasar los 22 pesos por dólar. La diferencia: debemos agregar los tres ceros que el salinato le suprimió, esto es, de 1 peso por dólar en 1900, ahora realmente hemos llegado a pagar más de 22 mil pesos, lo que representa un millón porcentual de incremento en su valor.

En el tema de la desigualdad: indígenas, población de menores recursos y mujeres la padecen, pero el sector más vulnerable son los menores de edad. De acuerdo con el Informe Anual 2017 de la UNICEF, el 51.1% de niños y adolescentes (19.6 millones de menores de edad) vive en situación de pobreza y de ellos, 2 de cada 10 en pobreza extrema. Por su parte, 6 de cada 10 niños, no tiene acceso a la seguridad social y 2 de cada 10 menores de 5 años de edad pertenecientes a zonas rurales se encuentra desnutrido. Ello significa que más de la mitad de nuestros niños y adolescentes no pueden gozar de sus derechos fundamentales. Somos además, a nivel latinoamericano, el país que menor gasto público y por niño tenemos destinado y en el marco del conjunto de países pertenecientes a la OCDE, el de mayor desigualdad, al ganar -conservadoramente- el 10% de la población con mayores recursos 20 veces más que el 10% más pobre, ya no digamos lo que percibe el 1.5% de la población mexicana ubicado en el pináculo de la pirámide social. Ello sin contar que en México la tasa de movilidad ascendente es de las más bajas en el mundo, de tal forma que el 98% de las personas está sentenciada a no poder escalar jamás socialmente.

Ante semejante panorama, del que solo pinceladas hemos dibujado ¿qué dirán los candidatos el próximo martes en su último debate? ¿Cuál reconocerán como el principal problema que enfrenta México: corrupción, impunidad, pobreza, desigualdad, inseguridad, violencia, psicopatía, criminalidad? En realidad todos estos fenómenos son aristas de él. Subyace a todos ellos uno en particular: la falta cruenta y cada vez más aguda de valores, ante cuya ausencia, el resto no es sino su atroz consecuencia.


bettyzanolli@hotmail.com

@BettyZanolli


En unas horas tendrá lugar el tercer debate entre los candidatos a la presidencia de la República. Entre sus temas: crecimiento económico, pobreza y desigualdad. Cada uno: una problemática monstruosa de mil cabezas por resolver, producto de décadas de criminal abandono, despojo, negligencia y corrupción que difícilmente podrán ser resueltas en el corto plazo, aun teniendo la mejor de las intenciones, de ahí que cuando se nos advierte: “no regresar al pasado”, esto solo puede evidenciar desde la perspectiva histórica dos cosas, más allá de toda consideración de índole política: un profundo desprecio justamente por la historia nacido de la ignorancia o una perversa manipulación de las voluntades, porque de voltear hacia atrás, nos daríamos cuenta que en otros tiempos la realidad nacional fue mejor en muchos aspectos.

Los grandes problemas nacionales que agobiaban al México que nacía al siglo XX y a los que hace más de un siglo aludiera Andrés Molina Enríquez, en la actualidad no solo subsisten, se han multiplicado, profundizado y exponenciado. A más de un siglo de distancia de esa Patria anhelante, esperanzada, idealista, que se volcaba por construir una nueva Nación a costa de padecer una lucha armada; de esa sociedad que logró remontar la recesión interna derivada de dicho conflicto; que superó el impacto generado por la depresión de 1929 y que logró salir robustecido a pesar de las dos guerras mundiales que azotaron al orbe, hoy tenemos un México desgarrado, dividido, despojado, acosado, violentado, que a duras penas sobrevive y que solo la esperanza de poder algún día aspirar a un futuro distinto lo mantiene de pie.

Allí los indicadores económicos, apabullantes y dolorosos, que hablan por sí solos. Entre 1934 y 1982, la tasa promedio anual (TPA) de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) pasó del 4.52% al 6.51%, habiendo llegado al 6.75% durante el sombrío sexenio de Díaz Ordaz, mientras el incremento del PIB per cápita (PIBpc) pasó del 18.02% al 24.36%. Eran las décadas del milagro mexicano. Sin embargo, éste desapareció, lo fulminamos.

En 1982 la TPA cayó al 0.18% en tanto que el PIBpc se precipitó al -10.07%, no pudiendo remontarse jamás desde entonces a los niveles anteriores. Con Salinas el aumento de la TPA no llegó al 4%, con Zedillo apenas rebasó el 3% y con Fox, Calderón y Peña Nieto, con todo y sus reformas estructurales, se redujo todavía a la mitad, apenas alcanzando el 2%, en tanto que el PIBpc que con Salinas remontó al 12%, no tardó en contraerse al 11% con Zedillo, precipitándose con Fox al 4.47% hasta desplomarse con Calderón y Peña Nieto al 2.02%. ¿Qué quiere decir esto? Que la tasa de crecimiento/país ha sido en los últimos 12 años menor al 10% de lo que había sido a lo largo de más de medio siglo.

Sí, la historia reciente habla y habla mucho, demasiado, de nuestros errores. Por ejemplo, la paridad del peso frente al dólar, 1 a 1 en 1900, para 1940 alcanzó los 4.85 pesos, con Ruiz Cortines aumentó a 12.50 pesos y de allí hasta Echeverría con quien llegó a 22 pesos por dólar. A partir de entonces, la devaluación ha masacrado a nuestro país: con López Portillo llegó casi al 900%, con Zedillo al 175% y con Salinas de Gortari fue del 50%, en tanto que el dólar ha vuelto a rebasar los 22 pesos por dólar. La diferencia: debemos agregar los tres ceros que el salinato le suprimió, esto es, de 1 peso por dólar en 1900, ahora realmente hemos llegado a pagar más de 22 mil pesos, lo que representa un millón porcentual de incremento en su valor.

En el tema de la desigualdad: indígenas, población de menores recursos y mujeres la padecen, pero el sector más vulnerable son los menores de edad. De acuerdo con el Informe Anual 2017 de la UNICEF, el 51.1% de niños y adolescentes (19.6 millones de menores de edad) vive en situación de pobreza y de ellos, 2 de cada 10 en pobreza extrema. Por su parte, 6 de cada 10 niños, no tiene acceso a la seguridad social y 2 de cada 10 menores de 5 años de edad pertenecientes a zonas rurales se encuentra desnutrido. Ello significa que más de la mitad de nuestros niños y adolescentes no pueden gozar de sus derechos fundamentales. Somos además, a nivel latinoamericano, el país que menor gasto público y por niño tenemos destinado y en el marco del conjunto de países pertenecientes a la OCDE, el de mayor desigualdad, al ganar -conservadoramente- el 10% de la población con mayores recursos 20 veces más que el 10% más pobre, ya no digamos lo que percibe el 1.5% de la población mexicana ubicado en el pináculo de la pirámide social. Ello sin contar que en México la tasa de movilidad ascendente es de las más bajas en el mundo, de tal forma que el 98% de las personas está sentenciada a no poder escalar jamás socialmente.

Ante semejante panorama, del que solo pinceladas hemos dibujado ¿qué dirán los candidatos el próximo martes en su último debate? ¿Cuál reconocerán como el principal problema que enfrenta México: corrupción, impunidad, pobreza, desigualdad, inseguridad, violencia, psicopatía, criminalidad? En realidad todos estos fenómenos son aristas de él. Subyace a todos ellos uno en particular: la falta cruenta y cada vez más aguda de valores, ante cuya ausencia, el resto no es sino su atroz consecuencia.


bettyzanolli@hotmail.com

@BettyZanolli