/ miércoles 8 de diciembre de 2021

Retos de la movilidad en personas con discapacidad

Estamos aún a gran distancia de desarrollar una ciudad incluyente para las personas con discapacidad, a pesar de que en los últimos años se ha avanzado en instituciones, criterios e infraestructura. Uno de los grandes retos, a mi juicio, es hacer que prevalezca la perspectiva de inclusión de las personas con discapacidad, a pesar de otros intereses en las agendas.

Por ejemplo. México cuenta con características orográficas e históricas que hacen difícil la movilidad de las personas con discapacidad. En ciudades con trazas empedradas como San Miguel Allende o Real de Catorce, será más difícil lograr criterios de accesibilidad universal, que en ciudades planas como Mérida o Cancún. Aún así, en estas ciudades y en prácticamente todas las demás, se ha dado preferencia al automóvil y esto ha mantenido encerradas a las personas con discapacidad. Es muy difícil la movilidad con autonomía cuando hay limitaciones motrices o visuales.

En Ciudad de México también existen barrios cuyas calles empedradas forman parte de su esencia: Chimalistac, Oxtopulco, San Ángel, Santa Catarina, Tepepan, Tlacopac, por mencionar algunos. ¿Deberíamos retirar las piedras para permitir el libre paso de las personas con discapacidad? No me atrevería a hacer tal propuesta, pero sin duda alguna las personas con discapacidad poseen derechos inherentes a su persona y tienen mucho que decir acerca de cómo ser incluidos por la ciudad.

No es el único caso. Muchas vialidades primarias carecen de banquetas suficientes para el libre paso de sillas de ruedas. ¿Sería válido quitar un carril a Constituyentes para incluir a las personas con discapacidad? Si esto ocurriera, cualquier gobierno recibiría grandes críticas y pocos elogios. No hace mucho se cambiaron las banquetas de Avenida Universidad en el tramo expuesto del Río Magdalena, pero carecen de ancho suficiente para que transiten personas en silla de ruedas o con carriolas. La única manera de lograrlo era eliminando uno de los cuatro carriles, algo difícil para los actuales criterios de la ciudad, no los que deberían prevalecer.

También hay colonias con pendientes pronunciadas, donde adultos mayores quedan excluidos de la ciudad cuando enfrentan limitaciones, además de las personas con discapacidad carentes de automóvil. Existen calles en las que jamás habrá banquetas del tamaño suficiente para el paso de andaderas, sillas de ruedas ni para la colocación de guías podotáctiles.

Aún existen grandes retos y definiciones pendientes. Seguramente son tantas las calles en las que es necesario y sencillo dotar de infraestructura para personas con discapacidad, que intervenciones específicas en vialidades transitadas o calles atípicas, podrían venir después. Sin embargo, lo que es imperante hacer es que las personas con alguna limitación física, sea motriz o visual, formen parte de los grandes planes de nuestra ciudad y nuestro país.

Hasta aquí no hemos hablado del reto mismo del transporte público, donde si bien hay que reconocer avances de las últimas administraciones capitalinas, seguimos lejos de contar con transporte público 100% accesible.

Parte de nuestro problema de exclusión a las personas con discapacidad está en que son muy pocas las que participan en las deliberaciones de los temas de ciudad, y esto también es un gran reto democrático.


Estamos aún a gran distancia de desarrollar una ciudad incluyente para las personas con discapacidad, a pesar de que en los últimos años se ha avanzado en instituciones, criterios e infraestructura. Uno de los grandes retos, a mi juicio, es hacer que prevalezca la perspectiva de inclusión de las personas con discapacidad, a pesar de otros intereses en las agendas.

Por ejemplo. México cuenta con características orográficas e históricas que hacen difícil la movilidad de las personas con discapacidad. En ciudades con trazas empedradas como San Miguel Allende o Real de Catorce, será más difícil lograr criterios de accesibilidad universal, que en ciudades planas como Mérida o Cancún. Aún así, en estas ciudades y en prácticamente todas las demás, se ha dado preferencia al automóvil y esto ha mantenido encerradas a las personas con discapacidad. Es muy difícil la movilidad con autonomía cuando hay limitaciones motrices o visuales.

En Ciudad de México también existen barrios cuyas calles empedradas forman parte de su esencia: Chimalistac, Oxtopulco, San Ángel, Santa Catarina, Tepepan, Tlacopac, por mencionar algunos. ¿Deberíamos retirar las piedras para permitir el libre paso de las personas con discapacidad? No me atrevería a hacer tal propuesta, pero sin duda alguna las personas con discapacidad poseen derechos inherentes a su persona y tienen mucho que decir acerca de cómo ser incluidos por la ciudad.

No es el único caso. Muchas vialidades primarias carecen de banquetas suficientes para el libre paso de sillas de ruedas. ¿Sería válido quitar un carril a Constituyentes para incluir a las personas con discapacidad? Si esto ocurriera, cualquier gobierno recibiría grandes críticas y pocos elogios. No hace mucho se cambiaron las banquetas de Avenida Universidad en el tramo expuesto del Río Magdalena, pero carecen de ancho suficiente para que transiten personas en silla de ruedas o con carriolas. La única manera de lograrlo era eliminando uno de los cuatro carriles, algo difícil para los actuales criterios de la ciudad, no los que deberían prevalecer.

También hay colonias con pendientes pronunciadas, donde adultos mayores quedan excluidos de la ciudad cuando enfrentan limitaciones, además de las personas con discapacidad carentes de automóvil. Existen calles en las que jamás habrá banquetas del tamaño suficiente para el paso de andaderas, sillas de ruedas ni para la colocación de guías podotáctiles.

Aún existen grandes retos y definiciones pendientes. Seguramente son tantas las calles en las que es necesario y sencillo dotar de infraestructura para personas con discapacidad, que intervenciones específicas en vialidades transitadas o calles atípicas, podrían venir después. Sin embargo, lo que es imperante hacer es que las personas con alguna limitación física, sea motriz o visual, formen parte de los grandes planes de nuestra ciudad y nuestro país.

Hasta aquí no hemos hablado del reto mismo del transporte público, donde si bien hay que reconocer avances de las últimas administraciones capitalinas, seguimos lejos de contar con transporte público 100% accesible.

Parte de nuestro problema de exclusión a las personas con discapacidad está en que son muy pocas las que participan en las deliberaciones de los temas de ciudad, y esto también es un gran reto democrático.


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